En esta foto íntima vemos a dos aficionados excepcionales, que fueron grandes amigos toda la vida: Pablo Amador (con el cigarrillo) y Emilio de la Cruz (sentado, con chaqueta negra).
Se celebraba la boda de Pablo Amador, uno de nuestros grandes cuidadores y maestro de cuidadores, así que a su derecha aparece su mujer, que era natural de Las Palmas y una persona encantadora, a quien aún hoy visitamos en su casa de La Laguna. Pepita Marrero Bolaños, muy generosamente, nos facilitó hace unos pocos años todo el material gallístico que tenía de su marido, cuyo recuerdo, en su casa de San Honorato, surge desde que uno entra en la casa: una foto del Maestro sobre la valla (por cierto que sacada por nosotros) y un bello cuadro de dos gallos en revuelo. En la sala de estar, las fotos de algunos de los mejores gallos que peleó en su era dorada de San José.
Emilio de la Cruz es uno de los más grandes aficionados que ha dado Santa Cruz de La Palma. Grandes gallos le pelearon Israel Vargas, Carmelo Acosta y el propio Pablo, e incluso hace un par de temporadas tenía un par de espadachines invencibles, que pasaron de las diez riñas.
Bella instantánea de momentos tan sencillos como felices, que la vida a veces nos brinda.
Se celebraba la boda de Pablo Amador, uno de nuestros grandes cuidadores y maestro de cuidadores, así que a su derecha aparece su mujer, que era natural de Las Palmas y una persona encantadora, a quien aún hoy visitamos en su casa de La Laguna. Pepita Marrero Bolaños, muy generosamente, nos facilitó hace unos pocos años todo el material gallístico que tenía de su marido, cuyo recuerdo, en su casa de San Honorato, surge desde que uno entra en la casa: una foto del Maestro sobre la valla (por cierto que sacada por nosotros) y un bello cuadro de dos gallos en revuelo. En la sala de estar, las fotos de algunos de los mejores gallos que peleó en su era dorada de San José.
Emilio de la Cruz es uno de los más grandes aficionados que ha dado Santa Cruz de La Palma. Grandes gallos le pelearon Israel Vargas, Carmelo Acosta y el propio Pablo, e incluso hace un par de temporadas tenía un par de espadachines invencibles, que pasaron de las diez riñas.
Bella instantánea de momentos tan sencillos como felices, que la vida a veces nos brinda.