domingo, 20 de septiembre de 2020

Tazacorte-Los Llanos, años 50

Tras la temporada de 1950-1951 que comentamos recientemente, Pepe Jiménez, repitiendo en Tazacorte, entabla con Juan Montesdeoca (de los Sanfieles) en Los Llanos. Fue otra temporada de grandes gallos, pero más equilibrada.

Sabemos que en Tazacorte tuvo el Canario como ayudante a un muy joven Roberto Hernández, quien llegaría a ser un gran cuidador en las décadas venideras, y con quien yo tuve amistad como para guardar de él un recuerdo imborrable: todo un señor, una persona maravillosa.

Las peleas tuvieron lugar en el Cine Central de Tazacorte y en el Cine Imperial de Los Llanos. Se vendían las entradas adelantadas en el Bar Central de Tazacorte y en el Bar Don Juan de Argual.

Algunos gallos sobresalientes de Tazacorte: un melado de cuatro riñas de José Acosta, un colorado de cuatro riñas del cuidador, un colorado de Faustino Lorenzo de cinco riñas, un gallino de cinco riñas de los Hermanos Lorenzo.

Por Los Llanos: fabulosos gallos de cuatro, cinco y seis riñas de los Hermanos Cáceres, un giro de tres riñas de Antonio Remedios, un giro de Julio González que ganaría en 1953 su octava, un bayo de Tomás Rodríguez.

No cabe duda de que, habiendo buena cuida y buen material, menudean los gallos con muchas peleas.

Pero sin duda lo que inmortalizó esta temporada fue la épica batalla entre el Galatea de Faustino Lorenzo, un colorado, por Tazacorte, y el giro del médico Rubio (Dr. Sobaco), casteo de Pedro Gómez, por Los Llanos. Vinieron a casar los dos con cinco riñas, en la jornada 12, que se celebró el 3 de mayo en Tazacorte. Pesaban 4 libras, y pelearon en la cuarta.

Alejandro Martín dejó la descripción del combate en Aire Libre, y yo la he transcrito en el DGC. También allí reproduzco los simpáticos versos que hizo algún aficionado de Los Llanos, pero aquí va de nuevo:



Recordemos que Galatea era el nombre de un famoso buque escuela español que desde los años 20 surcaba los mares y por estos años solía atracar en el muelle de Tazacorte. La pelea fue a beneficio del barco pesquero Carmen Dolores, que había naufragado el 25 de enero en aguas de Tazacorte, perdiendo la vida varios vecinos de la villa y puerto.

Al final de la última jornada se celebró una riña extraordinaria, entre un giro de Victoriano Rodríguez, conocido como “el de Julio”, y un colorado de Matías Guerra, ambos de 4 riñas. La apuesta fue de 500 pesetas, y el desafío levantó enorme expectación.  Ganó el giro en pugna bonita y rápida. Quizás sorprenda el nombre de Matías Guerra, prestigioso casteador trianero, pero no si recordamos que ya en los años 30 enviaba gallos a la Isla Bonita, entre los que fue fantástico el llamado “colorado de Pancho”, sin duda porque lo había afinado el Músico.

Debió ser electrizante esta última jornada, en el Cine Central. Los Llanos llevaba una riña, pero Tazacorte ganó por 3-2 y dos tablas, con lo cual entabló la temporada, que llegó a tener perdida por 10 riñas.

El año 1953 es enigmático. No sé ni cuidadores ni resultado. Este documento revela que la temporada se suspendió, pero debió reanudarse en seguida, ya que llegó a finalizarse. Sin duda ganó Tazacorte, ya que llevaba una ventaja de 17 riñas.



Este año sí podemos destacar a otro gran gallo: el giro melado de Sabino León, que ganó su cuarta riña en la jornada 8 con un peso de 5.5.



Por otra parte, paradójicamente, sabemos los nombres de algunas castas peleadas en Tazacorte: “madre de la vena”, “atorrao”, “los tilos”, “gonzález guerra”, “asturiano”, “mosquito”, “eléctrico”, “artillero”, “amarillo”, “despicado”, “viña”, “cachimba”, “rubio”, “cubano”, “manzanita”, “picopato”, “tomás hernández”, “cubano pepe”, “despolonado”, “perrete”, “rompehuesos”, “montesdeoca, “v. 1”...

