Reproducimos hoy un artículo en que Asdrúbal Betencourt informaba a los aficionados mejicanos de cómo era la afición en Canarias. Claro que en 1974 aún las tradiciones eran las tradiciones, y hoy las cosas han cambiado mucho, para peor. Pero ya hay una señal sombría: para Asdrúbal no quedan cuidadores, una vez desaparecidos Pepe Palmero y Pancho el Músico. Esto nos resulta algo exagerado, ya que aún cuidaba Pablo Amador e iniciaban su andadura Adolfo el Pichón y Toño el Rebotallo, sin olvidar a Domingo Prieto, Miguel Acosta, Roberto o Arnoldo. Pero sí es cierto que ya las cumbres de Pancho y de Pepe Palmero no se darían más. Hoy la crisis de cuidadores es total, solo restando en plenitud Quico Acosta y aún faltando tiempo para que Samuel el Canario o Pedrito, que son los que más apuntan, logren consagrarse. Pero las perspectivas son negras: las galleras llevan camino o de ni tener cuidadores o de desaparecer, para dar paso a los campeonatos de casteadores al estilo de los otros países.
La revista “Cantaclaro” tuvo mucha fama, apareciendo el artículo en el n. 3 de su año 17, noviembre de 1974.
Algunas correcciones: en Lanzarote la afición ya estaba consolidada en el siglo XIX, incluso con partidos. Y a Fuerteventura pertenecen las primeras noticias gallísticas de Canarias, hacia 1700. Por tanto, tampoco puede afirmarse lo de que son los ingleses quienes trajeron la afición de los gallos a Canarias, siendo lo más lógico que lo hicieran los pobladores peninsulares, en el siglo XVII, si no ya en el XVI.
Asdrúbal caracteriza muy bien al gallo clásico canario. También están anticuadas sus palabras sobre las drogas, que hoy usan los galleros de modo corriente, y sobre las espuelas, que comienzan a ser mayoritariamente plásticas, como de plástico es la época en que vivimos. El uso de drogas y el de las espuelas plásticas permiten al cuidador trabajar menos, aunque ello también viene motivado por el abandono de los campos, ya que cada vez se crían menos gallos sueltos y, en consecuencia, ni los gallos tienen la fuerza de antes ni se encuentran espuelas naturales sanas con la facilidad de antes.
Adviértase que la foto de la pág. 22 es una variante de la que publicamos el pasado miércoles al hablar del “Ramblero”.
La revista “Cantaclaro” tuvo mucha fama, apareciendo el artículo en el n. 3 de su año 17, noviembre de 1974.
Algunas correcciones: en Lanzarote la afición ya estaba consolidada en el siglo XIX, incluso con partidos. Y a Fuerteventura pertenecen las primeras noticias gallísticas de Canarias, hacia 1700. Por tanto, tampoco puede afirmarse lo de que son los ingleses quienes trajeron la afición de los gallos a Canarias, siendo lo más lógico que lo hicieran los pobladores peninsulares, en el siglo XVII, si no ya en el XVI.
Asdrúbal caracteriza muy bien al gallo clásico canario. También están anticuadas sus palabras sobre las drogas, que hoy usan los galleros de modo corriente, y sobre las espuelas, que comienzan a ser mayoritariamente plásticas, como de plástico es la época en que vivimos. El uso de drogas y el de las espuelas plásticas permiten al cuidador trabajar menos, aunque ello también viene motivado por el abandono de los campos, ya que cada vez se crían menos gallos sueltos y, en consecuencia, ni los gallos tienen la fuerza de antes ni se encuentran espuelas naturales sanas con la facilidad de antes.
Adviértase que la foto de la pág. 22 es una variante de la que publicamos el pasado miércoles al hablar del “Ramblero”.