sábado, 24 de abril de 2021

La Espuela-Norte, 1986

Esta fue la gran temporada de Jorge Benítez, malogrado cuidador muy querido por la afición y que potencialmente era un gran gallero, un cuidador verdaderamente fino. Sabía elegir los gallos y sabía prepararlos para que le dieran con las espuelas, pero le faltaba el tesón de los maestros, y eso que el suyo fue nada menos que Pablo Amador. Jorge pertenece a la gran tradición de los cuidadores tinerfeños, que han sido los mejores del archipiélago, por no decir del mundo. Lo recuerdo como una persona muy sencilla, sin ninguna doblez ni malicia, lleno de calor y simpatía. Y que sabía de gallos es algo que absolutamente nadie podría contradecir.

En el programa que vemos, lleva el Norte 5 riñas de ventaja, que La Espuela reduce a 2 al ganar por 5-2. Al llegar la última jornada, después de que a lo largo de la temporada haya llevado el Norte una ligera ventaja, la pelota se encuentra en el alero, ya que el tanteo está a cero. Gana La Espuela en el cine de Santa Úrsula, que se llenó hasta los topes, por 4-2 y una tabla, proclamándose pues campeón por dos riñas. Juan Díaz, que militaba este año en el partido de Santa Cruz, tiró los voladores, apareciendo la guardia civil a los pocos minutos. Luego, al entregarse la copa John Haig al partido vencedor, sería llenada de vino tinto, quizás proveniente de la bodega de Genaro Martín, quien además había sido algunos años proyectista del Cine de Santa Úrsula. Para seguir con el anecdotario, la otra contrata de la isla se celebró en el Cine Los Ángeles de Güímar y en el Cine de Garachico...

El triunfo de Jorge Benítez tuvo una gran importancia, ya que La Espuela no le ganaba al Norte hacía cinco temporadas, y más aún, habrá de pasar otro lustro para que le vuelva a ganar. El Norte seguía por quinta vez consecutiva con Francisco Falcón, quien cuatro temporadas antes le había dado una verdadera paliza al propio Jorge. Ahora Jorge se toma la revancha, con buenos gallos sin duda, pero que sobre el papel se enfrentaban a la escuadra de terribles fieras de Luis Machado y Manuel de León, teniendo pues el pronóstico en contra. Paquito pierde por única vez en Tenerife, quizás mermado por centrarse demasiado en unos pocos casteadores. Pero en fin, no puede negarse que en una temporada tan equilibrada no hay perdedores, ni tampoco se puede negar la brillantez del triunfo de Jorge, en una gallera siempre más dificultosa que la del Norte.

En la tanda de La Espuela todos los nombres traen buenos recuerdos a los viejos aficionados. El giro de Pérez Ascanio a nombre de Ramón Trujillo fue el campeón de La Espuela, con cuatro riñas, ganando la cuarta este día. Otro giro, pero de Alfredo Martín, sería el gallo que le daría la ventaja definitiva a La Espuela.

El gallo campeón del Norte, también con cuatro riñas, sería un gallino de Víctor Barreto, quien durante un par de décadas tuvo gallos muy espueleros y sobre todo que nunca se rendían, gallos verdaderamente ingleses, con los que mucho yo disfruté en la década siguiente.

Jorge Benítez, con Pedro Cabrera,
puntal de la suelta gallística tinerfeña durante décadas

Alfredo Martín, un aficionado de verdadera solera

domingo, 18 de abril de 2021

Gallos y versos

 El siguiente trabajo fue publicado poco antes de que apareciera el Diccionario:



sábado, 10 de abril de 2021

Lanzarote, 1986


Por las reseñas de Armando de León en la revista Lancelot, esta fue una temporada pésima. De hecho, sus crónicas desaparecen a partir del 3 de mayo.
Adolfo “el Pichón” ganó cómodamente, sin tener que sudar mucho la camiseta. Y es que delante no tenía ya a Toño “el Rebotallo” sino a un debutante Lilo, quien sería sustituido por “Garrincha”, que a su vez dejaría la gallera capitalina en manos de Pedro González (“Quico”), un maravilloso aficionado que acabaría un par de décadas después montando su propia gallera, El Rofero, tomando su nombre de la bodega de magníficos vinos que cosechaba.
Ya de entrada se registró poco público, que encima iría decreciendo en vista de la poca calidad de los gallos y de la cuida. Un centenar de personas tan solo acudían a Tías y Teguise.
Este es el programa de la última jornada, que dejó la ventaja de Adolfo en 14 riñas, al ganar este día por 4-2 y una tabla.
De nuevo nos fijamos ante todo en los nombres de los casteadores. Felipe Villalba y Domingo Ramírez son dos clásicos de Teguise, que llegaron a castear conjuntamente. Por Arrecife vemos un gallo de Zenón Borges Rosales y un colorado “marchoso” de don Emilio Sáenz, que fue uno de los primeros abogados de la isla de Lanzarote; inició su afición de niño y no solo fue casteador sino también cuidador y soltador, en las décadas de los 40, 50 y 60. Falleció en noviembre de 2007 a los 90 años y yo llegué a conversar con él por teléfono, cuando elaboré el diccionario gallístico. Era natural de Haría y aún recuerdo su voz cálida, y su alegría al recordarme al “Pejín” y al “Molinillo”. Los otros clásicos de Arrecife son los hermanos González Díaz.
Como siempre, se pelearon gallos de otras islas. En la tanda del “Pichón”, de Luis Machado y de Crispín Rodríguez. Estos eran los años dorados de Luis Machado, pero también Crispín Rodríguez, desde Los Llanos, se lucía con unos gallos tremendos, a los que sacaría un rendimiento increíble Toño “el Rebotallo”.
Por Teguise vemos gallos de La Palma: los señores Díaz y Pérez; de Tenerife: Virgilio Vargas, de La Espuela; y de Gran Canaria: Antonio Hernández, quien siempre mandaba gallos a Lanzarote.
Llama la atención también la cantidad de trofeos que se donaban, con destaque para el de que llevaba el nombre de don Vicente Guerra, un aficionado fabuloso, altamente apreciado, que había sido presidente de Teguise y fallecido en 1980.