O simplemente Mederos. Ha sido, con Gonzalo Alberto y Tato Reyes, el estandarte de la afición güimarera en las últimas décadas.
Procedente del Valle de Aridane, arribó muy joven a la bella tierra sureña, combinando su afición futbolística con la gallística, siempre sacando gallos y siempre colaborando en primera línea con su partido.
En la veintena de años que asistimos a las peleas en Güímar, nunca faltó la presencia incomparable de Mederos, con un buen habano entre los labios y vendiendo la rifa del cabrito. Mederos destaca por el señorío de su presencia amable y cordial, y su vozarrón y maneras de maestro de ceremonias lo convertían en la persona indicada para subir a la valla con vistas a informar de algo o a hacer una entrega de premios.
Por mi parte, considero una fortuna haber podido tratar a una persona tan llana, tan caballerosa y tan desbordante de simpatía. Con Gonzalo o Tato, ya citados, pero también con Juan Reyes o Antonio el Cenizo, Mederos expresa muy bien la grandeza de una afición modesta, de gente tan trabajadora como generosa, a la que debo tantas horas de la compañía más grata que se puede disfrutar.
miércoles, 27 de julio de 2011
Domingo “el Boyero”, 1957
Este reportaje de una revista alemana tiene el valor añadido de ser la primera vez en que aparecían unas fotos gallísticas canarias a todo color.
El turismo germánico en el Valle de La Orotava propició este curioso reportaje, que atesora Domingo García en su casa de la Calle Verde, ubicada en el corazón de la Villa.
Estaba entonces la casa de gallos en La Asomada, y por supuesto cuidaba en ella Domingo Morales “el Boyero”, de quien Domingo García guarda un recuerdo entusiasta, como ocurre con tantos aficionados del Valle.
Aparte un cuidador extraordinario, “el Boyero” era una persona sencilla y reservada, de pocas pero esenciales palabras. Un hombre de una época que ya desapareció, arraigado en la ruralidad aruquense y para quien todo era la seriedad y el trabajo.
Menos conocido es que tuvo algunos años de ayudante a otro gran aficionado de Gran Canaria, nada menos que “el Moño”, quien en las lides pugilísticas era conocido como “el Terrible”. Aquí aparece con él en la quinta imagen, poco antes de que volviera a su isla para cuidar muchas temporadas.
El turismo germánico en el Valle de La Orotava propició este curioso reportaje, que atesora Domingo García en su casa de la Calle Verde, ubicada en el corazón de la Villa.
Estaba entonces la casa de gallos en La Asomada, y por supuesto cuidaba en ella Domingo Morales “el Boyero”, de quien Domingo García guarda un recuerdo entusiasta, como ocurre con tantos aficionados del Valle.
Aparte un cuidador extraordinario, “el Boyero” era una persona sencilla y reservada, de pocas pero esenciales palabras. Un hombre de una época que ya desapareció, arraigado en la ruralidad aruquense y para quien todo era la seriedad y el trabajo.
Menos conocido es que tuvo algunos años de ayudante a otro gran aficionado de Gran Canaria, nada menos que “el Moño”, quien en las lides pugilísticas era conocido como “el Terrible”. Aquí aparece con él en la quinta imagen, poco antes de que volviera a su isla para cuidar muchas temporadas.
Pancho Suárez
Conocido también como “el Pollo de los Campitos”, Pancho Suárez fue uno de los más grandes luchadores tinerfeños de todos los tiempos.
Con casi cien años, aún asistía todos los domingos a las peleas que se celebraban en Valle Jiménez.
Muchísimos han sido los luchadores aficionados a los gallos, a veces incluso casteando gallos. Y es que estas son las dos aficiones más canarias que han existido: la lucha y los gallos.
En Valle Jiménez lo fotografiamos hace una década, y precisamente con otro luchador: Santana, “el Rey de la Cadera”, quien siguió algunos años asistiendo a las peleas como partidario de La Espuela.
Con casi cien años, aún asistía todos los domingos a las peleas que se celebraban en Valle Jiménez.
Muchísimos han sido los luchadores aficionados a los gallos, a veces incluso casteando gallos. Y es que estas son las dos aficiones más canarias que han existido: la lucha y los gallos.
En Valle Jiménez lo fotografiamos hace una década, y precisamente con otro luchador: Santana, “el Rey de la Cadera”, quien siguió algunos años asistiendo a las peleas como partidario de La Espuela.
miércoles, 20 de julio de 2011
Francisco Dorta, 1934
En esta gran foto, otra de las capturadas por “el Mazantini” en la red –concretamente en el catálogo de la Fedac–, vemos a Pancho “el Músico” cuando cuidaba en los años 30 en el partido de Triana.
Aunque se dice que es de 1936, esta foto es de 1934, ya que en ella aparece el Maestro con el célebre giro de Barrios, que peleaba a nombre de Manuel Hernández. La historia de este gallo está contada en la página 84 del “Diccionario gallístico de Canarias”, donde hay otra foto del “Músico” con este gallo. En total se hizo tres fotos con él, lo que revela el valor que le daba.
Don Fermín Romero Montenegro, el gran cronista de Las Palmas, dijo de él, tras una de sus peleas: “Algo extraordinario, un fenómeno, una ametralladora disparando sin cesar y en todas direcciones, sin que le hagan mella ni las circunstancias ni los enemigos”.
Aunque se dice que es de 1936, esta foto es de 1934, ya que en ella aparece el Maestro con el célebre giro de Barrios, que peleaba a nombre de Manuel Hernández. La historia de este gallo está contada en la página 84 del “Diccionario gallístico de Canarias”, donde hay otra foto del “Músico” con este gallo. En total se hizo tres fotos con él, lo que revela el valor que le daba.