Ya de 1954, con Pepe Jiménez ahora en Los Llanos, tenemos algunos programas, pero ni idea del resultado. La última información nos la da el programa de la jornada 14: iba ganando Tazacorte por 1 riña, pero al perder ese día por 5-2, pasó a llevar Los Llanos una ventaja de 3. Los Llanos peleó en la Casa Lomito de Argual, que era un secadero de tabaco. Veamos dos programas, con gallos de cinco y seis peleas:




Fue entonces cuando se suprimió por discrepancias la histórica contrata, que no se reanudó hasta la temporada 58-59, para a partir de ahí celebrarse ininterrumpidamente. 

* 

Para acabar con otro kikirikí palmero, he aquí este memorable poema, aparecido en Crónica Palmera el 2 de marzo de 1904:


sábado, 12 de septiembre de 2020

El colorado “La Única”

Ya que “el Mazantini” nos relató la pasada semana la historia del giro “La Isleña”, vamos hoy a hablar de otro gallo de la misma época y del mismo casteador, Juan Rodríguez Drincourt. Se trata del colorado “la Única”. Este gallo ganó siete peleas en las temporadas de 1988 y 1989, cuidando en Arucas el gran Adolfo “el Pichón”, a quien vemos aquí, extrañamente barbudo, con él:

Adolfo Santana, con el colorado "La Única"

Casualmente me encontraba yo en Las Palmas cuando el colorado “la Única” ganó su segunda riña, ante un colorado de Antonio Hernández. Es por eso que conservo el programa de aquella jornada:


Como se observará, apunté los resultados, por lo que vemos cómo Adolfo obtuvo ese día una mantilla (su ventaja final sería de 27 riñas). Las listas emocionan a cualquier viejo aficionado: Los Palmeros, Sres. García y Mesa, José Gómez Campos, Nicolás Díaz de Lezcano y Muxica, Antonio Hernández, los Dos Amigos de Gáldar, Luis Martínez, Totoño (Díaz y Pérez), Argeo Hernández, Domingo Díaz, Machín (Cardones-Ron Arehucas)...
Este día peleó el colorado con un colorado de Antonio Hernández, pero su pelea estelar sería con un gran colorado de García Cuyás y Adolfo de la Torre, otros dos grandes casteadores. Se dio la circunstancia además de que ambos sumaban cuatro victorias. El colorado “la Única” ganaría en total, como ya dije, siete riñas, cinco de las cuales casi sucesivas. Y sería también, como “La Isleña”, un gran gallo de casteo.
La Única era el nombre de una célebre peluquería del Parque Santa Catalina. Uno de los peluqueros era Juan Sepúlveda, partidario de la gallera de Arucas. Como en unas pechas se mostró entusiasmado por el colorado, Rodríguez Drincourt lo puso a su nombre, apareciendo en los programas como dueño “La Única-Juan Sepúlveda”, tal cual aquí vemos.
Curioso resulta también el origen del nombre de “La Isleña”, ya que era (y es) el nombre de una famosa fábrica de chocolates de Arucas, fundada en 1890 por Gabriel Mejías, un apellido prestigioso en gallos, sobre todo por don José Juan Mejías, presidente tantos años del partido de San José (y por cierto que primo de mi padre, quien también era de Arucas).
He aquí, aunque en blanco y negro, otra foto de “la Isleña”, y seguidamente su árbol genealógico (un documento invalorable), que se complementa con otra rama en que se sumó la sangre de los fantásticos gallos de Luis Machado, que a fines de los 80 y principios de los 90 eran de lo mejor que había en Canarias y con los que castearon muchos de los mejores gallistas de Canarias, siendo magníficos los resultados. Véase también una foto del gallino negro de 4 peleas hijo del cabra retinto de tres peleas de Luis Machado y la cubana negrita de don Ramón.

