Álvaro Tapia fue uno de los mejores aficionados a los gallos que ha tenido la capital tinerfeña. Venía de familia gallística y yo lo traté al final de su vida, facilitándome material muy valioso para el trabajo que yo estaba haciendo. Era persona simpática y cordial. Nos reunimos varias veces en una terraza de la Plaza de la Paz, cerca de donde él vivía. Lástima que ya estuviera enfermo, y recién operado, porque hicimos franca amistad. Al poco tiempo, el 12 de diciembre de 2006, moría con 84 años, sin llegar a ver el DGC, donde se le hacía justicia.
Sin ser un gallero de élite, Tapia tuvo sus triunfos. Afirmaba soñar con los gallos, que no solo cuidaba sino también criaba. Recientemente lo nombrábamos aquí, a propósito de sus temporadas en el Norte. He aquí un curioso anuncio de unas peleas contra Pancho, que tuvieron cuatro jornadas. En las anunciadas por el pasquín, celebradas en el Teatro Viana de La Laguna, quedaron 3 y una tabla.
Y por fin he aquí el reportaje que le dedicó La Opinión en el año 2000, y donde habla de su trabajo como ebanista y, por supuesto, de su afición a los gallos: