miércoles, 16 de octubre de 2013

Teguise, 1972


Esta temporada tuvo más emoción que las anteriores, ya que Teguise ganó por 1 riña, en la última pelea. A la tercera fue la vencida, y Carmelo Acosta logró triunfar, y ante Adolfo “el Pichón”, quien iniciaba su largo y glorioso periplo lanzaroteño, donde va a cuidar, siempre en Arrecife, por 9 temporadas consecutivas, un verdadero record en los anales gallísticos lanzaroteños y de cualquier isla. Volverá a cuidar allí nada menos que 14 temporadas más, tanto en una gallera como en otra, aunque casi siempre en la Villa. Carmelo, por su parte, sería contratado al año siguiente por la gallera Guerra, haciendo una gran temporada ante Tazacorte, Los Llanos y Güímar.
La temporada constó de 12 domingos, con llenos habituales, como era norma por aquellos años. Escenarios: el Teatro Municipal de Teguise y el Círculo Mercantil de Arrecife.
Carmelo comenzó ganando por 3-2 y dos tablas, pero Adolfo se le adelantó en la segunda jornada con un capote rabón. Esta ventaja la iría reduciendo Teguise, hasta poder adelantarse. Así llegamos a esta última jornada, en que Teguise llevaba 2 riñas. Pierde por 4-3, pero se hace con la ventaja.
A estas peleas asistió Pancho “el Músico”, quien manifestó su entusiasmo por lo que vio, aunque no hay quien se crea que le dijo al periodista  Francisco Perdomo que  en su larga carrera jamás había visto algo igual. El papel aguanta lo que le echen.
Al final, gritos apoteósicos de “¡La Villa! ¡La Villa!”, y Carmelo levantado a hombros, como se ve en la foto que aportamos. Adolfo, como de costumbre, sacaría su cara más larga. Escribe Francisco Perdomo, en El Eco de Canarias, y esto sí puede creérsele:
“En ese preciso momento, sonaron las tracas, las calles de la Señorial Villa fueron recorridas por sus enfervorizados incondicionales con su banda de música, portando pancartas, y aupando en hombros como acto de adhesión a su cuidador Carmelo Acosta. Esto era ayer, después de las peleas, la Villa de Teguise, un espectáculo lleno de colorido, con unos hinchas entusiastas que cantaron el alirón y que la gozaron de lo lindo”.
Entre el público estaban también don Eduardo Pérez de Ascanio, de quien peleaba Arrecife cinco gallos, y don José Hernández López, de quien peleó Teguise dos. Este día hubo gallos de las cuatro islas gallísticas.
La primera riña la ganó brillantemente  el giro de la Capital. En la segunda, con dos gallos de mucha espuela, gana de nuevo, y matando, Arrecife. Por tanto, se volvía a empezar.
Teguise se recupera con la tercera, cogiendo varillas el  bragado de Arrecife. En la tercera, el gallo de Arrecife viene con más peso, pero restadas algunas plumas al fin pelea, y pierde tras haber sido echado de la valla  por el gallino de don José Hernández López.
En la quinta, mucho palo, y otro gallo de Arrecife que se huye. La impresión que da es que Adolfo se vio al final sin gallos, porque además no peleó en la temporada tanto gallo de Pérez de Ascanio.
En la sexta, el “Mulato Presidente” de don Agustín Cabrera aventaja, pero al quedar ciego resulta acribillado. Habían caído, pues, los tres gallos de 2 riñas que presentaba Teguise.
Última y decisiva riña. Pero aquí le damos la palabra al periodista que la describió:
“Con gran incertidumbre y muchos nervios en las gradas, comienza esta trascendental finalísima, aventajándose el retinto capitalino de don Joaquín González casteado por Pío-Pío, enfarolando de entrada a su contrario, mas este replica con un tremendo puñalón de vena que lo deja con ventaja. Percatándose de ello el soltador arrecifeño, pide repetidas veces la tabla, que no le es concedida. Al final el gallino de don Domingo Ferrer del castío de don José Hernández, saca una bonita serie de tiros que lo inutiliza por completo. 4-3.”
El cronista felicita a ambos cuidadores por haber llevado a lo largo de la temporada los gallos en perfectas condiciones y por haber brindado “una temporada preciosa, llena de interés e incertidumbre hasta el último minuto”.


No fueron famosas, en cambio, las peleas del siguiente programa que reproducimos, con Adolfo enfrentándose a su gran maestro, Pablo Amador, quien en Tenerife venía de ganarle por 15 riñas a su condiscípulo Domingo Prieto. A Adolfo le ganó por cuarta vez el pinto de su colega palmero Roberto Hernández (con quien protagonizaría, por cierto, grandes temporadas en Lanzarote), pero no pudo ganarle “el Bueno, el Feo y el Malo”. Pablo ganó por 5-2, siendo sus gallos triunfadores los de la segunda, tercera, quinta, sexta y séptima.