miércoles, 25 de agosto de 2021

Una entrevista a Quico Acosta, en 2005

Los gallos mejor preparados, y siempre irreprochablemente presentados, que yo he visto en mi vida, los subieron a la valla Pablo Amador en las dos temporadas que lo vi cuidar, Toño “el Rebotallo” la temporada que cuidó en el Norte y Quico Acosta en los campeonatos regionales y las veces que fui a ver peleas a la isla de La Palma, cuidando él en la gallera Guerra.

Esta entrevista se la hice en el año 2005 con motivo de una de esas visitas anuales a La Palma.

lunes, 16 de agosto de 2021

Temporada de 1990

Esta es una temporada marcada por el inicio de la hostilidad política contra las riñas de gallos canarias.

Es una tarea enojosa comenzar a relatar paso por paso esta batalla cuya consecuencia fue no la prohibición sino una debilitación progresiva de la afición, dadas las restricciones impuestas como mal menor. El tonto del culo que puso en marcha todo esto llegaría a afirmar: “Bruselas intervendrá”, pero por suerte las peleas sobrevivirían aún tres décadas, solo ahora mismo, por la dictadura sanitaria en curso y un nuevo proyecto de prohibición por parte de la chusma política, viéndose definitivamente amenazadas.

Me limito a reproducir al final dos documentos. Un artículo espléndido del fino periodista Alonso Plasencia y un reportaje en que intervienen aficionados palmeros. De todo lo de este año, resta como lo más memorable la declaración genial de Toño “el Rebotallo”: “Habrá que encerrarnos a todos y tendrán que hacer las cárceles más grandes, porque de una forma u otra se seguirá con las riñas de gallos”. Estoy convencido de que en el Valle de Aridane eso ocurriría incluso hoy.

El efecto paradójico de esta sórdida campaña de los años 90-92 es que gracias a ella me animé yo a escribir de gallos en la prensa de las islas (El Día y La Provincia) y gracias a ella me puse a trabajar la historia gallística de Canarias, con el resultado pocos años después de los libros del “Músico” y el DGC.

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Pero vayamos a las peleas de este año y empecemos por la Isla Bonita.

En la Banda, nueva proeza de nuestro citado Toño: se cambia a Los Llanos y Maso a Tazacorte, ganándole por 27 riñas... sin los gallos por tanto del “Venezolano”. Tomó el mando desde la quinta jornada, para luego ampliar muchísimo la ventaja, que se cerró con un capote en la jornada última. De nuevo tuvo gallos de muchas peleas: un colorado de Peña Argual de cinco, un melado de Adelto Cabrera de cuatro y un gallino de Rodríguez Acosta y un melado de Neno Pereira de tres. Este melado ganaría dos más la temporada siguiente. El gallo campeón de Los Llanos fue un colorado de cuatro de José Rodríguez “el Venezolano”.


Lo que más me sorprendía en los programas de estas peleas era la presencia de nada menos que veinte apoyos publicitarios. Esto bastaba para ver lo insertada que estaba (y creo que sigue estando) la afición gallística en el hermoso Valle de Aridane.

Mientras, en la capital, Quico cuida en la Guerra sacándole 6 de ventaja a Nerín. Fue una buena temporada en que la Nueva fue casi siempre por delante para al final Quico dominar la contrata.

Esta es la primera de las tres grandes temporadas consecutivas de Quico en la Guerra. Se preparaba para tomar el relevo de Toño como cuidador más importante del Archipiélago, lo que se cumpliría en 1992, al ganarle a este que cuidaba en la Nueva.

El gallo campeón de Quico fue un giro de Crispín, y por la Guerra hubo dos: un retinto de los Hermanos Melini y un colorado de Silo Acosta.

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En Tenerife, el Norte con Francisco Falcón le saca cuatro riñas a La Espuela con Anastasio. Fue una temporada llena de alternativas. Con dos mantillas rabonas, el Norte llegó a tener seis de ventaja, pero una mantilla de La Espuela más adelante la puso por delante en una riña. Se llegó a la última jornada con cuatro de ventaja para el Norte, entablándose en ella y proclamándose campeón el partido de Valle con un colorado de Neno Pereira. Parece que no abundaron este año los gallos en esta isla, ya que el Norte se reforzó al final con gallos palmeros y La Espuela con gallos que tenía encerrados don Eduardo Pérez Ascanio en Güímar. Curiosamente, don Eduardo estaba en el Norte, dándose la situación anómala de que, en las últimas jornadas, aparecían gallos suyos en ambos partidos. El gallo de más riñas fue un melado suyo, mientras que tres hicieron un gallino de Emilio de la Cruz, otro de Víctor Barreto y un retinto de Luis Machado. El gallero de Arucas peleó buenos gallos también de Manuel León, Juan Díaz, los Crusanteros y Peña Las Tapias.

