domingo, 23 de febrero de 2020

Recordando a José Carlos García Artiles


El 22 de junio de 2016 fallecía en Las Palmas de Gran Canaria mi querido amigo y gran aficionado José Carlos García Artiles. Néstor García-Cuyas trazaba el mismo día tan aciago su semblanza, con emoción y justeza:

“Licenciado en Derecho y Procurador de los Tribunales de profesión, y amante de los gallos finos por pasión, nos ha dejado el que sin duda ha sido uno de los más prestigiosos y entusiastas casteadores de Canarias de los últimos años, y, en especial, de la isla de Gran Canaria, donde desarrolló principalmente su actividad gallística.
Aunque era natural de Las Palmas de G.C., siempre estuvo muy vinculado al municipio de Arucas, donde criaba sus gallos, de bien ganada fama en todo el archipiélago. Conversador incansable y ameno, de memoria prodigiosa, era una auténtica enciclopedia gallística, que muy bien supo aprovechar su amigo Miguel Pérez Corrales en su Diccionario Gallístico de Canarias, donde José Carlos, Pepe para todos sus muchos amigos, tiene reservada ya para siempre una destacada entrada.
A Pepe los gallos le venían de sangre, hijo y sobrino de D. Pedro y D. Antonio García Arocena, muy destacados casteadores de su época, que militaron en el partido de Triana, de la capital grancanaria, donde el mismo, junto con su hermano Antonio (Tolo), dio sus primero pasos, si bien su actividad la desarrolló ya dentro del partido de Las Palmas, bajo el castío Sres. García y Mesa, al que sirvió gallos de primer nivel desde su fundación y hasta su fusión con el partido de Telde, siendo memorables muchos de los gallos preparados por Marcos Melián en la década de los ochenta. Unificado el partido Telde-Las Palmas, Pepe fue secretario del mismo durante muchas temporadas, y en él militó, haciendo tándem con Eduardo Fuentes, hasta esta última campaña, en la que, a modo de muestra, encerrando un solo gallo, preparado por Rony Martínez, hizo cinco peleas de contrata sin perder ninguna, y terminando ileso, lo que da buena muestra de la calidad y casta que siempre demostraron sus animales.
Resulta imposible en estas breves notas hacer justicia a su palmarés deportivo, o referenciar siquiera a sus más laureados peleadores, pero por encima del gran casteador, quien hoy se nos ha ido para siempre era un amigo de sus amigos, hermano de sus hermanos, esposo de su mujer y padre de sus dos hijas, un hombre bueno, que deja una sonrisa en todos los que tuvimos la suerte de compartir nuestro tiempo con él,  y de quien todo aquel que lo conoció solo puede tener palabras de cariño y afecto. Suerte allá donde te encuentres. Hasta siempre. Descansa en paz.”

De que José Carlos García Artiles fue ayuda invalorable en la elaboración del DGC nadie puede dar mejor fe que yo. Gracias a él obtuve joyas fotográficas, y por su iniciativa pude contactar con viejos y excepcionales aficionados, empezando por su padre, don Pedro García Arocena, extraordinario casteador con quien tuve la fortuna de departir en su casa, y por Julián Castillo, cuidador que hizo época y al que visité también en su casa, siempre acompañado por él. Buenos ratos pasamos con otro inolvidable cuidador, Alejo Yánez, quien hasta una edad muy avanzada recorría como si tal cosa todas las carreteras de la isla. Yo recuerdo vivamente, en mis visitas a Las Palmas para investigar los periódicos en El Museo Canario, los encuentros obligatorios con José Carlos que rematábamos con algún sabroso banquete, por ejemplo en el barrio costero de San Cristóbal o en el Club de Caza de Gáldar, que él me descubrió sabedor de cómo yo apreciaba ese tipo de rincones tan castizamente canarios. Y para coronar el encuentro, un buen habano, afición que compartíamos tanto como la de los gallos.
De una época poco contemplada periodísticamente, como era la de los años 80 y 90 en su isla, pude cubrir mucha información gracias a sus recuerdos y al material que me facilitó el hijo de don Luis Martínez, generosamente pero también porque José Carlos era como un ábrete sésamo entre los aficionados.
Recuerdo también la visita que hice a la instalación en que tenía sus gallos, algo más allá de Bañaderos, si no me engaño, y los sinsabores que le producían los continuos robos de sus animalitos, ya que el lugar estaba bastante aislado. Los gallos de los Sres. García y Mesa fueron puntales de los partidos en que pelearon, esencialmente Las Palmas y Las Palmas-Telde, gallos muchas veces magníficos y siempre peleables, en una época en que ya no había grandes cuidadores (el último de ellos, Pablo Amador, solo cuidaba ya en Tenerife).
José Carlos García Artiles fue uno de mis más amigos más entrañables en los gallos, con José Luis Melquiades en La Palma y Ángel Bolaños en Tenerife, también ya desaparecidos. Pero en su caso he de afirmar, rotunda y sinceramente, que ha sido una de las mejores personas que he conocido en la vida, o sea no solo en el mundo gallístico. Siempre de buen humor, siempre disponible con los amigos, verdadera estampa de la franqueza y la cordialidad, de un trato exquisito pero a la vez lleno de sencillez, de un raro candor que no excluía la lucidez, tenía un talante incomparable, por lo que mi pensamiento final hacia él es el de que si las personas en general poseyeran como por milagro cualidades similares, el ser humano viviría y hubiera vivido en un mundo infinitamente mejor. Yo lo recuerdo mucho, y nunca sin emoción.

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En la siguiente fotografía, que tomé con motivo de un campeonato de Canarias ganado por la selección grancanaria, José Carlos aparece junto a un cuidador a quien recordaremos próximamente, Marcos Melián, que como señala Néstor García-Cuyás tantos gallos buenos le preparó, el gran casteador Domingo Díaz y otro aficionado excepcional, José Manuel Santana Ascanio (“Pepín”).