lunes, 28 de marzo de 2011

Crónicas en “El Día”

Esta semana se reanudan las crónicas de gallos en “El Día”, que, a diferencia de otros diarios, ha estado siempre abierto a la información gallística, desde los tiempos de “La Prensa”, con don José Cedrés y luego Asdrúbal Bethencourt, hasta los de “Jornada Deportiva”, con Horacio Pulido y luego yo mismo, que aguanté la bandera hasta el año pasado, cuando la degradación de los gallos en Tenerife me hizo retirarme. Si la afición gallística está en deuda con alguno de los muchos medios periodísticos de Canarias, es sin duda con “El Día”, y en particular con su magnífica redacción deportiva, para mí incluso entrañable.

Esa degradación de los gallos en Tenerife se ha acentuado esta temporada, cuando a algunos genios se les ha ocurrido, en la contrata Norte-La Espuela, ya ni pesar los gallos sobre la valla, porque, dicen, “es más rápido” y “nadie se ha quejado”. Así se va con la incultura y el desprecio de las tradiciones en el mundo gallístico. Nos gustaría saber: ¿qué prisa tienen? Quien paga tiene derecho a ver los gallos en el momento en que se los pesa. Pepe Palmero impresionaba a la afición del Cuyás soltando sobre la valla su gallito cuando se pesaba el contrario. Entonces el aficionado se recreaba en ellos.

Para lo que no hay prisa es para pelear 8 gallos (¡ya se llegaron a pelear 9!). Pero esto permite ver sobre la valla, durante la temporada, a 16 pencos más. Más justificado sería hoy en día que se pelearan, como antiguamente, 5, pues bien difícil era para un buen gallero, antes, reunir 7 gallos en perfectas condiciones. Qué será hoy 8, cuando ya no hay ni grandes cuidadores ni los casteos que había en tiempos de Pancho y Domingo, o, más cerca, de un Pablo Amador. Pelear 8 gallos, además de cargarse el lenguaje gallístico de los resultados, impide cualquier relación de tiempos con la costumbre de las 7 peleas, e impide también la relación con las ventajas, que en caso de cueradas, además, tienden a ser enormes.

Añadamos los escenarios en que poco a poco se ha ido hundiendo la afición. El Norte ya ni tiene su espacio propio como anfitrión, y pelea en casa del rival (¡si se levantaran de la tumba los aficionados de antes!), un cuarto sin la ventilación mínimamente adecuada. Cuando criticamos que se empezara a pelear allí, para qué fue aquello. Así que le aconsejamos al cronista de “El Día”, si quiere que le vaya bien, no eche sino flores. La crítica no le gusta nada a los que hacen las cosas mal, y quienes piensan sensatamente no mueven ni un dedo por uno.

El Norte se justificará con que cuesta mucho encontrar un buen lugar de peleas, pero veamos el ejemplo de la gallera de El Agujero. Cuando participaba en las liguillas, se valía de los reñideros de Güímar y de La Espuela, pero desde que se vio en la necesidad de encontrar un lugar propio, en seguida lo encontró, y además mejor que el de La Espuela o el que tenía el Norte por último. Pero, amigos, hay que moverse, y es más cómodo ir a lo fácil y ni siquiera tener que montar la valla.

Las crónicas de “El Día” las realizará nuestro colaborador “Gallino Negro”, que se ha curtido en nuestra página, con la que esperamos siga colaborando. ¿Cómo son las cosas en Tenerife? Uno hace una labor generosa –durante dos décadas, nunca cobré un céntimo en el periódico, y bien que gastaba esfuerzos, yendo a supervisar las crónicas a Santa Cruz para que salieran bien y haciendo yo mismo las fotos, que se cuentan por centenas y hoy son el mejor registro del periodo–, pero pasaron MUCHOS años antes de que se viera el detalle por parte de alguna que otra gallera de invitarme a la entrada. Esto además, de modo irregular, y siempre que no dijera algo negativo. Al final, mi opción era pagar siempre, aunque no me quisieran cobrar, lo que debo decir que nunca dejé de agradecer.

Esto son pequeñas miserias sin importancia y que no merecen ni nombrarse. ¿Por qué las nombro entonces? Para contrastarlas con la actitud que encontré en Gran Canaria. Por servir a la afición, escribí allí una decena de temporadas en “La Provincia”, siendo además una verdadera lucha telefónica conseguir que salieran las cosas de modo regular y más o menos aceptablemente (José Luis Martín sabe algo de esto). Pues bien, desde el primer día que empecé a escribir, aquel fabuloso aficionado que era Machín y el no menos fabuloso Antonio Hernández, presidentes de Arucas-Cardones y Telde-Las Palmas respectivamente, me querían pagar el viaje en jet-foil a Las Palmas cada vez que yo quisiera, hotel incluido! Añado las placas que me regalaban en los campeonatos, aunque esto no sea de mi gusto, y hasta me escondiera una vez, para que dejaran de ofrecérmelas. No olvido tampoco, en Lanzarote, a Ignacio Villalba, otra persona caballerosa y otro modelo de directivo que sabe reconocer lo que se hace, siempre presto a homenajear a cuidadores, casteadores o simples aficionados que se lo merecen. De esto, poco se ve en Tenerife, y sobre todo en el Norte y La Espuela, ya que la afición güimarera es, al menos en esa cuestión, más señorial. Lo dice quien los conoce a todos de mucho tiempo.

Pero en Güímar se apuntaron ya a la vagancia de las espuelas plásticas, y de aquí a poco ni habrá cuidadores que sepan trabajar las naturales. Los cuidadores hoy lo que saben es (aparte manejar drogas y potingues) berrear desde la silla durante las peleas, tal vez para animar un poco el muermo de tantas malas riñas y con el regocijo de sus directivos, o agredir al soltador suyo o contrario, como vimos a uno hacer en Valle Jiménez y en Güímar. En el primer caso –año 2001–, la directiva (de La Espuela) lo que hizo fue que a la siguiente jornada... sustituyó al soltador.

Deseamos a “Gallino Negro”, quien –como nosotros antes– no desea sino animar la afición y dar una descripción honesta de las peleas, suerte en su generosa labor. Ha sido casteador, y sabe de gallos como para hacerlo óptimamente.