La Espuela tuvo tres gallos de tres riñas: un giro de Manolín Gómez, un melado de Díaz y Pérez y un giro de Peña Gallardete. Son tres nombres que fueron durante muchos años puntales del partido. En la cuarta jornada peleó un giro de Alfredo Martín muy elogiado por “Pica y Bate” en El Día, pero al final de temporada se deshizo este en críticas a Anastasio, por pelear muchos gallos de su pariente Agustín Delgado y por sus propios métodos: “Anastasio Acosta sigue con su conducta de trabajar él menos y destrozar a los gallos a base de pechas y más pechas. Las peleas no se ganan en las charlas de la enfermería sino en la valla con un buen lote de careadores. A las pocas semanas ya los animales estaban desplumándose por el pecho por las continuas palizas. Un gallero este de La Espuela que quiere que le lleven gallos de muchas fuerzas y luego los pelea arrastrándose por el suelo”. Como “Pica y Bate” era de La Espuela y no se distanciaba nada de esa condición, sus crónicas acostumbraban ser partidistas, aparte no decir la mayoría de las veces nada concreto sobre las peleas, a diferencia de lo que hacían los grandes cronistas de Las Palmas. Aquí se deja llevar quizás por el enojo de perder su partido la temporada.


Aquí tenemos el programa de la última jornada, un programa anómalo donde los haya. En el Norte, que, por regla general de siempre, solo se peleaban gallos del norte de la isla, o mayoritariamente del norte de la isla, aparecen nada menos que cuatro gallos de fuera, en concreto el retinto de Felipe y Domingo (Lanzarote) y tres de La Palma. La otra anomalía es ver gallos del mismo casteador en ambos partidos, como dijimos, Recuerdo que años después Antonio el Crusantero, ocurriendo lo mismo en unas peleas a que asistíamos, me señaló lo malo que era eso, ya que podían coincidir hermano contra hermano. Supongo que don Eduardo se decepcionó ese año con el Norte y acabó llevando a La Espuela gallos que tenía en Güímar, considerados “muy buenos” por el exigente y sabedor “Pica y Bate”.

Las jornadas pares de esta temporada las vi yo en el Parque San Francisco del Puerto, con mi amigo el librero Paco Lemus, hijo de uno de los Hermanos Crusanteros, fallecido ya por entonces. El ambiente era magnífico, con unas trescientas personas.

Al mismo tiempo hacían su contrata Güímar y Garachico. En Güímar empezó Pablo Amador con Jorge Benítez, lo que permitió a este partido sacar una rápida ventaja. Luego hubo no sé qué problemas y al final estaba Álvaro Tapia. La ventaja final fue de 13 y la mayor de la temporada de 15. En Garachico cuidaba Florencio Hernández (“Fisio”), de quien lamentaba “Pica y Bate” que careciera de “experiencia”, como si la mayoría de los cuidadores no hubieran empezado desde muy jóvenes. Experiencia la va a obtener pronto, para convertirse en un cuidador clave de la última década del XX y la primera del XXI. Fisio sería el cuidador por excelencia del nuevo partido de Garachico, con temporadas muy buenas, y a la desaparición de este partido pasaría a hacer muy buenas campañas en La Palma.

Pese a la ventaja amplia, se trató de una buena temporada, y, como siempre en estos dos partidos, de una extraordinaria deportividad. Además, tras las primeras siete jornadas, la igualdad fue suma, de tal modo que, si la jornada octava comenzó con 14 riñas de ventaja para Güímar, la última se cerró con 13.

Los gallos campeones fueron un melado de Filiberto López y un retinto de Aníbal Velázquez por Garachico y un giro de Peña Pío Pío por Güímar.


