miércoles, 20 de abril de 2011
Gonzalo Alberto
¿Habría llegado a nuestros días la afición güimarera sin Gonzalo Alberto? Es él quien ha sido, desde fines de los años 50, o sea cuando aún era un mocetón, el verdadero motor de dicha afición, no regateando para ello esfuerzos ni sacrificios. Gonzalo es un hombre de conocimientos gallísticos sólidos donde los haya, habiendo incluso cuidado gallos finos. De él puede decirse que lleva los gallos en la sangre, y su personalidad nos hace pensar en lo que para la afición teldense ha sido otro extraordinario aficionado, Antonio Hernández.
Si al hablar de Antonio “el Cenizo” me refiero a la hospitalidad güimarera, he de decir que esta tiene en Gonzalo a otro de sus bastiones. No sé ni la de veces que yo fui convidado a las comilonas que celebraba para los aficionados el partido de Güímar, tanto en su gallera como en la propia casa del maestro de ceremonias. En retribución a tanta cordialidad, siempre defendí al partido de Güímar, aunque más aún porque lo formaban un puñado de aficionados fuera de serie. Gonzalo ha derrochado generosidad a lo largo de años sin cuento, y merece el homenaje de todos los buenos aficionados.
Gonzalo Alberto es hombre vehemente, porque vive los gallos y los gallos son su pasión. Por problemas de salud, desde hace años no acude a las peleas, pero toda la vida gallística güimarera gira en torno a él, y siempre nos hemos encontrado antes o después de las peleas, hasta que hace dos años, con la introducción de las espuelas de plástico, yo perdiera la afición. Hemos dejado pues de vernos, pero el tiempo tiene para mí un sentido relativo, y a pesar de la distancia que se va ahondando, tengo a Gonzalo Alberto como una referencia fundamental en mis memorias gallísticas, como un amigo entrañable, como una persona espléndida. Y eso, caballeros, no hay espuelas de plástico, ni de acero, que puedan ni siquiera rozarlo.
(Foto: Nicolás Lezcano)