Don Fermín Romero Montenegro, el gran cronista de Las Palmas, dijo de él, tras una de sus peleas: “Algo extraordinario, un fenómeno, una ametralladora disparando sin cesar y en todas direcciones, sin que le hagan mella ni las circunstancias ni los enemigos”.
Tres figuras del Valle de Aridane
En esta foto vemos a Roberto Hernández, José R. García González (“Pepín”) y Pedro Pérez.
Cuidaba Roberto en la gallera de Los Llanos, que presidía ese insuperable aficionado que es Pepín, y su ayudante no era otro que Pedro Pérez, quien luego haría una serie de temporadas estupendas, ganándole incluso a Roberto.
Roberto Hernández ha sido uno de los grandes cuidadores palmeros de los últimos 50 años, ya que debutó, muy joven, en 1960, y precisamente en Los Llanos. A punto estuvo de cuidar el año pasado allí mismo, pero se lo impidió un inesperado problema de salud.
A Pedro esperamos verlo cuidar la próxima temporada, ya que es, con Samuel Mateo, el mejor de los cuidadores más jóvenes, y la afición no puede permitirse que hombres como él estén fuera de la cuida gallística.
Cuidaba Roberto en la gallera de Los Llanos, que presidía ese insuperable aficionado que es Pepín, y su ayudante no era otro que Pedro Pérez, quien luego haría una serie de temporadas estupendas, ganándole incluso a Roberto.
Roberto Hernández ha sido uno de los grandes cuidadores palmeros de los últimos 50 años, ya que debutó, muy joven, en 1960, y precisamente en Los Llanos. A punto estuvo de cuidar el año pasado allí mismo, pero se lo impidió un inesperado problema de salud.
A Pedro esperamos verlo cuidar la próxima temporada, ya que es, con Samuel Mateo, el mejor de los cuidadores más jóvenes, y la afición no puede permitirse que hombres como él estén fuera de la cuida gallística.
El "Patas Verdes" ganó siete peleas
Una errata al comentar la séptima riña que hizo el "Patas Verdes" de las señoras García y Barreto debe ser corregida, y ya lo hemos hecho.
Al leer dicho comentario, se daba a entender que este fantástico gallo había perdido esa riña ante un colorado de Pablo Hernández (el gran aficionado de Los Llanos más conocido por "Cayo").
No fue así, ya que el retinto ganó, aunque tardara más que en las seis ocasiones anteriores.
Lástima no haber tenido estas informaciones antes, ya que le hubiera yo hecho una entrada a este gallo -uno de los mejores que yo he visto en mi vida- en el "Diccionario gallístico de Canarias".
Puerto de la Cruz, 1908
Así, en la primera página del periódico, se anunciaban las peleas de gallos entre los partidos del Puerto de la Cruz y La Orotava el año de gracia de 1908.
Esa temporada fue sensacional, y está comentada en la página 528 del “Diccionario gallístico de Canarias”. Cuidaban Solís en el Puerto y Antonio “el Redoblante” en La Orotava. Pero un cuidador muy superior a ellos asistía a las peleas como espectador (y casteador): era el Maestro Severiano, de quien aprendió Adolfito, a su vez maestro de Pancho. Esta figura de Guía de Gran Canaria era prácticamente desconocida hasta hace bien poco, ya que solo Asdrúbal Bethencourt se había referido a él, por habérselo oído nombrar al “Músico”.
Las peleas, en ocho jornadas, congregaban la friolera de mil personas, según información del propio “Diario del Norte”. Era lo contrario de la actualidad: mucho público y pocos casteadores, pocas peleas y gallos de calidad extraordinaria, entre los que es obligado nombrar al “Banderín”, que cuando perdió hizo pegar un legendario grito de alegría a Severiano, ya que dos semanas antes le había tumbado a un gran giro. Al acabar las peleas, la chiquillada del Puerto cantaba estos versos recordados por Pancho en sus “Memorias”:
“Mató Miranda a Cosmito,
Bethencourt mató al Picón,
Don Maximino al Negrito
Y Severiano dio un grito
Cuando el Banderín perdió”.
No era para menos, ya que se trataba de la última jornada y en ella lograba proclamarse el Puerto campeón por dos riñas de ventaja.
El pinto de Cosmito Lugo era otro gran gallo, de cuatro riñas. El colorado “Picón”, de don Nicolás Hernández, también ostentaba cuatro antorchas, y cayó ante el “Pica-Pica” de Bethencourt (“gallo melado diestro, jugador y de espuelas como el sol”). Por último, el “Negrito” de don Federico Padrón cayó ante un gallino negro lanzaroteño del tal don Maximino.
Aún habría unas peleas del Puerto contra Santa Cruz, donde cuidaba Adolfito, famosas por haber subido a la valla uno de los grandes gallos tinerfeños de todos los tiempos: el “Centén de América”, retratado en uno de las más bellas fotos de gallos que se hayan hecho nunca y que los buenos aficionados sin duda conocen.
Esa temporada fue sensacional, y está comentada en la página 528 del “Diccionario gallístico de Canarias”. Cuidaban Solís en el Puerto y Antonio “el Redoblante” en La Orotava. Pero un cuidador muy superior a ellos asistía a las peleas como espectador (y casteador): era el Maestro Severiano, de quien aprendió Adolfito, a su vez maestro de Pancho. Esta figura de Guía de Gran Canaria era prácticamente desconocida hasta hace bien poco, ya que solo Asdrúbal Bethencourt se había referido a él, por habérselo oído nombrar al “Músico”.