Este es el único programa que poseo. Ganó Garachico este día por ventaja y redujo a 14 riñas. En su lista destaquemos cuatro casteadores capitales en la época dorada que estaba por venir: la Peña Arango, la Peña Ucanca, la Peña El Boquerón y Álvaro González. Todos con gallos magníficos, y en un ambiente de camaradería, teniendo en la cuida a Fisio como hombre de confianza, lograrían un partido de campanillas. A esos cuatro nombres habría que añadir el del doctor Filiberto López.

En la lista de Güímar, abren y cierran la tanda dos “clásicos” del partido: Chicho y Mederos, bellísimas personas que tuve el honor de tratar continuadamente. Como propietarios de un gallo, Peña Las Lajas es también uno de los nombres emblemáticos de este partido. Pérez Ascanio, Manuel Espejo y Emilio de la Cruz no necesitan presentaciones, pero es que también contaba Güímar con gallos de Eusebio Mora, don Alonso Lecuona y Gonzalo Alberto. En fin, una temporada que no podía fallar.

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Pasemos a la provincia de Las Palmas. En la gallera del López Socas se vio una buena temporada, y muy equilibrada. Suso en Telde le gana a Arnoldo en Arucas. Recordemos que Arnoldo ya había cuidado en Telde la temporada de 1984. Creo que él ha sido el único gallero de élite que ha cuidado en las cuatro islas gallísticas. La primera vez que lo vi, en Los Llanos, recuerdo que le dije: “Tiene usted pinta de viejo lobo de mar”. Persona muy simpática, formidable, y un verdadero conocedor; hoy debe ser el decano de la afición. En cuanto a Suso, también lo traté, cuando estuvo en el Norte, y era una persona excelente, muy sereno y sin esa afición a la caña tan frecuente en los cuidadores de su isla adoptiva. Aunque nacido en Santa Úrsula (Tenerife), se aclimató en Gran Canaria y fue un cuidador emblemático del partido de Telde.

Lamento no tener informaciones de esta temporada. Nadie, además, nos echa una mano en la cuestión documental, porque seguro que alguien habrá guardado programas y tendrá fotos. Sí que, por suerte, contamos con este espléndido registro fotográfico, aparecido en uno de tantos reportajes periodísticos sobre los gallos que avivó el furor prohibicionista (los políticos van de mal en peor, y ahora mismo estos seres despreciables preparan aquí las normas que convertirán a los que, por diversos motivos de lo más respetable, han decidido no pincharse, en judíos del III reich):

Suso Yanes y Arnoldo Pérez, Las Palmas, 1990

Recientemente me escribía Néstor García-Cuyás, a propósito de la crónica anterior, correspondiente a la temporada de 1989:

“Si cierro los ojos, de todas las imágenes de esa época la que puedo ver con más nitidez es la de mi tío abuelo, Pedro García Arozena, ya mayor, domingo tras domingo y siempre temprano, bajando por las escaleras del López Socas, acompañado por sus hijos Pepe, o Tolo, o por mi padre, y sentarse en su sitio que siempre tenía reservado en las sillas de la primera fila tras la valla”.

Traigo este recuerdo a colación no porque pude conocer, en compañía de su hijo, a don Pedro, casteador extraordinario donde los hubo, sino porque entre las numerosas muestras de apoyo a la afición gallística de aquel año de 1990, la del novelista J. J. Armas Marcelo (“La guaracha del gallo Camacho”, en Canarias 7) se le refería de esta manera: “El asunto de los gallos viene de antiguo, mucho más que el fútbol, y recuerdo uno de los profesores más queridos de los jesuitas en los años en que éramos felices e indocumentados, Pedro García Arocena, que tenía gallos y, sin embargo, era sumamente civilizado”. ¿Es preciso añadir que para el gran cuidador Julián Castillo las dos personas, de las muchas que había conocido en su vida, que para él respondían perfectamente al concepto de “caballero” eran Francisco Dorta y don Pedro García Arocena?

