sábado, 8 de agosto de 2020

Recordando a don Nicolás Díaz de Aguilar


Fue uno de los más grandes aficionados que han tenido los gallos en Canarias a lo largo de muchas décadas del siglo XX, eximio casteador y espejo de soltadores. Pilar del partido de Triana desde los años 20 hasta los 60, el Músico le peleó gallos soberbios y fantásticamente preparados en sus fulgurantes años en Las Palmas, pero son infinidad los gallos memorables de este pluscuamperfecto aficionado.
Cuando muere, en 1976, era presidente honorario de la gallera de Las Palmas y el decano de la afición. Su hijo, Nicolás Díaz de Lezcano y Mujica, continuaría un tiempo con sus castas durante una década más.
Hoy recogemos el bello artículo que le dedicó Santiago Aranda en La Provincia el 20 de octubre de 1976, y damos en seguida la historia del “Tuerto”, uno de sus gallos más famosos. Me limito a reproducir la entrada del Diccionario gallístico de Canarias, porque muchos no tienen el libro y porque nunca está de más refrescar estas viejas gestas de nuestra afición.


Tuerto, el   Fantástico colorado dróper de José Díaz de Lezcano, casteado por Nicolás Díaz de Aguilar y preparado por Domingo Prieto en las temporadas de 1958 y 1959. Hizo cuatro peleas en el 58. La primera la entabló, en la jornada decimoprimera, ante un colorado de Ramón Rodríguez, escribiendo Montenegro: “Se defendió muy bien, recurriendo a sus habilidosas salidas al verse dominado por su rival, pero tiene la mala suerte de alcanzar un cañazo y de perder un ojo. Por si fuera poco, alcanza fuerte tajo en la cabeza y sangra. Siguen sus salidas y ataca y perfora también la cabeza del joselito, y le tapa un farol. El de San José, sin embargo, es valiente y potente y vuelve al ataque y domina. A su favor se cantan las apuestas, mas el de Triana, gallo astuto, lo dejó ciego y se produjeron las tablas salvadoras.” Gallo frío, tras perder el ojo se volvió tremendamente desconfiado, poniendo toda su inteligencia en eliminar cuanto antes al contrario. Dos jornadas después le ganó a un giro también repetido de Villegas, que comenzó dominándolo; “el Tuerto” hizo sus oportunas salidas y entró a matar, dejando de un espolazo fuera de combate al giro, en medio de una salva de aplausos. Dos domingos después reapareció, ganándole a un giro de una riña del propio Villegas; esta vez lo hizo de modo relámpago: “Una vez más demuestra el trianero que es un gallo tremendo de espuelas. Hizo salir al joselito con un farol roto de muy mala manera, e imposibilitado para seguir el combate, por lo que fue inmediatamente retirado.” Acabada la temporada, “el Tuerto” lo presenta Domingo, tres semanas después, ante La Espuela de su maestro Pancho, en el Cuyás, y vuelve a repetir su hazaña, al ganar desde que mete el pico, concretamente a un colorado de Ángel Benítez de Lugo, al que cogió de tijera. El gran dróper, que subió a la valla con un peso entre 3.13½ y 3.15, fue, con “el Larraz” (otro dróper), el mejor gallo de la temporada. A principios del 59 estaba casteando, pero resurgió el primer domingo de la liguilla ganándole a un temible giro de dos peleas de Modesto Torrens preparado por “el Boyero” en el Norte; con su frialdad de siempre, realizó varias salidas hasta marear al contrario, y al final, esquivando y con paso reposado y torero, atacó y salió hasta dominar por completo.