Las peleas, en ocho jornadas, congregaban la friolera de mil personas, según información del propio “Diario del Norte”. Era lo contrario de la actualidad: mucho público y pocos casteadores, pocas peleas y gallos de calidad extraordinaria, entre los que es obligado nombrar al “Banderín”, que cuando perdió hizo pegar un legendario grito de alegría a Severiano, ya que dos semanas antes le había tumbado a un gran giro. Al acabar las peleas, la chiquillada del Puerto cantaba estos versos recordados por Pancho en sus “Memorias”:
“Mató Miranda a Cosmito,
Bethencourt mató al Picón,
Don Maximino al Negrito
Y Severiano dio un grito
Cuando el Banderín perdió”.
No era para menos, ya que se trataba de la última jornada y en ella lograba proclamarse el Puerto campeón por dos riñas de ventaja.
El pinto de Cosmito Lugo era otro gran gallo, de cuatro riñas. El colorado “Picón”, de don Nicolás Hernández, también ostentaba cuatro antorchas, y cayó ante el “Pica-Pica” de Bethencourt (“gallo melado diestro, jugador y de espuelas como el sol”). Por último, el “Negrito” de don Federico Padrón cayó ante un gallino negro lanzaroteño del tal don Maximino.
Aún habría unas peleas del Puerto contra Santa Cruz, donde cuidaba Adolfito, famosas por haber subido a la valla uno de los grandes gallos tinerfeños de todos los tiempos: el “Centén de América”, retratado en uno de las más bellas fotos de gallos que se hayan hecho nunca y que los buenos aficionados sin duda conocen.
Santa Cruz de Tenerife, 1929
Gran afición había en la capital tinerfeña por estos años. “Pola Vieja”, o sea José Amador, padre del segundo “Pola Vieja”, o sea Pablo Amador, cuidaba en La Orotava y Pancho “el Músico” en La Espuela. La gran ventaja de este –19 riñas al final de temporada– no obstó a que la expectación se mantuviera, y aquí vemos el anuncio de una jornada en plena prensa.
Más curioso aún es este delicioso anuncio publicitario que apareció en “La Tarde”: “¡Aficionados! Para gozar unas buenas peleas de gallos, aprovechad la ocasión e id a almorzar antes al Restaurante Aguamansa, que se encuentra a mil metros de altura, donde siempre hay las ricas y acreditadas natillas, especialidad de este establecimiento. Para encargos: Hotel Suizo. Teléfono 163. Orotava”. El Hotel Suizo, en la calle Calvario, era una instituición villera desde principios de siglo.
Como hasta hace unos pocos años, era pues un rito que la afición de la capital, al visitar el Valle de La Orotava para las peleas, combinara la jornada con una buena comilona en las tierras norteñas, regadas, claro está, con su buen vino.
Más curioso aún es este delicioso anuncio publicitario que apareció en “La Tarde”: “¡Aficionados! Para gozar unas buenas peleas de gallos, aprovechad la ocasión e id a almorzar antes al Restaurante Aguamansa, que se encuentra a mil metros de altura, donde siempre hay las ricas y acreditadas natillas, especialidad de este establecimiento. Para encargos: Hotel Suizo. Teléfono 163. Orotava”. El Hotel Suizo, en la calle Calvario, era una instituición villera desde principios de siglo.
Como hasta hace unos pocos años, era pues un rito que la afición de la capital, al visitar el Valle de La Orotava para las peleas, combinara la jornada con una buena comilona en las tierras norteñas, regadas, claro está, con su buen vino.
miércoles, 13 de julio de 2011
El "Patas Verdes"
Mazantini/Lorenzo
Si me prestan atención, en esta carta les voy a contar una historia que es bastante verdadera. Se refiere al “Patas Verdes” de allá de la isla de La Palma. Su padre fue un colorado de José Rodríguez (el Venezolano) que peleó cinco veces en un año, y su madre “la Pata Verde” de Pepe Melini, hermana de un gallo de seis peleas e hija del melado de seis peleas con una hermana del “Etarra” de Díaz y Pérez, de cuatro peleas.
Nació el 14 de febrero de 1991 en la finca La Asomada, en La Laguna de La Palma, en la zona de los aguacateros, donde dio sus primeros brincos. Nació con 6 hermanos y 6 hermanas, su color fue retinto con ojos negros y pico negro, al igual que dos de sus hermanos y cuatro melados. A la edad de dos años, fue llevado a la casa de gallos de Tazacorte, donde lo esperaba Quico Acosta, quien lo preparó con mucho cariño y entusiasmo.
Primera pelea. La primera vez que subió a la valla fue en febrero del año 1993, en el polideportivo de Los Llanos de Aridane. Iba a nombre de Hermanas Hernández, casteado por Señoras García y Barreto (Miguel Lorenzo), con un peso de 4-3. Su contrincante era un colorado casteado por Roberto Canelo, de mismo peso pero con dos peleas.
Sueltos los gallos, solo dura la riña 59 segundos. La gente se fascinaba al ver lo certero que era, no fallaba el tiro y siempre iban dirigidos a sitios mortales. Quico estaba enamorado de él, ya que prometía este animal.
Segunda pelea. En marzo de 1993, a los quince días de su primera riña, vuelve a subir a Los Llanos de Aridane, esta vez para enfrentarse contra un colorado de Adelino Acosta, repitiendo el peso, pero esta vez la pelea duró 1 minuto y 29 segundos. El retinto volvió hacer una exhibición de espuelas y destacó por la presión del tiro en sus patas.
Aquel verano del 93 se lo llevó el compadre Pedrín para su finca La Marina cultivada de plataneras, poniéndole unas gallinas para que no se marchara. Desde la ventana de su casa lo veía todos los días y de paso le regalaba unas golosinas.
