Foto: En la gallera del Norte, Nilo Palenzuela, Felipe Reyes, Valentín Lorenzo y Francisco Javier Delgado, ayudante del partido. Los dos ejemplares son de Palmerito, uno de los puntales del partido. Pasamos hace dos semanas por esta gallera, donde Valentín, siempre la amabilidad personificada, nos fue mostrando todos los gallitos, que pertenecen a los casteadores de toda la vida.
*
Los partidos del Norte y La Espuela ya se disponen a celebrar su tradicional contrata, con las pechas generales habiendo dado un buen resultado. Este año hay que felicitar a ambas directivas por haber contratado a dos cuidadores serios y de brega: Valentín Lorenzo por la gallera del Valle y Samuel Acosta por la capitalina. Valentín intentará la proeza de ganar ahora en el Norte, ya que lo hizo en La Espuela, brillantemente, en la temporada de 2005. Samuel Acosta, tras cuatro temporadas consecutivas en La Lucha (ganándole en dos de ellas nada menos que a Quico y a Toño), viene a Tenerife para demostrar que también lo puede hacer bien en otro partido, con otros gallos y en unas circunstancias muy diferentes.
Si es cierto que el Norte va a pelear en sede propia, solo es de lamentar el uso de espuelas industriales. Uno de los argumentos que se dan para esta degradación es el de que salen más baratas. Raro misterio, porque antes los partidos tenían sus propios artesanos de espuelas, y los buenos galleros sabían hacer sus espuelas, siendo por ello el gasto... nulo. ¿Cuál es el misterio? Lo que ocurre hoy es que ya ni se crían gallos de la tierra, los finos se crían en gallineros (y de ahí que las espuelas sean, en general, deficientes) y no hay aficionados como un Antoñito Martín o un Asdrúbal Bethencourt, o cuidadores como un Pablo Amador o un Domingo “el Boyero”, que se llevaba para Las Palmas, cuando acababa la temporada en el Norte, SACOS de espuelas (claro que en sus tiempos los gallos se criaban sueltos en los campos, y había tantos en el partido de La Orotava que Domingo ni pollos peleaba).
Pancho “el Músico” ha sido el mayor artista de espuelas que ha tenido Canarias. Siempre estaba haciendo espuelas, no como hoy, en que los cuidadores van a la comodidad. Y regalaba muchísimas, sobre todo a La Palma. Una vez le mandó un montón a Quico Cáceres, a Los Llanos, quien, en agradecimiento, le envió un queso...
Un aficionado nos ha escrito contándonos que este año Tazacorte pidió pelear con espuelas plásticas, negándose Los Llanos porque el año pasado lo pidieron ellos y Tazacorte se negó. Pero en Tazacorte no nos corroboran para nada esa historia. El partido que dirige, y muy bien, Miguel Lorenzo cuenta con un arsenal de cien pares de espuelas naturales traídas de Cuba, donde por tanto se siguen haciendo, y que se consiguen más baratas que entre los listillos sudamericanos que tenían montado aquí su negocio. Aunque ya hemos dicho que la batalla está perdida (como todas o casi todas), es una muy bella noticia que Tazacorte y Los Llanos, la contrata con más solera de Canarias, continúe al modo de siempre, honrando nuestras tradiciones y honrando a nuestros antepasados, sean cuales sean las razones por las que continúan por ese camino.
Luego está el argumento de la “igualdad”. Deben ser los años de lavado de cerebro político. El pueblo parece haberse tragado esa mentira política de la “igualdad”, y es curioso, porque a la vez sabe perfectamente el pueblo, y lo sabe en su propia carne, que esa igualdad ni existe ni son precisamente los políticos los más indicados para hablar de ella, ya que no solo se sitúan en seguida por encima de los demás y se llenan de privilegios, sino que se dedican a crear nuevas desigualdades. Tener unas buenas espuelas siempre fue un mérito, como cuidar mejor que otro, o tener un partido buenos casteadores. ¿Y hay menos “igualdad” que en los campeonatos de casteadores (por no hablar del llamado “campeonato regional”), donde, muchas veces, el triunfo de un casteador depende de los gallos que le toquen en el sorteo, a veces impresentables en una valla, porque no tienen ni el mínimo de cuido competente? Casos como el de Pepín hace unos días, o el de casteadores punteros como los Hermanos Elvira o Miguel Lorenzo son la excepción que confirma la regla.
Todo esto retrata una afición decadente, pero lo triste es que encima se reciban con total hostilidad las críticas bastante tibias que hacemos de vez en cuando a estas cuestiones, estando como estamos en rotunda minoría.Se dice que las espuelas naturales postizas han generado conflictos, pero lo que no se dice es que por ejemplo en Venezuela, donde se han impuesto las de plástico, la situación va ya rumbo a convertirse en la misma que había con las de carey, como leíamos hace cosa de una año: “Ya personas sin escrúpulos algunos están modificando las espuelas plásticas, reusándolas y halándolas; están entrando en el país plásticas de diferente conformación, lo que puede llevar a un caos peor al que teníamos con el carey”.
¡Cómo han cambiado los tiempos! Hace tres o cuatro décadas, Asdrúbal Bethencourt vendía espuelas a América. Hoy nosotros se las compramos.
Y para acabar, una anécdota. Allá por el año 1928, Pancho peleaba contra Solís una contrata de cuatro jornadas. Gana la primera y el partido contrario pide que utilice las espuelas de Solís. “El Músico”, para acabar con las maledicencias, accede, y no solo gana la segunda jornada por 4-2, sino que le mete una mantilla en la última. A la temporada siguiente, Pancho está en La Espuela y “Pola Vieja” en La Orotava. Esta vez es el cuidador contrario el que va a utilizar las espuelas de Pancho, porque dice que no sabe hacerlas como él. Al domingo siguiente recibe un capote y acaba perdiendo por 24 riñas.
Pero hazañas como estas ya no las protagonizará nadie.