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Terminamos en Lanzarote, con una floja temporada. Adolfo vuelve a Arrecife y no tiene ni que quitarse la chaqueta para doblegar al partido de Teguise, donde continuaba un José Carlos (“Caballo de bastos”) aún bisoño. El resultado fue una temporada aburrida, con Adolfo durmiéndose en las dos últimas jornadas, que permitieron a Teguise reducir de 16 a 9 la ventaja de Arrecife, después de que Adolfo hubiera ganado nueve jornadas y entablado una. Así al menos es como lo vio el cronista de Lancelot, a quien hay que tirarle de las orejas por no poner en sus doce crónicas semanales el nombre de los casteadores sino el de los propietarios de los gallos. De este modo, la información se vacía, y solo gracias a que en Lanzarote pude yo acceder a los programas, tengo algunos datos. Recuerdo que una tarde en Garachico, cuando yo empezaba la afición, me comentaba Antonio el Crusantero, con su desparpajo característico, al explicarme la diferencia entre el “casteador” y el “propietario” del gallo, tal y como vienen en los programas: “Este es un polla boba”, decía del propietario. Por supuesto, solo es una manera gráfica de explicar la diferencia, ya que el propietario del gallo tantas veces disfruta de un bonito rasgo de amistad, como a mí mismo me ocurrió muchas veces con Eduardo Pérez Ascanio.

Todos los gallos con varias peleas fueron de Arrecife. El giro “Chochito” de los Hermanos González Díaz entabló su quinta, dos giros de los Hermanos Cabrera Santana ganaron su cuarta y el colorado “el Tardío” de los Hermanos Negrín y un colorado de Domingo y Felipe ganaron su tercera. Todas las peleas se celebraron en la carpa de Tegueste, un espacio espléndido como saben todos los que allí han asistido a peleas.

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El cuarto Campeonato Regional se celebró en Tenerife (Parque San Francisco y antiguo cine de Garachico) y ganó La Palma, pero fue algo descafeinado, ya que por enfermedad de los gallos no participó Gran Canaria, usándose un sistema de liguilla. Como en todos o casi todos los campeonatos, Lope Acosta destacó especialmente, esta vez con el gallo más rápido, preparado por Quico, quien siempre llevaba sus gallos a los campeonatos en un estado primoroso.

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Y me despido con los dos documentos a que me refería al principio:


sábado, 7 de agosto de 2021

Pablo Amador: una evocación

De todas las personas que he conocido en el mundo de los gallos, tantas de ellas magníficas y hasta extraordinarias, el de mayor categoría propiamente gallística fue para mí Pablo Amador. Era un cuidador venido de los tiempos gloriosos, que había aprendido con “el Músico” y tocaba su instrumento a la perfección.

Hoy reproduzco la entrevista que le hice cuando murió y a la que la única corrección importante que habría que hacerle es la de que los gallos no le daban con las espuelas como a otros cuidadores de élite. Eso realmente no es cierto. Tenía un sistema de trabajo que convertía sus gallos en duros y briosos, pero cuando quería llevarlos ligeros y espueleros lo hacía, como demostró muchas veces en Las Palmas y como demostró el día en que se enfrentó a la poderosa gallera de Garachico en desafío que recuerdan todos los aficionados tinerfeños. El único discípulo del “Músico” que lo superaba (a él y a todos) fue Pepe Palmero, quien por llevar tantos años con Pancho acabó siendo tan bueno como este.

Lamento no haberlo tratado más, ya que lo conocí cuando estaba ya enfermo. Nos quedó en el tintero una entrevista que podía haber sido un libro. Lo llegué a visitar en su casa y tanto él como luego su mujer me facilitaron todo el material gallístico que él tenía. El Diccionario Gallístico de Canarias lo debí haber dedicado a su memoria.




Continúo con una galería de fotos, aunque sean conocidas todas o casi todas. En primer lugar, con Francisco Dorta (a quien todos sus ayudantes llamaban Don Francisco, por supuesto), cuidando en la gallera de Triana en el año 1948. Tenía Pablo entonces 20 años.



Ya convertido en gallero hecho y derecho, Pablo Amador hace una temporada excepcional en la gallera de San José la temporada de 1953. En esta foto de entrega de premios, vemos de derecha a izquierda a don Rafael Guerra, el cuidador terorense Alejo Yánez, Pepe Palmero (quien estaba cuidando en La Palma), Pablo Amador y don José Araña.



Foto sensacional en el diario Jornada: Pablo levantando el giro con que tumbó al “Morete”, el último gallo legendario de Tenerife, cuyo nombre era el de un famoso goleador argentino que militaba en la U. D. Las Palmas. Pablo, previendo las casadas, preparó especialmente este giro de Peña Las Tapias a nombre de Pedro Cabrera con vistas a enfrentársele al “Morete”, ya que sus características de pelear eran las más adecuadas para contrarrestar las de aquel terrible rival. Este fue uno de los momentos más gloriosos de que disfrutó en su vida profesional.



