miércoles, 20 de abril de 2011

Alonso Plasencia


Una mala noticia ha sido sin duda el cese de Alonso Plasencia como cuidador de Los Llanos. Ya parece haberse olvidado que hace solo 5 años –temporada 2006– le dio un triunfo a este partido nada menos que por 33 riñas, cifra solo superada por Quico Acosta en 1998 (42 riñas).

Los Llanos se enfrenta desde hace unas pocas temporadas a una situación complicada: sus casteadores no tienen grandes gallos, o al menos no los suficientes como para enfrentarse a Tazacorte, que ahora misma dispone de una flota soberbia. Con los gallos de los partidarios de ambas localidades, Tazacorte gana siempre, a no ser que, por antipatías con un gallero, se le vayan los partidarios. Un cuidador que traiga refuerzos –como hicieron Arnoldo o Pedro Pérez– no recibe el apoyo pleno de los aficionados, pero tampoco uno que –como Alonso– solo maneje la plata de la casa, ya que los resultados no le acompañan. En estas condiciones, es difícil cuidar en esta gallera histórica, cuyos problemas solo irán camino de resolverse si sus casteadores se vuelven más exigentes.

El año pasado, Samuel Mateo, con un puñado de gallos de Tazacorte, barrió literalmente a un gallero curtido como José Carlos Rodríguez, en una gallera campeona. ¿Qué se esperaba esta temporada de Alonso? Al principio, nadie apostaba por él, y lo más a que se aspiraba era a que capeara el temporal. La ventaja ha ido creciendo y no se confirma la recuperación del partido, pero para nada nos parece que haya que arrimársele la culpa. Su entrega no se le puede discutir, pero tal vez es más fácil seguir sin reconocer que a Los Llanos le faltan gallos punteros.

En 2006, Alonso contaba con los gallos de Peña La Lucha, pero peleó gallos de todos los partidarios, como ha hecho este año, con más de 30 nombres en las listas llanenses. Mientras, Samuel, con media docena de casteadores, pero que tienen gallos extraordinarios, caso de Miguel Lorenzo, Peña El Tanque o los Elvira, hace su temporada. En 2009 se acusó a Arnoldo de pelear muchos gallos de Peña La Lucha (gracias a los cuales, sin duda, le ganó a Toño la temporada). El problema estaba en que La Lucha peleaba en otros partidos, y no se podía considerar pues una peña de Los Llanos. Se tomó entonces la decisión de no pelear por jornada más de dos gallos de un mismo casteador. Pero esta medida puede resultar suicida: siempre que un casteador aparece con gallos buenos, lo lógico es pelearlos, y eso es además lo que brindará espectáculo. Antaño, primaba el espíritu partidario sobre el personal; hoy, cada casteador solo parece pensar en sus propios gallos. Pero sin alejarme de lo que hablaba, yo preguntaría: ¿qué temporada hubiera sido esta si Alonso, como Arnoldo hace tres años, hubiera contado con los gallos de Peña La Lucha?

No defendemos a los cuidadores porque sí, y es más, otros hay que nos ahuyentan de las gallera y hasta de las peleas. Pero en el caso de Alonso, lamentamos en especial que no haya acabado la temporada. La directiva está más cerca de todo y tiene sus razones. Para nosotros, Alonso Plasencia sigue siendo un magnífico profesional, aparte una persona de excelente trato. El partido de Los Llanos le ha retirado su confianza, pero el fracaso de la temporada hay que buscarlo no en él, sino en las razones que acabo de apuntar.