En 1994 cuidaba en Tazacorte Añón León y su ayudante era Maso León. El gran “Patas Verdes” terminó su muda más tarde de lo común e ingresó en la casa en el mes de enero y ya en el mes de marzo volvió a aparecer en la valla
Tercera pelea. Esta vez el colorado de José G. León, de tres peleas del año anterior por la gallera Guerra, y preparado esta vez por Quico Acosta en la gallera de Los Llanos, no se lo iba a poner fácil. Todo seguía igual para “Patas Verdes”, excepto en su peso, que pasó ahora a 4-6. Resultó que el colorado había sido preparado el año anterior por Maso y éste le dijo a su casteador que el “Patas Verdes” poco podía hacer con este gran colorado. Nadie se lo esperaba, menos su casteador, ya que el colorado a los 18 segundos cayó guindado. Ni siquiera metió el pico, sino que mató a su rival en el revuelo.
Debido al peso del gallo y al sistema de casadas, Quico Acosta le dijo a su casteador que se lo llevara para la casa porque no iba más a tomar ese peso. Como buen gallero, Quico sabía que ese gallo era un fenómeno, y es de lo más curioso el haberse enamorado de él la temporada anterior y ahora cogerle pánico al “Patas Verdes”. De ahí en adelante, todos los viernes en las casadas, el peso máximo que llevaba Los Llanos era el 4-3.
Haciendo todos los esfuerzos, “Patas Verdes” fue soltado con una veintena de pollos en la finca La Asomada para que corriera en libertad, a ver si podía bajar esa onza.
Estando en libertad, se lo llevó con permiso de su casteador el cuidador Toño el Rebotallo para la casa de gallos Norte en Tenerife, donde cuidaba, y para que “Patas Verdes” siguiera con su carrera gallística.
Cuarta pelea. Salió de La Palma la primera semana del mes de mayo un miércoles y peleó el sábado de la misma semana en la valla de Santa Úrsula contra Garachico, donde cuidaba Florencio. Peleó contra un gallo asturiano que le habían comprado los casteadores de Garachico a Ramón Arias.
En el primer tiro, “Patas Verdes” sacó fuera de la valla a su contrario y lo puso en los pies de Víctor Pérez Ascanio. Lo recogió Florencio y lo volvió a soltar y “Patas Verdes” lo mató del primer tiro. Como anécdota de esta pelea hay que decir que Alexis, el ayudante de Toño, había descrito la pelea el día anterior a su amigo Víctor Pérez Ascanio y ocurrió tal cual, todos quedaron boquiabiertos. El “Patas Verdes” era mágico, tenía algo especial.
Quinta pelea. Seis días después, se enfrenta el partido Norte contra el partido Sur. Jorge Benítez en Güímar prepara un colorado de Manuel Martín. Esta vez tardó “Patas Verdes” en ganar 2 minutos y 1 segundo.
Sexta pelea. A la semana siguiente se enfrentan el Norte contra La Espuela. Comandaba el batallón capitalino Francis, que preparó un canabuey de Jaime el Tardío de una pelea en el campo de lucha Los Campitos. Palmero contra palmero, fuera de sus lugares de orígenes, gana “Patas Verdes” en 1:30. Toño no había visto dar un gallo en tan poco tiempo tanto con las espuelas. No peleó más en esa temporada, ya que ese año se celebró el nostálgico Campeonato de Canarias y los tinerfeños querían que “Patas Verdes” representara a la selección de Tenerife. Pero “Patas Verdes” no podía traicionar a su patria. Tampoco representó a la selección palmera, ya que se dejó que descansara por consejo de Manolo Carracote.
Ese verano del 94 vuelve a la finca La Marina con su cómplice amigo Pedrín, que lo tenía enamorado, y este, que lo sabía, siempre merodeaba cerca de su ventana y, cómo no, le servía su golosina.
Séptima pelea. Año 1995. Toño vuelve a ser su gallero, pero esta vez al frente de Tazacorte. Quico, en Los Llanos, no pensaba volver a ver a “Patas Verdes”, pero se lo tropezó en la valla. Esta pelea fue a mitad de temporada, ya que entró muy gordo a la casa de gallos y después de atusarlo hubo que volverlo a soltar. Tuvo en frente un colorado de Pablo Hernández (“Cayo”), pero los excesos del verano pasaron factura a “Patas Verdes”, que tardó en ganar 10 minutos. Un exceso de cariño por parte de Pedrín puede resultar catastrófico...
No solo “Patas Verdes” hizo gala de las espuelas sino también sus hermanos y hermanas. Un hermano suyo dio un hijo de seis peleas, cinco de ellas en una temporada, quedando mejor gallo de la temporada, y sus hermanas dieron gallos de seis peleas, los famosos “zeppelines”.
Descendencia. Pedrín, después de acabar su vida gallística, volvió a llevárselo a su finca para seguir dándoles mimos a “Patas Verdes” y le puso una gallina pinta que le dio su corazoncito y tuvieron un hijo que llegó hacer dos peleas. También Carlos Manís logró sacar gallos de “Patas Verdes”.
Ya en el año 2000, Tazacorte tuvo un kirikikí menos nuestro querido gallo. Pasó a mejor vida, pero murió en libertad como los buenos guerreros, quedando Pedrín absolutamente desconsolado, ya que nadie volvería a llamarlo debajo de su ventana para recibir ese cariño que todo casteador da sus gallos.
Recordando al “Patas Verdes”
Cuando recibí el correo con la historia del “Patas Verdes”, poco sospechaba yo que este gallo era un viejo y admirado conocido mío.
De este gallo se habla en el “Diccionario gallístico de Canarias”, página 283, al comentarse la temporada tinerfeña de 1994, en que se hizo una liguilla entre el Norte, Garachico, La Espuela y Güímar: “Mención especial merece el retinto de las damas García y Barreto: traía 4 peleas y ganó 3 consecutivas, echando a sus contrarios de la valla de modo impresionante”.
