Este séptimo número de la revista venezolana que dirige Manuel Urbano
lleva como siempre un póster, esta vez cuatripartito: se trata de la
reproducción de cuatro murales que el pintor venezolano Francisco Narváez hizo
para la casa de la Hacienda Guayabita, representando el “joropo” (baile
tradicional), un “coleo de toros”, el juego de bolas y las peleas de gallos,
con que abrimos esta reseña.
Como siempre, se pasa revista a una serie de eventos gallísticos
celebrados a lo largo y ancho de la geografía venezolana. Así, el 9º Torneo
Toma de Puerto Cabello, en la gallera Los Halcones de El Cambur. El inicio de
temporada en el Club Gallístico Páez de Zaraza, con homenajes a aficionados y
una “feria de crestones”, destacando la presencia de Rosa Elena Brito, zaraceña
que sigue la afición de su marido, y el detalle curioso de unos estudiantes de
veterinaria que pasaron consulta gratis a los aficionados. La 4ª Feria de
Pollos Crestones y Lisos en el Club Gallístico El Fogón de Jabillote, estado de
Anzoátegui. La “jugada gallística” en el Club El Bucare de El Chaparro,
municipio de Mac-Gregor. Y la 7ª Feria del Pollo Crestón en la Maestranza de
Barcelona (también estado de Anzoátegui), con 67 peleas del máximo nivel, y con
participación internacional, en un tiempo máximo cada una de 15 minutos y
longitud de 26 milímetros para las espuelas. Otro detalle curioso, en las
antípodas de las “científicas” labores veterinarias: marcaron presencia los
famosos “curagallos” Juan Carlos Vargas (de Monagas) y Adalberto Berrios (de
Miranda), “quienes tras cada combate recibían los gallos malheridos o
moribundos y, con sus oraciones, técnicas chamanes y ungüentos amazónicos los
dejan de pie, sanos y salvos.”
Interesantes son las visitas a la Cuerda Los Gavilanes, en Maturín, donde
las peleas se celebran por la noche, y al Club Gallístico El Danubio Azul de
Montalbán (estado de Carabobo), enclavado en una casa colonial. Durante los
años 60, recordados con mucha nostalgia, se celebraban peleas los sábados en el
Club Comercio de Valencia y los domingos en El Danubio Azul.
Hay un reportaje sobre el embuchamiento, que se atribuye a parasitosis,
deficiencia de minerales o cambios en los hábitos minerales. El remedio es el
mismo que ha sido conocido siempre en Canarias: bicarbonato, aunque también he
oído hablar de sopas de pan. Es necesario asimismo dietar de inmediato a las
aves. Desde Puerto Rico, un aficionado recomienda la lechosa madura, la sábila,
cebolla picada y salsa de tomate.
Dos aficionados merecen reportaje monográfico. Manuel Barea Figueroa es
un conocido gallista jerezano que quiere llevar de nuevo a Venezuela gallos de
esa zona tan prestigiosa (la más prestigiosa de España junto a la asturiana y
la canaria). Nos enteramos que ello no se lleva a cabo desde hace 20 años, por
dificultades legales.
Luis Berrios “un caballero del deporte”, es un joven y gran aficionado
portorriqueño, muy inteligente a tenor de las respuestas que da a las muchas
preguntas que le formula Ruben Elías Rodríguez. Ya su abuelo era gallero, y a
los 9 años le regalaron a él su primera gallina. Hoy es famoso sobre todo por
su gallo de casta C11, del que han salido gallos que se crecen en el combate.
Este gallo era hijo del Quemao, bisnieto a su vez del Rafaelito, sobre el que
hablábamos hace unas pocas semanas, al reseñar el número anterior de El
Gallo de Cría. También es bisnieto del Capitán y, por parte materna nieto
de un famoso canabuey o “camagüey”, como
dicen ellos. Así se entiende que no haya dado grandes gallos por pura
casualidad. El C11 se lo regalaron a Luis Berrios, allá por 1999.
A la pregunta de cuál es su “método de selección” responde: “El primero
para la selección es el pedigree, y luego voy a las cualidades que deseo:
gallos que sean veloces, fuertes, de estamina, espuela y raza. Siempre
selecciono los animales de mejor físico, fortaleza y estatura para comenzar a
realizar cruces”. Sobre si usa la consanguinidad, cuestión siempre debatida,
responde que sí: “Es necesaria para conservar una buena línea de gallos. Si no
se hace así, como llegaron, se perderán. No son muchas las ocasiones en que un
criador se encuentra con aves prepotentes y de cualidades excepcionales. Cuando
se descubren hay que aprovecharlas al máximo, y esta es la forma adecuada.
Podrás fijar cualidades y conservar la línea”.
El gallo de Puerto Rico lo considera “una de las mejores razas del
mundo”. Preguntado por los mejores gallos de allí, responde que las
descendencias del Rafaelito, El Capitán, El Millonario, El Chispa, El
Mujeriego, los Negros de Quiqui Arce, el Gallo negro de Goyo y otros de nombres
menos pintorescos y más técnicos. Sobre los gallos orientales considera que el
cruce con el gallo portorriqueño quizás los haga superarse en combate, “pero
jamás tendrán la velocidad, finura y valentía de nuestros gallos”. De Cuba
opina que “ha bajado mucho la calidad de sus gallos precisamente por la
influencia de los orientales en muchas de sus líneas”. En Canarias, en cambio,
como sabemos, los gallos orientales que llegaban sobre todo al Tazacorte de don
Saturnino a fines del XIX y principios del XX, fueron muy benéficos para la
raza de gallos canaria.
Este gran aficionado, para quien “ver un gallo en un redondel haciendo un
gran papel no tiene precio”, habla luego de su método de crianza y de su plan
sanitario, y acaba con este mensaje, a la vez que da generosamente su correo
para quien quiera hacerle consultas (luisbe@live.com):
“Los países latinoamericanos tenemos muchas cosas en común: idioma, religión,
etc., pero en mi experiencia personal, los mejores amigos, de todas partes del
mundo, los he conocido en los gallos, desde el más humilde hasta importantes
dignatarios”.
El otro reportaje sobre Puerto Rico lo hace el mismo Rubén Elías
Rodríguez. Una ley de 1933 eliminó la prohibición de las peleas y las instituyó
como deporte en el país, ¡y fue firmada con una pluma de un gallo, llamado
Justicia! La ley fue modificada en 2007, considerando los gallos un derecho
cultural de los ciudadanos de Puerto Rico. ¡Qué diferencia con Canarias, donde
han estado no menos enraizadas, pero donde políticos ignaros y ecoburócratas
sin cultura alguna lo que han hecho es hostigar un deporte sano que defiende a
los animales y a la naturaleza!
Las peleas duran allí 14 minutos, y se busca en los casteos sobre todo la
velocidad. Hay más de 18.000 casteadores, y tres clubes con 84 galleras
autorizadas por la Oficina de Asuntos Gallísticos. La instalación más antigua
es el Club Gallístico San Juan (“La Muda”), fundado en 1954 siguiendo el modelo
del Club Gallístico de La Habana. Donde más peleas se celebran es en la gallera
de Las Palmas.