sábado, 1 de enero de 2022

Un reportaje sobre Álvaro Tapia

Álvaro Tapia fue uno de los mejores aficionados a los gallos que ha tenido la capital tinerfeña. Venía de familia gallística y yo lo traté al final de su vida, facilitándome material muy valioso para el trabajo que yo estaba haciendo. Era persona simpática y cordial. Nos reunimos varias veces en una terraza de la Plaza de la Paz, cerca de donde él vivía. Lástima que ya estuviera enfermo, y recién operado, porque hicimos franca amistad. Al poco tiempo, el 12 de diciembre de 2006, moría con 84 años, sin llegar a ver el DGC, donde se le hacía justicia.

Sin ser un gallero de élite, Tapia tuvo sus triunfos. Afirmaba soñar con los gallos, que no solo cuidaba sino también criaba. Recientemente lo nombrábamos aquí, a propósito de sus temporadas en el Norte. He aquí un curioso anuncio de unas peleas contra Pancho, que tuvieron cuatro jornadas. En las anunciadas por el pasquín, celebradas en el Teatro Viana de La Laguna, quedaron 3 y una tabla.


Veamos ahora este programa de 1959, cuando acabada la temporada celebraron un desafío los partidos de San Cristóbal y el Nuevo de Tapia. En el partido lagunero cuidaba el veterano "Caballerito", pero Tapia se impuso por 5-2, ganándole los cinco primeros gallos. Casteaba él entonces con Luis Martín, peleando ese día cinco gallos suyos. San Cristóbal no podía quejarse de nombres ilustres entre sus casteadores: don Silvestre Carrillo, de Santa Cruz de la Palma, don Manuel Álvarez Peña, de Las Palmas, don Eduardo Pérez Ascanio, don Florencio González... Este programa nos recuerda otro de los espacios laguneros en que se celebraron peleas: las Galerías de la Calle Carrera, en pleno centro de la ciudad, como el Teatro Viana (de un lugar a otro no debían tardarse ni dos minutos).


De otro gran triunfo de Tapia, sobre Domingo Prieto, hablamos en otra crónica. Corresponde al año en que cuidó en Teguise, donde dejaría buenos recuerdos.

Y por fin he aquí el reportaje que le dedicó La Opinión en el año 2000, y donde habla de su trabajo como ebanista y, por supuesto, de su afición a los gallos: