Presento
hoy algunas fotos curiosas de la Isla Bonita, que me ha ido haciendo llegar
Fernando Ojeda.
En
primer lugar, procedente del archivo del cabildo de La Palma, esta en
Tazacorte, que es el lugar de Canarias donde mejor se ha conservado la afición:
Y
ahora tenemos a un “histórico” muy recordado, Pancho “el Tullido”, a quien
dedicó una gran página Francisco Lugo en su libro sobre los gallos en Santa
Cruz de La Palma:
“En apoyo de lo
dicho por Darwin quiero contar una historia, una historia del Tullido, que fue
un gran aficionado de La Palma. Don Francisco Acosta era de Tazacorte. No
estaba tullido, pero tampoco le molestaba el nombrete. Su mayor admiración como
entendido en gallos era don Francisco Dorta, más conocido por Pancho el Músico,
que estuvo dos temporadas, en los años 1945 y 1946, al frente de la gallera de
Santa Cruz de La Palma. En el fondo se comparaba con él. Pero esta historia es
de unos años antes. Sucedió que en España, el año 36, había guerra. Eso era lo
que el Tullido sabía; y de la guerra lo único que le importaba era que su
quinta estaba próxima. Fuera de su trabajo el tema de conversación eran los
gallos. Y, efectivamente,
un día ocurrió lo que tenía que ocurrir; en la puerta de su casa tocó un
guardia municipal con una papeleta que significaba que tenía que ir a la
guerra. En su casa hubo lloros y se hizo agua de tila. También le hicieron una
maleta de madera que le llenaron con alguna ropa y mayormente con gofio y otros
complementos para la comida que le darían en el ejército, por si no era mucha.
De Tazacorte para Santa Cruz de La Palma, y de allí, en barco, para Tenerife,
Hoya Fría, que era el campo de instrucción. Cuando ya sabía marcar el paso,
otra vez en barco, esta vez más grande, y para Cádiz. Menos mal que no mareaba.
Y estando una vez en Jerez empezó la historia que cuento. Creo que este cuento
podría ser tema para una novela o para una película italiana. Pero un cuento lo
hace cualquiera; para escribir una novela y hacer una película hace falta saber
mucho. La historia empezó cuando Francisco el Tullido vio suelto por allí un
pollo que sabía que tenía que dar un buen gallo. Poco pensaba en la guerra;
pero al ver el pollo se olvidó hasta del sargento de semana. Lo compró
inmediatamente. Bueno, en este punto discrepan los cronistas de su pueblo,
porque siempre los hay mal pensados. Alguno sostiene que no lo compró. La
historia que cuento es que en toda la guerra de lo único de que se ocupó Francisco
fue de cuidar el pollo, para traerlo y pelearlo en Tazacorte. Y para rellenar
esta historia tengo que recurrir a la imaginación del benévolo lector, con el
ruego de que reconstruya las escenas tragicómicas, algunas rozando la ternura,
a que tuvo que dar lugar el cuidar un pollo por barracones de cuarteles y
tiendas de campamento, ocultarlo a los mandos, que lo más probable es que no
fueran unos aficionados comprensivos, y ocultarlo al apetito de la tropa. Me
parece un poco exagerada la escena de un asalto a un parapeto enemigo, con el
fusil en la mano y el pollo debajo del brazo. La guerra terminó y el Tullido
trajo de ella lo único que en ella le importaba, su pollo. En Tazacorte terminó
de prepararlo para lo que era su instinto, la pelea. En la última, murió. La
relación entre el Tullido y el pollo da que pensar en la especial relación
entre el hombre y el animal. Puede asegurarse que a pocos seres quiso tanto el
Tullido como a aquel pollo que crió, cuidó y mató.”
“El Tullido” fue
un buen casteador y un gran corredor, aunque también llegó a cuidar.
Menos
conocido es Zacarías, de Argual, con un nombre que coincide con el de otros
buenos gallistas de La Palma. Quizás algún aficionado de la isla nos pueda
decir algo más de él:
En
cuarto lugar, una foto enigmática, que se da como de Tazacorte:
Por
último, esta es la foto de un bonito gallo palmero, conservada en los Archivos de los
Hermanos Pérez Camacho: