miércoles, 27 de abril de 2011

Lino Acosta


Si hace unas pocas semanas celebrábamos a Odón Acosta, lo mismo hacemos hoy con su hermano Lino, uno de los tres hijos gallistas de don Adelino Acosta.

No creo que lleguen a los dedos de la mano los casteadores actuales que, en toda Canarias, han permanecido toda su vida fieles a un partido. Lino es uno de ellos, y presencia inmutable en las peleas entre Los Llanos y Tazacorte durante... 68 años. ¿Es eso posible? Y tanto: a los 11 años comienza a asistir a las peleas y cuenta ahora 79. Eso nos retrotrae a la temporada de 1943.

Casteador sumamente consciente, Lino castea sólo con gallos que no ha llevado a la gallera, ya que solo con ellos tiene garantías plenas. Junto a su casa, entre plataneras, nos muestra bellísimos ejemplares. Unos pelearán, otros no, pero él desde luego no ha sido nunca de los que dejan el partido porque un cuidador no le pelea los gallos. ¿Y qué decir de su forma de ser? No tengo mejor amigo en la isla de La Palma, es decir otra persona como él de quien sepa que nunca nada podría crear entre nosotros ni la más mínima diferencia. En mis últimas visitas a la isla, me era imposible quedarme después de las peleas porque perdía el barco, así que, en la última que hice, fui a visitarlo por la mañana. Y es que, tras cada jornada, era un ritual ir a su casa para que allí, en la amable compañía de su mujer, departiéramos largamente paladeando su vino y alguna de esas mistelas en que son maestros los palmeros. Como Rafael el soltador o Pepín García, Lino es de esas contadas personas que me hacen lamentar vivir en tierras que el mar separa. La sencillez y el calor, la placidez y la nobleza, se unen en un sabio aficionado que es también una bellísima persona, o sea algo que en el mundo en que vivimos cada vez nos sorprende y admira más.