Su primera riña en Tenerife, el 8 de mayo de 1994, fue tan espectacular que al día siguiente fui a la gallera norteña para sacarle una foto y poderla insertar en la crónica de la semana. Alguien me dijo que este gallo había ganado cuatro riñas en La Palma, aunque ahora sabemos que fueron tres. Este es mi comentario de aquella primera pelea en Tenerife:
“Y llegamos a la cuarta. ¡Vaya gallo, caballeros! Retinto de tiro increíble este de las señoras García y Barreto, que hizo cuatro peleas en La Palma el año pasado. De entrada nada menos que echó de la valla al colorado de Manuel Martín, al que acabó por torcer con las espuelas sin dejarse ni tocar”.
Veamos el comentario de la siguiente:
“La quinta riña supuso la sexta victoria del terrible retinto de las señoras García y Barreto, que fotografiamos para nuestros lectores la pasada semana, con motivo de su espectacular triunfo ante un gallo de Garachico. Volvió a acabar la pelea tal y como entró”.
Y el de la tercera y última:
“En la quinta, séptima victoria y tercera consecutiva del tremendo retinto de las señoras García y Barreto, que quedó parado de entrada, al ser alcanzado en la perillita. Superó su desconcierto y acabó demoliendo al canabuey de Jaime el Tardío, que sufrió una hoya”.
Esta última riña fue sensacional, y de nuevo venía “Patas Verdes” en unas condiciones perfectas de cuido. Gallos en tales condiciones he visto presentados por Quico, “el Pichón”, Roberto, Arnoldo, Jorge Benítez y otros pocos. En esta temporada que pasó, vi sobre todo al “Pepiño”, un melado de Jonathan “Rebo” que se enfrentó a un colorado de Carlos Manís, en la contrata El Paso-La Lucha. Pero los tres gallos que yo recuerdo haber visto subir a la valla en un estado tan tremendo a lo largo de mi vida de aficionado son este retinto “Patas Verdes”, un colorado de Eduardo Pérez Ascanio que ganó en el torneo Pérez Ascanio de 1992, a nombre del bodeguero de Santa Úrsula Genaro Martín y preparado por el gran Pablo Amador, y un colorado de Salvador Dorta que ganó en el Campeonato Regional de 1994, también cuidado por Toño “el Rebotallo”, pero que subió Alexis a la valla. Solo que a “Patas Verdes” lo vi pelear en esas condiciones inmejorables no una sino tres veces.
Estos son los gallos que dejan una huella indeleble.
De este gallo se habla en el “Diccionario gallístico de Canarias”, página 283, al comentarse la temporada tinerfeña de 1994, en que se hizo una liguilla entre el Norte, Garachico, La Espuela y Güímar: “Mención especial merece el retinto de las damas García y Barreto: traía 4 peleas y ganó 3 consecutivas, echando a sus contrarios de la valla de modo impresionante”.
Su primera riña en Tenerife, el 8 de mayo de 1994, fue tan espectacular que al día siguiente fui a la gallera norteña para sacarle una foto y poderla insertar en la crónica de la semana. Alguien me dijo que este gallo había ganado cuatro riñas en La Palma, aunque ahora sabemos que fueron tres. Este es mi comentario de aquella primera pelea en Tenerife:
“Y llegamos a la cuarta. ¡Vaya gallo, caballeros! Retinto de tiro increíble este de las señoras García y Barreto, que hizo cuatro peleas en La Palma el año pasado. De entrada nada menos que echó de la valla al colorado de Manuel Martín, al que acabó por torcer con las espuelas sin dejarse ni tocar”.
Veamos el comentario de la siguiente:
“La quinta riña supuso la sexta victoria del terrible retinto de las señoras García y Barreto, que fotografiamos para nuestros lectores la pasada semana, con motivo de su espectacular triunfo ante un gallo de Garachico. Volvió a acabar la pelea tal y como entró”.
Y el de la tercera y última:
“En la quinta, séptima victoria y tercera consecutiva del tremendo retinto de las señoras García y Barreto, que quedó parado de entrada, al ser alcanzado en la perillita. Superó su desconcierto y acabó demoliendo al canabuey de Jaime el Tardío, que sufrió una hoya”.
Esta última riña fue sensacional, y de nuevo venía “Patas Verdes” en unas condiciones perfectas de cuido. Gallos en tales condiciones he visto presentados por Quico, “el Pichón”, Roberto, Arnoldo, Jorge Benítez y otros pocos. En esta temporada que pasó, vi sobre todo al “Pepiño”, un melado de Jonathan “Rebo” que se enfrentó a un colorado de Carlos Manís, en la contrata El Paso-La Lucha. Pero los tres gallos que yo recuerdo haber visto subir a la valla en un estado tan tremendo a lo largo de mi vida de aficionado son este retinto “Patas Verdes”, un colorado de Eduardo Pérez Ascanio que ganó en el torneo Pérez Ascanio de 1992, a nombre del bodeguero de Santa Úrsula Genaro Martín y preparado por el gran Pablo Amador, y un colorado de Salvador Dorta que ganó en el Campeonato Regional de 1994, también cuidado por Toño “el Rebotallo”, pero que subió Alexis a la valla. Solo que a “Patas Verdes” lo vi pelear en esas condiciones inmejorables no una sino tres veces.
Estos son los gallos que dejan una huella indeleble.
Circo Marte, 1 de junio de 1947
El Circo Marte, que es donde deberían celebrarse actualmente las peleas entre la Guerra y la Nueva, fue el escenario dorado de las grandes temporadas entre los históricos partidos de Arriba y Abajo, antecedentes de aquellos.
