Los aficionados tinerfeños que asistieron a las peleas de este día y aún viven –pensamos, por ejemplo, en Eduardo Pérez Ascanio, Antonio el Crusantero y Orlando Dorta–, sin duda que las considerarán las más emocionantes que han vivido, al menos en Tenerife. El Teatro Atlante se llenó hasta los topes para ver la jornada decisiva entre el Norte y La Espuela. Iba ganando el Norte por una riña, pero una jornada antes llevaba el partido del Valle la cómoda ventaja de 6 riñas.
Hay que situarse en la época. El Norte disfrutaba de una hegemonía sobre La Espuela: mejores campos, mejores gallos, mejor casa de gallos. A fines de la temporada 1949-1950, se hace cargo de La Espuela Francisco Dorta, tras que las peleas en Las Palmas se suspendieran por la peste aviar, que fue asoladora en los años 50, sobre todo en Gran Canaria. El estado en que se encuentra la gallera de La Espuela es desolador, poco menos que necesitándose partir de cero. Es lo que Pancho hace, pero cuando se abre la gallera en diciembre, los gallos son pocos y parece una misión imposible ganarle al poderoso partido del Norte, donde encima cuida Domingo el Boyero, un hombre que jamás se deja dormir en los laureles.
Para Orlando Dorta, que ya vivió con su padre las gloriosas temporadas del Cuyás en los años 30 y 40, o sea cuando ya era una proeza derrotar a San José, una gallera muy superior a la de Triana, esta fue la temporada más meritoria de su padre, ya que con pocos gallos, repetidos muchísimas veces, y en ocasiones sin las condiciones adecuadas, consiguió entablar la temporada en la última jornada.
Como se verá en el programa por los datos que escribió don Florencio González, el joyero de La Laguna a cuya hija debemos la propiedad de tantos documentos gallísticos, hubo muchos cambios en este tremendo día de mayo. Tres por cada partido.
En la primera riña sube a la valla el melado de 8 riñas de don Jerónimo Pérez. Este colosal gallo había peleado la semana anterior, ante un colorado de don Pedro Rodríguez de 4 riñas. Los gallos se tocaron de entrada y se quedaron fijos. Pancho dijo de su gallo: “Si lo pica, lo mata”. Y así fue. Ahora se las ve con un melado grancanario de don José Villegas, que tenía dos riñas, y al que liquidó a los 2 minutos y 42 segundos. La temporada estaba entablada y se volvía a empezar.
En la segunda riña, gana el Norte y así vuelve a ponerse por delante. 1 riña tenía el giro de los Sres. Acevedo –los mejores casteadores del Norte– y 2 riñas el giro de Pedro Dorta. De este gallo decía Pedro Dorta que venía de la gallina “Tamarán”, una de las mejores de Gran Canaria. La pelea duró 13 minutos.
La pelea más esperada de la jornada fue sin duda la tercera. 8 riñas sumaba el fantástico giro negro de los Hermanos Crusanteros, así llamado porque lo había criado uno de estos seis hermanos. Con el Boyero ganó dos peleas en el 49, 3 en el 50 y 3 este año, todas extraordinarias. Este año había peleado en las jornadas 8, 10 y 12, ganando en los tiempos respectivos de 1:20, 5:17 y 3:59. Pero cae ahora, en 7:17, ante un colorado palmero que venía a nombre del capitán Hodgson. El giro negro comenzó bien, y hasta la tenía ganada, pero un toque de cuerda lo dejó inútil. Cosas de los gallos. La foto de este gallo mítico puede verse en la página 362 del “Diccionario Gallístico de Canarias”.
De nuevo se volvía a empezar. Casi 30 minutos duró la cuarta riña, ganándole un giro de don Felipe Machado a un giro repetido de La Palma. Las cosas se ponen bien para el Norte, ya que también gana la siguiente, con un giro de 3 riñas del mismo casteador, que le gana a otro colorado palmero. 10 minutos.
El de la última del Norte pasó a la sexta, perdiendo ante un colorado de Gregorio Cubas en 55 segundos. El Norte seguía con la ventaja de 1 riña.
Mal se las veía Pancho, ya que el giro de la última venía incluso tuerto. No había gallos en la gallera de Santa Cruz, y de hecho los gallos de la cuarta, la quinta y esta última estaban en pésimas condiciones. Ya los otros dos habían perdido, y el de la quinta lo había peleado Pancho en otra jornada, huyéndose.
Pero este era un gallo de verdadera raza. Lo había traído de La Palma un hermano de don José Arnay, el dueño del gallo “Gente”, y decía que este giro era hermano del fantástico gallo “Gente”. Se enfrentaba a un colorado palmero a nombre de Miguel Lorenzo, el padre de Elías Lorenzo, que hasta hace una decena de años acudía a nuestras peleas, y casteaba por último con Antonio el Calvo y nuestro malogrado amigo Sarín. Como anota don Florencio, esta fue “la del lío”. Con los gallos muy malheridos, y bien pasada la media hora, Cecilio Acevedo se lleva su gallo, alegando que el otro no picaba (pero encima sin levantar el suyo), y pierde así la pelea. Aquello fue la de San Quintín.
Para La Espuela, en las condiciones referidas, la temporada fue un triunfo, que se confirmaría al año siguiente. Tan contentos quedaron los aficionados, que banquetearon a Pancho en el Hotel Camacho de Tacoronte.