"La Isleña"



Gallino negro de 4 riñas de Juan Rodríguez Drincourt



domingo, 6 de septiembre de 2020

El giro “La Isleña”

Giro La Isleña

El Mazantini
Con un árbol genealógico similar a las grandes dinastías europeas, nuestro ejemplar de hoy fue el resultado de unos cruces atinados e incluso rechazados por los grandes casteadores canarios.
En una época donde ya no se criaba a las orillas del Guiniguada ni en las huertas del Pambaso, las comunicaciones cada vez eran más fluidas tanto dentro de la isla como con el exterior. Nuestro protagonista posee sangre española, cubana, portorriqueña y carga en sus plumas giradas apellidos como Villegas, Sintes, Rodríguez Marrero, Hernández y Pérez Ascanio, estos dos últimos de Tenerife.
Siguiendo siempre la línea de su madre llegamos a su tátara-tátara abuela, es decir, a una gallina del mejor casteador que ha tenido el archipiélago canario, don José Villegas Afonso, que descendía de sus famosos pintos, y que, al ser ligada con el gallino de Utrera que le regalaron a don Manuel Hernández (hijo de don José Hernández López) dio lugar a otra magnífica gallina: la gallina de don Jaime Sintes.
Remitimos al lector a la historia del gallo cubano campeón de Pinar del Río que se encuentra recogida en el libro de Pedro Cárdenes y en el Diccionario Gallístico Canario. De aquel regalito cubano que le hizo el famoso empresario tabacalero don Eufemiano Fuentes Cabrera a don Ramón Rodríguez (y que a don José Villegas, por cierto, no le convencía), nace la bisabuela de nuestro giro.
Don Ramón Rodríguez persuadió después de muchos intentos a su compañero de partido don José Villegas para que casteara con el gallo cubano e hiciera milagros como él sabía hacerlos. Con esa majadería que caracterizaba al casteador de Tamaraceite y con muy poco interés por esa liga, soltó a la aventura de Dios al cubano con la gallina de don Jaime Sintes, en una finca en la zona de los castañeros en la villa mariana de Teror.
De esa aventura salieron dos gallinas espectaculares, bautizadas como “La Cubana I” y “La Cubana II” de don Ramón Rodríguez. A “La Cubana I” le puso don Ramón el gallo negro de Luis Hernández de dos peleas que había preparado Domingo e Boyero en el Norte, dando lugar a la abuela materna de nuestro giro, la famosa “Cubana teja”.
Reforzando la sangre de la liga, se decide aportar un gallo portorriqueño que se trajo don Alejandro Sánchez Prats de la isla Boricua, dando como resultado la madre de nuestro protagonista: “La Morena Cubana”.
Cuidando Adolfo el Pichón en Lanzarote prepara un giro verde de Eduardo Pérez Ascanio cuyo propietario era Víctor Pérez Ascanio. Adolfo le hizo al giro tres grandes peleas.
Soltado el giro verde, que don Eduardo regaló a Rodríguez Drincourt, en el Cortijo de don Ramón Rodríguez en Firgas, con “La Morena Cubana” nace nuestro héroe entre cercados de plataneras.
Con un peso de cuatro libras o como mucho cuatro uno, nuestro protagonista es preparado por las manos sabias de un gallero palmero, Quico Acosta, en 1984 en la casa de gallos de Arucas. Hizo tres peleas en una temporada y no necesitaba hacer más ya que lo que demostró en la valla venciendo a gallos de élites.
Todas sus peleas fueron en el polideportivo de la ciudad de Telde. Su primera pelea nada más y nada menos con el colorado “Niña María” de seis peleas de don Agustín Cabrera, dejándolo muerto sobre la valla.
Su segunda pelea fue contra el pinto “El Pimpi” de seis peleas de Antonio Hernández de Telde, dejándolo enroscado en el centro de la valla. Debemos  decir que el Pimpi le sacaba cuatro onzas al giro de la Isleña.
Su tercera y última pelea fue contra un muy buen colorado de Pedro Silva de varias riñas, que descendía de los famosos colorados “vinos tintos” de Antonio Hernández.
En su descendencia todos sus hijos fueron gallos extraordinarios. Se le pusieron dos gallinas, una la “cabra-cola larga” de Domingo Díaz y otra la “cola larga” de Manuel de León. Con la gallina de Domingo Diaz salió el colorado de siete peleas de don Juan Rodríguez Drincourt, y con la “cola larga” de Manuel de León salió la raza de los ciegos.
Esta base genética no solo se quedó en la isla de Gran Canaria sino que viajó a La Palma en concreto a ese maravilloso rinconcito del Atlántico llamado Los Llanos de Aridane. Y es que Quico el Malaire se llevó para su tierra un hermano de “La Isleña”, cediéndoselo a José Rodríguez (“El Venezolano”), quien fue por muchos años el mejor casteador de Los Llanos de Aridane.