Foto poco conocida: Pablo Amador con sus tres ayudantes en la gallera del Norte, donde cuidó muchos años. Creo que esta foto es de fines de los años 80, en la preciosa gallera de Santa Úrsula.



Aún no trataba yo a Pablo Amador, y esta foto se la saqué sin contar con él, ya que me infundía algún respeto. Esto fue en su última temporada, en el Norte el año de 1992.


Estamos en el día del desafío entre el Norte y Garachico, 24 de marzo de 1992. Florencio Hernández (“Fisio”) había aprendido con Pablo, y, al igual que muchos de los que estuvieron con él, llegó a ser un excelente cuidador, con grandes temporadas en la década siguiente. La última vez que hablé con Pablo Amador, en su propia casa, le pregunté (de la manera menos periodística posible) por los mejores cuidadores que para él había entonces en Canarias. Me dijo: “Quico y Florencio”, para añadir de inmediato: “...y el Pichoncito”.


domingo, 1 de agosto de 2021

Temporada de 1989

Viajamos por el túnel del tiempo esta vez a la temporada de 1988-1989.

Comenzando por Tenerife y por la contrata histórica Norte-La Espuela, tenemos en el partido del Valle a Pablo Amador y en el de La Espuela a Álvaro Tapia. Ninguno de ellos terminó la temporada, por diferentes motivos. Pablo Amador tuvo que operarse y lo sustituyó Paco Falcón, que logró subir la ventaja de 9 a 22 riñas. Álvaro Tapia, con demasiada desventaja, se marchó ocupando su puesto Jorge Benítez, que era su sustituto. Jorge ganó por 4-2 y 5-2 ya hacia el final, reduciendo pues en 5 riñas la ventaja que llevaba el Norte. Estas no fueron todas las tribulaciones en el partido de la Vuelta de los Pájaros, ya que comenzó como cuidador el palmero Miguel Acosta, que lo dejó al cabo de una semana.

Las peleas se celebraron en el Terrero de El Sauzal y en el Cine San Martín de Santa Cruz. Los presidentes de los partidos eran Manuel Espejo por La Espuela y Pedro Acevedo Castro por el Norte.

El resultado clave fue sin duda la mantilla del Norte en la sexta jornada, última con Pablo. Y si este llevó siempre los gallos con mucho fuelle, sanos, cuidados y bien presentados, su sustituto aruquense no le fue a la zaga. Hubo tres gallos que llegaron a las cuatro riñas: un naranjo de Víctor Barreto, otro de Luis Machado y un canabuey de Peña Las Tapias. Por La Espuela, un colorado de Francisco Martín ganó su quinta y un colorado de Juan Díaz y un melado de Espejo su tercera.



En este programa, el único que tengo, vemos al naranjo de Luis Machado encabezando la lista del Norte en el día en que ganó su cuarta riña. Iba a nombre del Bar Remache, castiza casa de comida de La Orotava que pertenecía al “Remache”, uno de los Hermanos Crusanteros y uno de los aficionados más entusiastas del partido. Recuerdo perfectamente, cuando yo iba a las peleas en el Parque San Francisco acompañado por Paco Lemus, el librero que era precisamente sobrino del “Remache”, ver en la barra tras las peleas, un domingo, a Paco Falcón y Pedro Cabrera, que entonces soltaba por el Norte y que formaba parte de la Peña Las Tapias, que en el programa peleó este día un gallino. Los restantes casteadores del Norte son clásicos: Manuel de León, Víctor Barreto y Pérez Ascanio, por no hablar de Palmerito y Felipe Reyes, que tantos gallos buenos sacarían en las décadas siguientes. También conocí a Domingo Escobar, aficionado orotavense de los partidos Norte y Garachico por aquellos años, muy amigo de Antonio el Crusantero.

Palomares, Eusebio Mora, Manuel Espejo y Alfredo Martín eran puntales de La Espuela, y no sé si Francisco Luis Martín es Francisco Martín, el gran aficionado y soltador del partido capitalino, que era como persona pura simpatía.

