El
22 de junio de 2016 fallecía en Las Palmas de Gran Canaria mi querido amigo y
gran aficionado José Carlos García Artiles. Néstor García-Cuyas trazaba el
mismo día tan aciago su semblanza, con emoción y justeza:
“Licenciado
en Derecho y Procurador de los Tribunales de profesión, y amante de los gallos
finos por pasión, nos ha dejado el que sin duda ha sido uno de los más prestigiosos
y entusiastas casteadores de Canarias de los últimos años, y, en especial, de
la isla de Gran Canaria, donde desarrolló principalmente su actividad
gallística.
Aunque
era natural de Las Palmas de G.C., siempre estuvo muy vinculado al municipio de
Arucas, donde criaba sus gallos, de bien ganada fama en todo el archipiélago.
Conversador incansable y ameno, de memoria prodigiosa, era una auténtica
enciclopedia gallística, que muy bien supo aprovechar su amigo Miguel Pérez
Corrales en su Diccionario Gallístico de Canarias, donde José Carlos,
Pepe para todos sus muchos amigos, tiene reservada ya para siempre una
destacada entrada.
A
Pepe los gallos le venían de sangre, hijo y sobrino de D. Pedro y D. Antonio
García Arocena, muy destacados casteadores de su época, que militaron en el
partido de Triana, de la capital grancanaria, donde el mismo, junto con su
hermano Antonio (Tolo), dio sus primero pasos, si bien su actividad la
desarrolló ya dentro del partido de Las Palmas, bajo el castío Sres. García y Mesa,
al que sirvió gallos de primer nivel desde su fundación y hasta su fusión con
el partido de Telde, siendo memorables muchos de los gallos preparados por
Marcos Melián en la década de los ochenta. Unificado el partido Telde-Las
Palmas, Pepe fue secretario del mismo durante muchas temporadas, y en él militó,
haciendo tándem con Eduardo Fuentes, hasta esta última campaña, en la que, a
modo de muestra, encerrando un solo gallo, preparado por Rony Martínez, hizo
cinco peleas de contrata sin perder ninguna, y terminando ileso, lo que da
buena muestra de la calidad y casta que siempre demostraron sus animales.
Resulta
imposible en estas breves notas hacer justicia a su palmarés deportivo, o
referenciar siquiera a sus más laureados peleadores, pero por encima del gran
casteador, quien hoy se nos ha ido para siempre era un amigo de sus amigos,
hermano de sus hermanos, esposo de su mujer y padre de sus dos hijas, un hombre
bueno, que deja una sonrisa en todos los que tuvimos la suerte de compartir
nuestro tiempo con él, y de quien todo
aquel que lo conoció solo puede tener palabras de cariño y afecto. Suerte allá
donde te encuentres. Hasta siempre. Descansa en paz.”
De
que José Carlos García Artiles fue ayuda invalorable en la elaboración del DGC
nadie puede dar mejor fe que yo. Gracias a él obtuve joyas fotográficas, y por
su iniciativa pude contactar con viejos y excepcionales aficionados, empezando
por su padre, don Pedro García Arocena, extraordinario casteador con quien tuve
la fortuna de departir en su casa, y por Julián Castillo, cuidador que hizo
época y al que visité también en su casa, siempre acompañado por él. Buenos
ratos pasamos con otro inolvidable cuidador, Alejo Yánez, quien hasta una edad
muy avanzada recorría como si tal cosa todas las carreteras de la isla. Yo
recuerdo vivamente, en mis visitas a Las Palmas para investigar los periódicos
en El Museo Canario, los encuentros obligatorios con José Carlos que
rematábamos con algún sabroso banquete, por ejemplo en el barrio costero de San
Cristóbal o en el Club de Caza de Gáldar, que él me descubrió sabedor de cómo
yo apreciaba ese tipo de rincones tan castizamente canarios. Y para coronar el
encuentro, un buen habano, afición que compartíamos tanto como la de los
gallos.
De
una época poco contemplada periodísticamente, como era la de los años 80 y 90
en su isla, pude cubrir mucha información gracias a sus recuerdos y al material
que me facilitó el hijo de don Luis Martínez, generosamente pero también porque
José Carlos era como un ábrete sésamo entre los aficionados.
Recuerdo
también la visita que hice a la instalación en que tenía sus gallos, algo más
allá de Bañaderos, si no me engaño, y los sinsabores que le producían los
continuos robos de sus animalitos, ya que el lugar estaba bastante aislado. Los
gallos de los Sres. García y Mesa fueron puntales de los partidos en que
pelearon, esencialmente Las Palmas y Las Palmas-Telde, gallos muchas veces
magníficos y siempre peleables, en una época en que ya no había grandes cuidadores
(el último de ellos, Pablo Amador, solo cuidaba ya en Tenerife).
José
Carlos García Artiles fue uno de mis más amigos más entrañables en los gallos,
con José Luis Melquiades en La Palma y Ángel Bolaños en Tenerife, también ya
desaparecidos. Pero en su caso he de afirmar, rotunda y sinceramente, que ha
sido una de las mejores personas que he conocido en la vida, o sea no solo en
el mundo gallístico. Siempre de buen humor, siempre disponible con los amigos, verdadera
estampa de la franqueza y la cordialidad, de un trato exquisito pero a la vez
lleno de sencillez, de un raro candor que no excluía la lucidez, tenía un talante
incomparable, por lo que mi pensamiento final hacia él es el de que si las
personas en general poseyeran como por milagro cualidades similares, el ser
humano viviría y hubiera vivido en un mundo infinitamente mejor. Yo lo recuerdo
mucho, y nunca sin emoción.
*
En
la siguiente fotografía, que tomé con motivo de un campeonato de Canarias
ganado por la selección grancanaria, José Carlos aparece junto a un cuidador a
quien recordaremos próximamente, Marcos Melián, que como señala Néstor
García-Cuyás tantos gallos buenos le preparó, el gran casteador Domingo Díaz y
otro aficionado excepcional, José Manuel Santana Ascanio (“Pepín”).