Este programa ofrece importancia para la investigación gallística, al aportar un dato que no conocíamos. Aunque no se especifica el año, sabemos que era el 47 por varias razones: estaba archivado por don Florencio González con los programas de este año, un 1 de junio domingo cayó este año y no en los siguientes y fue en este año cuando cuidaba Israel Vargas (“el Artillero”) en el partido de Arriba, con un jovencísimo Julián Castillo como corredor.
¿Cuál es el dato nuevo? Ver a Domingo “el Boyero” como cuidador de los gallos del Norte, ya que en este partido quien había cuidado este año era “Gato Maruca”, que le ganó a “Caballerito” en La Espuela por 16 riñas. Esto da a suponer que Domingo Morales estuvo con él esta temporada, después de su experiencia negativa en 1946 en La Espuela, y que al final de temporada preparó estos gallos para llevar a La Palma.
No sabemos el resultado de estas peleas, ni tampoco importa mucho. Sería una buena ocasión para recibir en La Palma al partido campeón de Tenerife, con gallos de casteadores reputados, como Pedro Rodríguez, Vicente Amador, Florencio González y Juan de la Cruz, aparte de ir encabezando la tanda un gallino grancanario de don José Hernández López. Era además un encuentro de campeones, ya que Israel había derrotado a Pepe Jiménez, con gallos de Aridane, por 10 riñas.
Por parte palmera tampoco faltan los grandes nombres, en particular Montesino Cabral, Juan Barreda y Francisco Cabrera. Al segundo, que era jefe de policía en Santa Cruz de La Palma, le había peleado Pancho –cuidador en La Palma los dos años anteriores– un colorado de espuelas como alcayatas.
Este es pues el primer programa de gallos en que aparece el nombre del “Boyero” como cuidador del Norte. Al año siguiente, Domingo ya se haría cargo como primer gallero del partido Laguna-Norte, iniciando una verdadera era gloriosa de la afición del Valle y protagonizando las legendarias confrontaciones con “el Músico”.
Este programa ofrece importancia para la investigación gallística, al aportar un dato que no conocíamos. Aunque no se especifica el año, sabemos que era el 47 por varias razones: estaba archivado por don Florencio González con los programas de este año, un 1 de junio domingo cayó este año y no en los siguientes y fue en este año cuando cuidaba Israel Vargas (“el Artillero”) en el partido de Arriba, con un jovencísimo Julián Castillo como corredor.
¿Cuál es el dato nuevo? Ver a Domingo “el Boyero” como cuidador de los gallos del Norte, ya que en este partido quien había cuidado este año era “Gato Maruca”, que le ganó a “Caballerito” en La Espuela por 16 riñas. Esto da a suponer que Domingo Morales estuvo con él esta temporada, después de su experiencia negativa en 1946 en La Espuela, y que al final de temporada preparó estos gallos para llevar a La Palma.
No sabemos el resultado de estas peleas, ni tampoco importa mucho. Sería una buena ocasión para recibir en La Palma al partido campeón de Tenerife, con gallos de casteadores reputados, como Pedro Rodríguez, Vicente Amador, Florencio González y Juan de la Cruz, aparte de ir encabezando la tanda un gallino grancanario de don José Hernández López. Era además un encuentro de campeones, ya que Israel había derrotado a Pepe Jiménez, con gallos de Aridane, por 10 riñas.
Por parte palmera tampoco faltan los grandes nombres, en particular Montesino Cabral, Juan Barreda y Francisco Cabrera. Al segundo, que era jefe de policía en Santa Cruz de La Palma, le había peleado Pancho –cuidador en La Palma los dos años anteriores– un colorado de espuelas como alcayatas.
Este es pues el primer programa de gallos en que aparece el nombre del “Boyero” como cuidador del Norte. Al año siguiente, Domingo ya se haría cargo como primer gallero del partido Laguna-Norte, iniciando una verdadera era gloriosa de la afición del Valle y protagonizando las legendarias confrontaciones con “el Músico”.
Una nueva revista gallística venezolana
En el mismo estilo de “Pie de cría”, nuestro amigo Manuel Urbano ha lanzado a principio de año la revista “El gallo de cría”, como contribución al objetivo de “lograr que la actividad gallística ocupe el lugar que le corresponde como un hecho cultural y económico de gran significación por sus aportes a lo largo de la historia de Venezuela”.
Manuel Urbano es un aficionado serio, y que se entrega plenamente a la causa gallística. Sus aportaciones a través de la prensa gallística revisten siempre el máximo interés, y con esta revista da muestra de muchos eventos que se celebran en la vasta geografía venezolana, aparte la inclusión de ensayos siempre interesantes para los casteadores, como el de “Sanidad en gallos de combate”, y homenajes a grandes aficionados desaparecidos, como el que dedica a Richard Flores, que ha fallecido en la flor de la edad.
A veces hemos oído hablar en Canarias, en boca de los atrevidos, de nuestro “retraso” con respecto a América. Se trataría en todo caso de un “retraso” hoy con respecto a lo que hemos sido nosotros mismos, ya que la afición en Canarias alcanzó a lo largo de los siglos XIX y XX la perfección, distinguiéndose además de cualquier otra. Cuando sí se puede hablar de “retraso” es cuando vemos cómo se perdió la gallera del López Socas, o cuando advertimos los lugares en que hoy se celebran las peleas en una isla como Tenerife. Compárese con esta imagen del recién inaugurado Club Gallístico El Safari, en el estado de Valencia.
Felicitamos a Manuel Urbano por el nacimiento de su revista, ardua aventura en los tiempos actuales, y le deseamos una buena travesía de espuelas.