El programa registra como cuidadores los nombres de los que comenzaron la temporada, pero realmente cuidaban en el momento Jorge y Paquito. En la siguiente foto, vemos sobre la valla a Álvaro Tapia y Jorge Benítez, que es con quienes comenzó La Espuela:



La contrata entre Garachico y Güímar la ganó Güímar por 19 riñas. En Garachico comenzó Polo, pero en enero lo sustituyó Carmelo Acosta. Anastasio Acosta cuidó por cuarta y última vez en Güímar. Por Garachico, buenos gallos de Filiberto López, Peña Las Arenas, Luis Pérez de Castro, Álvaro González; por Güímar, de Chicho y Mederos, Horacio Pulido, Alfredo Martín, Agustín Delgado, Gonzalo Alberto, Justo Jorge.

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En la Banda, Toño repitió en Tazacorte y se desquitó de su extraño tropezón con Maso el año anterior. Ganó por 7 en una temporada muy regular, ya que desde la segunda jornada tomó el mando, sin sacar nunca mucha ventaja. De nuevo peleó muchos gallos de José Rodríguez “el Venezolano”, y también de Díaz y Pérez y los Melini. Se recuerdan un gran blanco del primero, con cinco riñas, y un colorado de Tito “el Cañero” por Los Llanos, así como un bragado de Miguel Camachita y un pinto de Rodríguez y Martín, ambos por Tazacorte.

Acabada la temporada hubo en el Camilo León de Los Llanos un desafío entre el Norte y los dos partidos de la Banda, que ganaron estos por 5-3. He aquí el programa:


En la capital palmera, Nerín hacía una muy buena temporada, al coger la Nueva con 4 en contra en la jornada novena y acabar ganando por 11. Tuvo muchos gallos de Tazacorte y Los Llanos, sobre todo de Lope Acosta, Manolín Gómez, Crispín Rodríguez y Adelino Acosta, aparte los habituales de su gallera. Fue otra gran temporada de los retintos de Lope, uno de ellos añadiendo tres riñas a las tres que había ganado el año anterior. La Guerra tuvo casteadores de la zona casi todos, con destaque para la Peña Sur.

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En Gran Canaria, Martín Díaz informó jornada a jornada de la temporada, que es la última que cubrió. Tanto él como Vinicio Marcos se quejaron repetidamente del deprimente espectáculo de las peleas interminables.

Adolfo en Arucas volvió a ganarle a Suso en Telde, por 9 riñas. La temporada estuvo reñida, ya que esa ventaja solo se dio en la última jornada, mientras que casi siempre la ventaja de Arucas fue de 2, 3 o 4 riñas. Soltaron Antonio Hernández y Domingo Díaz, dos señores de los gallos. Las casas de gallos estaban en La Pardilla (Telde) y la Trasmontaña (Arucas). Los presidentes, como en toda esta época, fueron Antonio Hernández y Miguel Machín.

Esta fue otra excepcional temporada de Juan Rodríguez Drincourt y de García y Mesa, siguiendo en la clasificación de casteadores hecha por Martín Díaz el tinerfeño Víctor Barreto, Gumersindo Toledo, Eugenio Ojeda, José Estévez Pérez, Argeo Hernández y Esteban Rodríguez Olivares.

El colorado de “La Única”, cuya historia ya hemos trazado aquí, ganó con Adolfo su sexta y su séptima peleas, pero también Rodríguez Drincourt tuvo un sensacional giro verde. El colorado había ganado cinco peleas el año anterior, en un tiempo total de 28 minutos, siendo fuera de serie la quinta, de seis minutos, contra un gran colorado de García Cuyás y Adolfo de la Torre que tenía también cuatro peleas. Esta temporada gana en las jornadas cuarta y catorce, en la cuarta a un melado de Pérez Vidal y en la catorceava a un giro de los Hermanos Acosta Rodríguez. Esta fue su pelea más larga: 17 minutos, pero fue una pelea muy interesante. El colorado, arriero como siempre, se las ve ante un gallo de mucha espuela. Se castigan y pierden fuerza, caminando hacia las tablas, cuando el colorado ajusta puntería y de certero tiro deja k.o. al giro en medio de un enorme clamor.

Pero se vieron otras peleas muy buenas. En la novena jornada, un colorado de tres riñas de García y Mesa, pícaro, sortea y regatea al melado de Domingo Díaz delante mismo de su pico, para luego, con salidas largas, obtener ventaja en los encuentros. Este es el típico gallo canario “jugador”, el gallo sin lugar a dudas que más me ha gustado siempre ver pelear.

