viernes, 20 de agosto de 2010

Serpientes de verano

Abundan las serpientes de verano gallísticas, sobre todo en La Palma y en Tenerife, ya que en Gran Canaria parece que se va a repetir la fórmula de años anteriores, o sea liguilla de cuatro partidos, con Ronny en Telde y Flavio en Gáldar. Hemos de felicitar a los grancanarios por seguir con el reloj, la mejor manera de evitar uno de los mayores males de los gallos en Canarias, y que tantos aficionados ha alejado de las galleras. En La Palma, donde predominan los buenos gallos, eso no suele ser un problema, ya que las peleas acostumbran ser rápidas, pero en otros lugares, y con ciertos galleros, el espectáculo acaba por ser deplorable, cuando no una verdadera vergüenza. Incluso nos gustaría que el reloj sonara no a los 15 sino a los 10 minutos, como se hace en los campeonatos de casteadores (ahí por necesidad, debido a lo malas que son las peleas).

En Tenerife se especula con una liguilla de tres, o sea entre Güímar, La Espuela y el Norte, a partir de la noticia de que Alonso Plasencia se ha hecho cargo de la gallera sureña. Es un cuidador muy fino, y además con una caja de espuelas que ya quisieran otros, lo que podría hacer olvidar allí la idea de las espuelas de plástico. Sigamos con las espuelas naturales, hagamos un esfuerzo y si hace falta, por qué no, permitamos el casquillo, que carece de ninguna importancia. En La Espuela se habló de retomar a Joel, pero segundas partes nunca fueron buenas, y parece que también habrá cuidador palmero. ¿Y el Norte? ¿Por qué no Toño “el Rebotallo”? Hizo allí una gran campaña y conoce bien a los casteadores. La Espuela y el Norte también podrían apostar por Quico Salere, aunque parece que este no quiere alejarse de las muchas amigas que tiene en su isla.

Como siempre, Tazacorte y Los Llanos dan ejemplo, y ya tienen sus tareas hechas: Samuel el Canario en Tazacorte y Roberto con Salvita en Los Llanos. Prometen una gran temporada. Quico quizás repita en El Paso, lo que le daría un sabor extraordinario, de revancha o muerte, a la contrata con La Lucha. En la capital, se perfila un duelo entre Pedrito en la Guerra y José Carlos en la Nueva.

En Lanzarote, hoy se sabía si Nerín sigue en Teguise. En caso contrario, tal vez lo veamos en El Paso, aunque sin duda que, tras la gran campaña que hizo el año pasado, lo tendremos cuidando en diciembre.


¿300 espectadores?

Los periódicos son expertos en manipular o malinterpretar las declaraciones, por lo que sin duda que no es un error de fuente la afirmación de nuestro amigo José Luis Martín, presidente de la Federación, cuando, según EuropaPress, ha dicho que asisten en la temporada, cada semana, unas 300 personas a los gallos. Por nuestras cuentas, pasan de las 700. Más de 300 se registran en la época de auge tan sólo en el Valle de Aridane.


Paseando por la Red

Echando un vistazo a las páginas de Paulino Rivero y Dulce Xerach, encontramos comentarios realmente aberrantes. No los de ellos, ya que Paulino Rivero ha declarado que no es partidario de las prohibiciones, y de Dulce Xerach, en quien aún tenemos una cierta confianza (se supone que alguien con su sensibilidad cultural atiende a razones), pensamos que habla de lo que desconoce (el gallo que muere en la valla –un 6%, según estableció estadísticamente Alonso Plasencia– no muere por “diversión”, por “deporte”, por “cultura” o por “arte”: muere porque sigue su instinto natural).
Nos referimos a algunos exaltados que comentan sus opiniones, y de los que el mejor botón de muestra es un ser espeluznante llamado Rainman (un nombre muy canario), en la página de Dulce Xerach. Al argumento de la “belleza” que puede haber en las peleas, responde: “Torturar a una persona puede ser muy estético: el látigo zumbando en el aire y restallando contra la piel desnuda, el cuerpo contorsionándose en tensión, la sangre tintando la piel y creando dibujos en el suelo, la ritualidad”. Uno no da crédito a lo que lee. Que se nos busque UN SOLO aficionado a los gallos que declare encontrar “belleza” en tal horror. Y estos son los personajes que vienen a darnos lecciones de moral. He aquí un detractor de los gallos que, inconscientemente, se nos pone al desnudo. ¡Cuántos no habrá así!
Y es que, para hablar de gallos hay:
Primero, que saber lo que es el gallo de combate, conocer su naturaleza que lo lleva a destruir en la época de celo a todo semejante por la posesión de la hembra. Caso único en la naturaleza. De ahí que sean las peleas de gallos las que “protegen” a este animal admirable y dan vida donde de otro modo no habría sino NADA (más asfalto y más cemento, si acaso).
Segundo, conocer cómo crían los gallos los casteadores, con un mimo de que muy pocos animales disfrutan. Porque la pelea es sólo un momento del proceso. El único gallo que me regalaron, en La Palma, era un precioso colorado que me traje a Tenerife, peleando en la gallera de La Espuela. Ganó una riña y perdió otra, pero mostrando una gran calidad. Este gallo lo retiré para casteo, regalándoselo a mi vez a un aficionado lagunero, en cuyas espléndidas instalaciones del camino de San Diego ha llevado la vida de un marajá. Ya hijos suyos han peleado.
Tercero, saber lo que han sido los gallos en Canarias, ya atestiguados en 1700 (lo cual no quiere decir que antes no se hicieran ya peleas en varias islas) y hasta mitad del siglo XX la principal afición de los canarios junto a la luchada. Ello, ya que los canarios que sepamos no son seres atrasados, originó toda una cultura de la que hoy algunos canarios (que de canarios sólo parecen tener el carnet de identidad) reniegan en una mezcla de ruindad y de incultura.