Una foto enigmática
Otra de las fotos atrapadas por “el Mazantini” en la red es esta de un joven aficionado grancanario, digamos que hacia 1920.
Es el retrato también de una época: elegancia, gusto de los habanos –la otra cosa, con los gallos, en que los canarios hemos sido maestros–, la gran afición que hay detrás del hecho de llevar a un estudio fotográfico el gallo de los amores, con toda probabilidad un gallo que hizo época en la ciudad de Las Palmas, cuando se enfrentaban las galleras de Triana y San José.
miércoles, 6 de julio de 2011
Los gallos en Trasmontaña (Arucas)
En el excelente libro de José Domingo Pérez Falcón “La Era Grande. Apuntes para la historia de Arucas", nos encontramos con este interesante trabajo sobre los gallos en aquella zona aruquense, donde se criaban sueltos infinidad de gallos. De los nombres citados, son clásicos los hermanos Henríquez, Antonio Falcón y la familia Armas. Agradecemos al siempre acechante “Mazantini” el envío de esta referencia, que además abre caminos de investigación. Y acompañamos el texto con la imagen actual del edificio que fue la primera gallera de Arucas .
En Trasmontaña ha existido afición a las peleas o riñas de gallos, desde las primeras décadas del pasado siglo hasta la actualidad como veremos a continuación. El vecino Angelito Tejera llegó a componer una canción sobre esta peculiar afición.
En 1903 se edificó la gallera de Arucas en la calle San Juan, modificada al año siguiente para que "sirviese de teatro-circo y terrero" para la lucha canaria.
En esta época ya contaba nuestro barrio con criadores de gallos como Pedro Pérez Pérez (1838-1924), así como los hermanos Rafael y Sixto Henríquez que tenían fincas en el Guincho, donde criaban los gallos que llevaban a pelear al Cine Cuyás en Las Palmas. Otro casteador era Tomás Pérez Pérez, que pertenecía a la gallera de Triana, mientras que otros casteadores pertenecían a la gallera de San José de la zona conocida como Fincas Unidas.
También criaban gallos Juan José González (Pepe el de Mayo), Ninito, un señor de Cardones, en la finca de don Rafael Henríquez, y Antonio Pérez Pérez en la finca El Cortijo.
Otros gallos se soltaban en la finca de don Paco Lorenzo junto al molino. En la finca de don Pedro Rosales, le cuidaban los gallos a Antonio Falcón que subía desde Las Palmas los sábados y domingos para verlos y llevarlos a la casa de gallo.
Maestro Fermín de Armas, cantero de profesión, padre de Pantaleón y Félix de Armas, llevaba a pelear sus gallos a la capital de la isla, a las casas de gallos mencionadas y también al Campo España. A esta afición se sumaron sus hijos Félix y muy especialmente Valentín de Armas, que de pequeño llegó a organizar peleas de quíqueres, y de mayor tuvo entre otros gallos uno que logró realizar cuatro peleas y otro, hijo del anterior, que también ganó varias riñas. Gracias a su afición, cuando hizo la mili en Tenerife, le dieron un mes de permiso, al ser el coronel encargado del regimiento un aficionado a estas peleas, hasta el punto de venir a nuestro barrio a ver los gallos en compañía de otros señores de renombre.
Algunos de estos vecinos acudían a las peleas antes de los años veinte del siglo pasado, y otros aficionados, llegaron a ver peleas de gallos en Las Palmas, Cardones y Arucas. En los años cincuenta las riñas en Arucas se celebraban los domingos a las doce del mediodía. Entre los casteadores más recientes están varios de los hermanos Pérez Afonso, que tuvieron un gallo célebre por ganar muchas peleas en Cardones, y Efrén Ortiz Ortiz, nacido en 1934, que desde muy joven tenía sus gallos repartidos en fincas de El Guincho, Trasmontaña, la bajada al Pilotín, en la finca de don Daniel del Toro, etc. Efrén llevaba a pelear sus gallos a Cardones, tanto a la Sociedad como al cine de Cardones, al salón de Martín Marrero y a la gallera de Terrrero en Arucas. Cuando dejó de competir, al dejar de celebrarse peleas en Cardones, sus gallos terminaron repartiéndose a criadores de Arucas y Telde.
En Trasmontaña ha existido afición a las peleas o riñas de gallos, desde las primeras décadas del pasado siglo hasta la actualidad como veremos a continuación. El vecino Angelito Tejera llegó a componer una canción sobre esta peculiar afición.
En 1903 se edificó la gallera de Arucas en la calle San Juan, modificada al año siguiente para que "sirviese de teatro-circo y terrero" para la lucha canaria.
En esta época ya contaba nuestro barrio con criadores de gallos como Pedro Pérez Pérez (1838-1924), así como los hermanos Rafael y Sixto Henríquez que tenían fincas en el Guincho, donde criaban los gallos que llevaban a pelear al Cine Cuyás en Las Palmas. Otro casteador era Tomás Pérez Pérez, que pertenecía a la gallera de Triana, mientras que otros casteadores pertenecían a la gallera de San José de la zona conocida como Fincas Unidas.
También criaban gallos Juan José González (Pepe el de Mayo), Ninito, un señor de Cardones, en la finca de don Rafael Henríquez, y Antonio Pérez Pérez en la finca El Cortijo.
Otros gallos se soltaban en la finca de don Paco Lorenzo junto al molino. En la finca de don Pedro Rosales, le cuidaban los gallos a Antonio Falcón que subía desde Las Palmas los sábados y domingos para verlos y llevarlos a la casa de gallo.
