miércoles, 17 de octubre de 2012

Aficionados en el recuerdo: Tenerife (1)

Hace dos semanas fallecía, a los 82 años, uno de los buenos aficionados de la Villa de La Orotava: Domingo García, quien fue, además de casteador, administrador de la casa de gallos del Norte durante toda la época de Domingo Morales “el Boyero”, o sea desde fines de los años 40 hasta principios de los años 60.
Conocí a Domingo García en su muy bonita casa de la calle Verde de La Orotava, tan llena de sabor antiguo, y donde yo mismo había vivido años atrás. Fue con motivo de la elaboración del “Diccionario gallístico de Canarias”, y él no solo me revivió la figura del “Boyero”, de quien guardaba un recuerdo maravilloso (hasta llegó el gran cuidador aruquense a quedarse en su casa), sino que me facilitó la hoja del reportaje que una revista alemana hizo en la gallera del Norte, con su tocayo en destaque y, sobre todo, la curiosidad de ser un reportaje a todo color.
Son muchos los gallistas que he de evocar en esta serie de recuerdos de aficionados desaparecidos, y, como hice en el capítulo de Gran Canaria, comenzaré por los más antiguos. En la siguiente foto aparecen juntos dos de los más grandes: don Eduardo Pérez de Ascanio y don Florencio González. Eran de ideologías políticas contrarias (franquista el primero, republicano el segundo), pero la amistad desde la infancia, unida a la pasión por los gallos, podía más que esas discrepancias que a veces nos envenenan. Al primero no lo traté, pero tampoco necesita presentaciones: fue uno de los casteadores más extraordinarios que tuvo la isla de Tenerife durante muchas décadas, y además su hijo, de todos conocido, continuó la afición con su mismo fervor. A don Florencio sí lo traté bastante, en las peleas tanto como en su pequeña joyería de la calle Herradores de La Laguna, donde por último solía estar leyendo el periódico como el gran señor que era, y merecedor ya de un buen descanso. Era un hombre serio, grave, de respeto, y también culto e inteligente. Lo entrevisté para “Jornada”, pero entonces yo no conocía bien la historia de los gallos en Tenerife, y hoy me queda pena no haber indagado más en su memoria, que venía de fines de los años 20. Esta foto fue realizada por Nicolás Lezcano en 1992, y tiene el interés de tratarse de la última jornada de riñas a que asistió don Eduardo, quien aparece a la izquierda.


La siguiente imagen no le va a la zaga en sabiduría gallística: nada menos que Asdrúbal Bethencourt, Totoño y Cecilio Acevedo aparecen reunidos en una foto que les saqué en una casa de comidas del barrio marinero de San Cristóbal, con motivo de su asistencia a un campeonato regional celebrado en Las Palmas. Se trata de tres verdaderos gigantes de la afición canaria, sobreviviendo solo Totoño, sabio aficionado de Tazacorte. Asdrúbal fue el cronista de muchas décadas y verdaderamente vivía para los gallos. Cecilio Acevedo, legendario soltador de las citadas temporadas del Boyero, era uno de los pilares del Norte, a diferencia de Asdrúbal, que era partidario de La Espuela. Como yo vivía en La Orotava, fue a don Cecilio a quien pude tratar bien, ya que, con más de 80 años, seguía yendo a las peleas, como había hecho toda la vida. Hombre de gran poderío físico, en su manera de ser poseía la misma fortaleza, yo diría que granítica. Era una persona también de mucha simpatía, y lo recuerdo con especial afecto.


Vemos por último a otro gran aficionado de Santa Cruz de Tenerife: don Alonso Lecuona, uno de los muchos médicos aficionados a los gallos (era un prestigioso pediatra). Con él hablé muchas veces en las peleas, tanto en las de La Espuela y el Norte como en las de Garachico y Güímar. Asistía a todas, en compañía de Antoñito Martín y de Monteverde. En esta foto lo vemos recibiendo una placa de homenaje. A su lado, Nayra Martín, Virgilio Pérez, Cecilio Acevedo (hijo) y Francisquito Martín. Don Alonso recibía un justo homenaje por sus años de aficionado, habiendo casteado muchos gallos, entre los que destaca, sin duda, el célebre “Manzanita” que le peleó “el Músico” en los dorados años 50.