En el programa aparece uno de los gallos sensacionales de la isla tinerfeña: el “Piedras Vivas”. Su imagen aparece en los programas del Norte desde los años 40 hasta el siglo XXI. Un gallo tan feroz que picaba hasta las piedras, y de ahí su nombre verdaderamente surrealista.
Hay que situarse en la época. El Norte disfrutaba de una hegemonía sobre La Espuela: mejores campos, mejores gallos, mejor casa de gallos. A fines de la temporada 1949-1950, se hace cargo de La Espuela Francisco Dorta, tras que las peleas en Las Palmas se suspendieran por la peste aviar, que fue asoladora en los años 50, sobre todo en Gran Canaria. El estado en que se encuentra la gallera de La Espuela es desolador, poco menos que necesitándose partir de cero. Es lo que Pancho hace, pero cuando se abre la gallera en diciembre, los gallos son pocos y parece una misión imposible ganarle al poderoso partido del Norte, donde encima cuida Domingo el Boyero, un hombre que jamás se deja dormir en los laureles.
Para Orlando Dorta, que ya vivió con su padre las gloriosas temporadas del Cuyás en los años 30 y 40, o sea cuando ya era una proeza derrotar a San José, una gallera muy superior a la de Triana, esta fue la temporada más meritoria de su padre, ya que con pocos gallos, repetidos muchísimas veces, y en ocasiones sin las condiciones adecuadas, consiguió entablar la temporada en la última jornada.
Como se verá en el programa por los datos que escribió don Florencio González, el joyero de La Laguna a cuya hija debemos la propiedad de tantos documentos gallísticos, hubo muchos cambios en este tremendo día de mayo. Tres por cada partido.
En la primera riña sube a la valla el melado de 8 riñas de don Jerónimo Pérez. Este colosal gallo había peleado la semana anterior, ante un colorado de don Pedro Rodríguez de 4 riñas. Los gallos se tocaron de entrada y se quedaron fijos. Pancho dijo de su gallo: “Si lo pica, lo mata”. Y así fue. Ahora se las ve con un melado grancanario de don José Villegas, que tenía dos riñas, y al que liquidó a los 2 minutos y 42 segundos. La temporada estaba entablada y se volvía a empezar.
En la segunda riña, gana el Norte y así vuelve a ponerse por delante. 1 riña tenía el giro de los Sres. Acevedo –los mejores casteadores del Norte– y 2 riñas el giro de Pedro Dorta. De este gallo decía Pedro Dorta que venía de la gallina “Tamarán”, una de las mejores de Gran Canaria. La pelea duró 13 minutos.
La pelea más esperada de la jornada fue sin duda la tercera. 8 riñas sumaba el fantástico giro negro de los Hermanos Crusanteros, así llamado porque lo había criado uno de estos seis hermanos. Con el Boyero ganó dos peleas en el 49, 3 en el 50 y 3 este año, todas extraordinarias. Este año había peleado en las jornadas 8, 10 y 12, ganando en los tiempos respectivos de 1:20, 5:17 y 3:59. Pero cae ahora, en 7:17, ante un colorado palmero que venía a nombre del capitán Hodgson. El giro negro comenzó bien, y hasta la tenía ganada, pero un toque de cuerda lo dejó inútil. Cosas de los gallos. La foto de este gallo mítico puede verse en la página 362 del “Diccionario Gallístico de Canarias”.
De nuevo se volvía a empezar. Casi 30 minutos duró la cuarta riña, ganándole un giro de don Felipe Machado a un giro repetido de La Palma. Las cosas se ponen bien para el Norte, ya que también gana la siguiente, con un giro de 3 riñas del mismo casteador, que le gana a otro colorado palmero. 10 minutos.
El de la última del Norte pasó a la sexta, perdiendo ante un colorado de Gregorio Cubas en 55 segundos. El Norte seguía con la ventaja de 1 riña.
Mal se las veía Pancho, ya que el giro de la última venía incluso tuerto. No había gallos en la gallera de Santa Cruz, y de hecho los gallos de la cuarta, la quinta y esta última estaban en pésimas condiciones. Ya los otros dos habían perdido, y el de la quinta lo había peleado Pancho en otra jornada, huyéndose.
Pero este era un gallo de verdadera raza. Lo había traído de La Palma un hermano de don José Arnay, el dueño del gallo “Gente”, y decía que este giro era hermano del fantástico gallo “Gente”. Se enfrentaba a un colorado palmero a nombre de Miguel Lorenzo, el padre de Elías Lorenzo, que hasta hace una decena de años acudía a nuestras peleas, y casteaba por último con Antonio el Calvo y nuestro malogrado amigo Sarín. Como anota don Florencio, esta fue “la del lío”. Con los gallos muy malheridos, y bien pasada la media hora, Cecilio Acevedo se lleva su gallo, alegando que el otro no picaba (pero encima sin levantar el suyo), y pierde así la pelea. Aquello fue la de San Quintín.
Para La Espuela, en las condiciones referidas, la temporada fue un triunfo, que se confirmaría al año siguiente. Tan contentos quedaron los aficionados, que banquetearon a Pancho en el Hotel Camacho de Tacoronte.
En el programa aparece uno de los gallos sensacionales de la isla tinerfeña: el “Piedras Vivas”. Su imagen aparece en los programas del Norte desde los años 40 hasta el siglo XXI. Un gallo tan feroz que picaba hasta las piedras, y de ahí su nombre verdaderamente surrealista.