Seguimos avanzando con la publicación de las cartas a Pancho el Músico, suerte de apéndice al estudio biográfico que le dedicamos en forma de libro hace unos años.
Andrés de las Casas y Casaseca era un palmero residente en Las Palmas. De temperamento exaltado, debió de ser una persona de cuidado, por lo que nos demuestra lo que sabemos de él.
Escribía de gallos en la prensa como Diógenes y como X.X. En 1936 emitía en el “Diario de Las Palmas” dudas sobre la honestidad de Pancho. Espuelas, algo en las plumas: lo de siempre en las personas de ánimo venenoso. Inmediatamente, se dedica a ponerlo por las nubes en unos grandes artículos, muy interesantes. Pero el 24 de mayo de 1937 vuelve, ahora en “Falange”, a sugerir acciones inconfesables. Nuevo y definitivo bandazo tenemos en esta carta, cuando ya el Músico se encuentra en Tenerife y todos –trianeros y joselitos– lo recuerdan en Gran Canaria. Rectifica lo que había dicho y vuelve a poner a Pancho por las nubes, incluso condenando a los que (como él) han dudado de su probidad y grandeza.
Por otra parte, lo vemos sembrar cizaña con el chisme que le larga sobre Juan Lucas. Pero ni Lucas terminaría la temporada, sustituido por el Boyero, ni estas peleas entre Tenerife y Las Palmas acabarían por celebrarse.
De todos modos, la carta es interesante, y la nota periodística una pequeña joya.
Andrés de las Casas y Casaseca era un palmero residente en Las Palmas. De temperamento exaltado, debió de ser una persona de cuidado, por lo que nos demuestra lo que sabemos de él.
Escribía de gallos en la prensa como Diógenes y como X.X. En 1936 emitía en el “Diario de Las Palmas” dudas sobre la honestidad de Pancho. Espuelas, algo en las plumas: lo de siempre en las personas de ánimo venenoso. Inmediatamente, se dedica a ponerlo por las nubes en unos grandes artículos, muy interesantes. Pero el 24 de mayo de 1937 vuelve, ahora en “Falange”, a sugerir acciones inconfesables. Nuevo y definitivo bandazo tenemos en esta carta, cuando ya el Músico se encuentra en Tenerife y todos –trianeros y joselitos– lo recuerdan en Gran Canaria. Rectifica lo que había dicho y vuelve a poner a Pancho por las nubes, incluso condenando a los que (como él) han dudado de su probidad y grandeza.
Por otra parte, lo vemos sembrar cizaña con el chisme que le larga sobre Juan Lucas. Pero ni Lucas terminaría la temporada, sustituido por el Boyero, ni estas peleas entre Tenerife y Las Palmas acabarían por celebrarse.
De todos modos, la carta es interesante, y la nota periodística una pequeña joya.