Maestro Fermín de Armas, cantero de profesión, padre de Pantaleón y Félix de Armas, llevaba a pelear sus gallos a la capital de la isla, a las casas de gallos mencionadas y también al Campo España. A esta afición se sumaron sus hijos Félix y muy especialmente Valentín de Armas, que de pequeño llegó a organizar peleas de quíqueres, y de mayor tuvo entre otros gallos uno que logró realizar cuatro peleas y otro, hijo del anterior, que también ganó varias riñas. Gracias a su afición, cuando hizo la mili en Tenerife, le dieron un mes de permiso, al ser el coronel encargado del regimiento un aficionado a estas peleas, hasta el punto de venir a nuestro barrio a ver los gallos en compañía de otros señores de renombre.
Algunos de estos vecinos acudían a las peleas antes de los años veinte del siglo pasado, y otros aficionados, llegaron a ver peleas de gallos en Las Palmas, Cardones y Arucas. En los años cincuenta las riñas en Arucas se celebraban los domingos a las doce del mediodía. Entre los casteadores más recientes están varios de los hermanos Pérez Afonso, que tuvieron un gallo célebre por ganar muchas peleas en Cardones, y Efrén Ortiz Ortiz, nacido en 1934, que desde muy joven tenía sus gallos repartidos en fincas de El Guincho, Trasmontaña, la bajada al Pilotín, en la finca de don Daniel del Toro, etc. Efrén llevaba a pelear sus gallos a Cardones, tanto a la Sociedad como al cine de Cardones, al salón de Martín Marrero y a la gallera de Terrrero en Arucas. Cuando dejó de competir, al dejar de celebrarse peleas en Cardones, sus gallos terminaron repartiéndose a criadores de Arucas y Telde.
La Orotava, 30 de mayo de 1946
Este fue el segundo año de Pancho “el Músico” en La Palma, desquitándose de la derrota sufrida el año anterior con “el Foño”. Por su parte, “Caballerito” se había proclamado campeón de Tenerife, al ganarle a Domingo “el Boyero”, que cuidaba en La Espuela, por 9 riñas.
Pancho ganó por 3-2 y dos tablas. En su lista, llaman la atención los dos gallos a nombre de Nerón (Tazacorte). Casteadores conocidos de la capital eran, en cambio, Francisco Cabrera y Baldomero Rodríguez Espinosa.
En la tanda tinerfeña, otra sorpresa es la presencia de un gallo casteado por el propio “Músico”, aparte ver al famoso “Cubanito” del “Pichón” cerrar la lista. Volvió a ganar, y sería una de las estrellas del 47.
Pancho ganó las dos primeras y la quinta, y perdió las dos últimas. Como se ve, los dos gallos que tenían dos riñas entablaron
La Laguna, 9 de junio de 1946
En esta temporada, Pepe Palmero fue campeón de Gran Canaria, ganándole por 22 riñas a Pepe “el Picador”. Visita Tenerife para enfrentarse al campeón de esta isla.
Las peleas en el Viana las ganó Pepe Palmero por mantilla. Llevó dos gallos de los Hermanos Falcón, dos de los Hermanos González, uno de don José Araña, uno de don José Villegas (un melado “cucaracho” fuera de serie) y uno de don José Juan Mejías, el presidente del partido. Por el partido de La Laguna-Norte iban uno de Linares y Santana (el único que ganó), uno de don Vicente Méndez, un tres peleas de don Andrés Ascanio, uno de don Florencio González, dos de los sres. Pérez Ascanio y uno de don Pedro Rodríguez.
Unos estudiantes que asistían a las peleas dijeron que los gallos de Pepe Palmero estaban sucios. La envidia que han levantado siempre los grandes galleros nunca ha dejado de originar estas muestras malsanas, incluso con cuidadores no solo de gran categoría, sino de una honradez a prueba de bombas, como era el caso de Pepe Palmero.
Ya en este momento Pepe Palmero se había convertido en un cuidador invencible, que solo podía sucumbir ante su maestro. Se enfrentarían en el Cuyás las cuatro temporadas siguientes, ganando Pancho la del 47 y la del 49 y Pepe la del 48, y suspendiéndose por la peste aviar la del 48. Esas temporadas fueron sensacionales, una vuelta a las que en los años 30 vieron al “Músico” en Triana.
“El Cubanito”, 1947
Este melado del “Pichón” causó sensación en la isla de Tenerife, pero caería en la jornada novena, ante un melado de Bruno Martín. Ese día, ponía el programa: “En estas peleas podremos ver al célebre gallo CUBANITO, que tantos estragos ha causado en las filas contrarias”.
Curiosamente, “el Cubanito” lo preparó en el 46 “Caballerito” en el partido La Laguna-Norte, mientras que al año siguiente fue precisamente “Caballerito” quien le ganó, ya que se había pasado a La Espuela, con el inefable “Gato Maruca” en La Laguna-Norte. Era un gallo de mucho poder, según nos lo recuerda Orlando Dorta, quien también nos ha referido que con él casteó en La Palma Baldomero Rodríguez Espinosa, sacando grandes gallos.
Fiesta en la gallera galdense
Buen ejemplo da este partido, donde predomina la camaradería y no se hacen tragedias con las derrotas. Aunque quedara rezagada este año, la gallera de Gáldar celebró el fin de temporada con el mejor de los ánimos, y ya, sin duda, las cosas irán mejor la próxima temporada.
Junto al cuidador del partido, Flavio Mendoza, y a los directivos, casteadores y simpatizantes, vemos a algunos aficionados teldenses, como José Carlos García Artiles, el cuidador Roni Martínez y, a la guitarra, Pepín el Cubano, así como al equipo del partido El Agujero, con el que la gallera de Gáldar celebró una tanda de jornadas.
¡Buenas vibraciones en esta gallera de Gáldar!
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