Hoy
vamos a recordar a otra de las figuras señeras del mundo gallístico canario desaparecidas
en los últimos años: Marcos Melián, “gallero de Gáldar”, como así de
sencillamente decían a veces los programas de las peleas.
Marcos
Melián fue un cuidador de excelentes cualidades durante muchísimas temporadas
en su isla, allá por las tres últimas décadas del siglo XX, en que la afición
grancanaria se había reducido bastante, pero aún mantenía la pujanza de muchos
apasionados de nuestro animal totémico. Curtido en las galleras de la isla con algunos
buenos cuidadores que aún quedaban, tuvo en Antonio Gutiérrez la conexión con
la más maravillosa escuela que ha tenido Canarias, o sea la del Músico, ya que
Gutiérrez había aprendido de Pepe Palmero y se consideraba discípulo suyo.
Tengo
muy buenos recuerdos de Marcos Melián, pero de entre ellos el mejor lo voy a
referir ahora. Venía yo en barco desde Lanzarote tras la celebración de un
campeonato regional (cuando estos no eran la burda caricatura en que se
convirtieron luego) y al cabo de un buen rato, descubro desde la cubierta, que
es donde siempre me gusta viajar, que en el salón grande iba Marcos Melián, con
su señora. Entro y empezamos a hablar de gallos. Al fin se anuncia la entrada
en el puerto de Las Palmas, nos levantamos y le digo: “¿Te das cuenta de que
llevamos cinco horas sin hablar de otra cosa que de gallos?”. Faltó añadir que
así podíamos haber seguido hasta el día siguiente.
En
las temporadas 2001-2002 y 2002-2003, Marcos Melián cuidó en La Espuela y allí
lo fui a ver en varias ocasiones, como “compatriotas” que éramos. Ganó con
brillantez esas dos campañas, pero no así la de 2006-2007, con una casa de
gallos muy mermada y además (algo que a veces no comprenden los aficionados)
con la edad de 60 años, en que las facultades ya aflojan y más tratándose de un
gran corredor de gallos como él era.
Lo
volví a ver en unas peleas sueltas en la gallera de Antonio Bolaños. Estaba el
Pichón y le dijo que ese mismo verano le enseñaba a hacer espuelas, ya que a
Marcos las espuelas se las hacían, lo que no es defecto mayor, ya que el propio
Pepe Palmero, quien a mi juicio llegó a ser al final de su vida el mejor
gallero que hemos tenido después del Músico, tenía quien se las hacía porque él
no era muy amañado.
Presento
hoy una serie de fotografías, aunque lamento no tener alguna de los años 70. Y
aporto un enlace muy sobresaliente: la bella semblanza que le dedicó Alfredo
Ayala Rodríguez.
En
la gallera de Telde, con Ernesto Domínguez y dos inolvidables, colosales
aficionados: Antonio Hernández y Domingo Valerón:
Sobre
la valla del López Socas, con el gran casteador y soltador Domingo Díaz:
En
Guímar, con otro gallero de campanillas, el palmero Arnoldo Pérez:
Pesando los gallos, entre Francisco Martín (La Espuela) y Pedro Cabrera (Norte):
Festejando el Campeonato Regional de Lanzarote, en 2004, con Juan Manuel Moreno:
Foto
de familia en La Espuela, con entre otros Virgilio, Luis Barre Barre, Eduardo
F. de la Puente, Camacho, Vicente Sosa, Rogelio López, Eusebio Luzardo, Ángel
Benítez de Lugo, don Antonio, Fiti, Francisco Martín, el Kíkere y Chicho el Capitán:
Observando
unas pechas, con Eusebio Luzardo y Arquímedes Acosta, en la gallera de La
Espuela, bajo la mirada de Pepe Palmero, el Foño, Maso y el Músico, santo
patrono de la Casa:
En Teguise, con Suso Yanes, gallero tinerfeño establecido en Gran Canaria:
¡Marcos
Melián, “gallero de Gáldar”!: