Los robos de gallos se han convertido en moneda corriente, habiendo aficionados, sobre todo en Gran Canaria, martirizados por ellos. Siempre hubo algo de picardía, pero esto ya es otra cosa: auténticos canallas que roban gallos de los mejores aficionados para luego pelearlos en riñas clandestinas, donde reinan las apuestas. Y que raramente, por no decir nunca, son atrapados.
Con todo, vamos a ver este antecedente de la cuestión, un robo maligno que saltó a las páginas del periódico de Las Palmas El Noticiero, miércoles 2 de junio de 1920. Además, fue perpetrado contra gallistas de una isla hermana (en gallos todas las islas son hermanas), que nada negaban a los verdaderos aficionados.
En esta temporada, Adolfito en San José le había ganado por 1 riña a Triana. En Tenerife, José Amador (“Pola Vieja”), en Garachico, había perdido ante Pancho por 13 riñas, pero tenía grandes gallos. En junio, se concertaron las peleas entre Garachico y San José. La primera jornada la ganó San José por 4-3, pero la segunda la perdió por mantilla. Luego vino el robo, que es lo que relata este largo artículo. Nótese que se habla de José Vega en vez de José Amador: o hay confusión, o en lugar de “Pola Vieja” vino algún corredor de Garachico.
Ya teníamos noticia de esta historia, y hasta con más datos que los que aquí se ofrecen. En efecto, uno de los gallos traídos por don Ernesto Huerta era el celebrado “Carriza” (de los “carrizos” de Tazacorte, porque ya en aquella época los grandes gallos de casta estaban en el Valle de Aridane). Escapó –quizás hasta fuera el principal objetivo, ya que además ganó en las dos jornadas– porque don Ernesto se lo había regalado a Sebastián de la Nuez y este otro gran aficionado ya se lo había llevado. También nos han dicho aficionados antiguos que los gallos aparecieron, en sus seretas, echados a un estanque, sin duda porque los ladrones huían con ellos y se vieron cercados. Pero leamos completo el artículo en cuestión, que lleva el contundente título de “Robo escandaloso”:
“Tenemos que dar cuenta de un hecho cometido en esta ciudad la noche del pasado lunes, del que protestamos enérgicamente a la vez que excitamos a las autoridades a fin de castigar cual se merece a los ladrones.
Trátase del siguiente hecho:
Como bien saben nuestros lectores, el partido de Garachico (Tenerife), que acaudillan los dignos caballeros don Ernesto León Huerta y don Antonio Ponte, concertó dos domingos de riñas de gallos, más que por razón de interés por sport, y para dicho efecto el señor Ponte vino a Las Palmas trayendo una selección de magníficos gallos que han peleado en el circo-gallera de esta ciudad y de cuyo resultado la prensa ha dado cuenta oportunamente.
La noche de lunes era la designada para regresar a Tenerife. Los gallos se hallaban preparados y dispuesto todo para el embarque.
A eso de las 7 el gallero tinerfeño José Vega, a quien acompañaba otro amigo, se encontró con Adolfito Ganges y con Luis Cabrera, de oficio herrero. Adolfito le ofreció regalarle un pájaro, y los cuatro llegaron a la Plaza de la Feria, pero eran ya las 7 y media y el gallero Vega tenía prisa y renunció al pájaro, y acompañado de su amigo regresó a su hotel, calle de Triana, a fin de habilitarse. Adolfito y su acompañante se quedaron en la plaza antes dicha.
A las 9 menos cuarto, el gallero de Tenerife se dirigió a la casa de gallos sita en la finca de antiguo conocida con el nombre de Cuyás, contigua al camino de Chil. Abrió la puerta y al tomar los gallos se encontró con que le faltaban los cuatro mejores gallos de la tanda.
Uno de ellos era el giro pinto de la primera pelea del domingo, otro el giro tostado de la quinta pelea, que la ganó al colorado de don Antonio del Castillo, el tercero el gallino «Coronela» de la sexta pelea ganador del giro de don Francisco Luzardo y el cuarto el colorado «Botánico» que peleó en la primera pelea del primer domingo, gallos todos de don Ernesto Huerta.
El robo de estos excelentes gallos se efectuó entre las horas 8 y 9 de la referida noche. Los ladrones tuvieron que abrir con llave falsa o entrar por un ventanillo trasero de dicha casa.
Cuando a las 9 y media José Vega fue a referir el hecho a don Antonio Ponte, que se hallaba en el Hotel Continental, se hallaban allí Adolfito y Cabrera, con objeto de despedir a aquel señor.
El robo es muy significativo por cuanto los autores del hecho sustrajeron los mejores gallos de los peleados, suponiendo todo ello que los ladrones conocían los bichos y fueron expresamente a llevarse los que más se distinguieron en las pasadas riñas.
El señor Ponte denunció el hecho a las autoridades y ha dejado encargado de ventilar este asunto en los tribunales a una persona de confianza, a fin de castigar cual corresponda a los autores del hecho.
Es vergonzoso y desdice grandemente el que a quienes se brindan a compartir con nosotros sus aficiones y entusiasmos del deporte gallístico sin interés de ningún género, trayendo sus mejores gallos para satisfacernos a todos, se les haga pasar por esta clase de hechos, pagándoles así su cortesía y sin temerse la consideración de la hospitalidad.
El hecho que se denuncia se halla en manos de la policía para su esclarecimiento, y como es de suponer que en el asunto se hallan complicadas gentes de pluma, no dudamos que al fin se encontrará a los ladrones, cosa que nos agradaría, pues un hecho realizado por unos cuantos, o por un sujeto, no puede achacarse a los partidos gallísticos contrarios (aunque vencidos), ni de ello puede tener culpa el pueblo ni nadie.”