En la jornada catorce, el magnífico giro de Miguel Jiménez Jorge, que había ganado una riña en la temporada anterior y ya tres en la presente, tuerto y cogido por debajo, cuando ya se cantaba la victoria del giro de dos peleas de Rodríguez Drincourt, de fenomenal tiro lo degüella y mata. Una jornada con dos peleas extraordinarias no es muy frecuente.

Por último, en la jornada siguiente hubo otra riña de órdago, entre otros dos estilistas: el gallino de tres peleas de Argeo Hernández y un colorado de don Agustín Cabrera, ganando aquel, aunque por primera vez en combate prolongado.

Todavía los políticos sinvergüenzas (que hoy intentan en su bajeza fascista imponerle a una parte de los canarios las mismas medidas que los nazis aplicaron a los judíos) no habían empezado a hostigar a la afición de los gallos, de modo que aún era posible ver una muestra de peleas en la fiesta del queso de Guía y en la de los almendros en flor de Tejeda, esta dentro de un homenaje al popular Díaz Cutillas (por cierto que un ejemplo de periodista honesto, hoy que no parecen haber ya sino periodistas corruptos y cretinos, del mismo modo que ya no existe NI UN SOLO periódico independiente en las Islas Canarias).

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De nuevo la provincia de Las Palmas se llevaba la palma en información gallística, ya que en Lanzarote el semanario Lancelot siguió la temporada jornada a jornada.

Hubo buenas entradas y comenzaron los cuidadores del año anterior, o sea Quico en Arrecife y Arnoldo en Teguise. Lamentablemente, la temporada, que fue buena, acabaría muy mal.

En la jornada octava, Arnoldo llevaba 8 riñas, pero no subió a la valla, a causa de los problemas que tenía con la gallera de Arrecife. Gana Teguise por mantilla rabona y reduce la ventaja a 4 riñas. En las cuatro últimas jornadas, el cuidador que lo sustituye es José Carlos (“Caballo de bastos”). Entablados en la última jornada, gana Teguise las seis primeras peleas y la directiva de Arrecife se retira y abandona en la última. En esta jornada, oprobio: una riña, la primera, de... 45 minutos, una verdadera vergüenza, que deja chico todo lo que estaba ocurriendo en Las Palmas.

Lo que nos interesa es que en esta temporada se vieron sensacionales colorados de José Rodríguez “el Venezolano” por Teguise y de Domingo y Felipe por Arrecife. Lo del “Venezolano” es asombroso: ¡ser el mejor casteador de las contratas de la Banda y Lanzarote en la misma temporada! Si por estos años los casteadores de bandera en toda Canarias eran Lope Acosta, Rodríguez Drincourt y Luis Machado, él se lleva este año la palma.

Otros casteadores que deben mencionarse fueron Juan y Montelongo por Teguise y, por Arrecife, los Hermanos González Díaz, la Pena Tarragona y los Hermanos Negrín.

Un gallo memorable fue el melado manzanilla de Adelino Acosta preparado por Quico; ganó cinco peleas en nueve jornadas.

Aquí tenemos la crónica de la jornada novena, con Arnoldo dando su opinión y una gran foto en que aparecen estos extraordinarios cuidadores palmeros que eran él y Quico Acosta.



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También el Campeonato Regional acabó como el rosario de la aurora. Se celebró en el López Socas y gracias a las crónicas de Martín Díaz tenemos información de las dos confrontaciones de la selección grancanaria.

La Palma le ganó a Lanzarote por 4-2 y Gran Canaria a Tenerife por 4-3, en las semifinales.

Por Gran Canaria, un colorado de Juan Rodríguez Drincourt de una riña le gana en la primera a un gallino de tres de Agustín Delgado. En la segunda, un colorado de Antonio Hernández le gana en “chaparrón de estocadas” que no pasó del minuto y medio a un colorado de una riña de Peña El Boquerón. Las dos siguientes son para Tenerife, con un colorado de tres peleas de Alfredo Martín y otro de Agustín Delgado. Se adelanta de nuevo Gran Canaria con un colorado de una pelea de Domingo Díaz, que le gana en dos minutos a un colorado de dos riñas de Manolín Gómez. Y se califica Gran Canaria con un colorado de Cuyás y de la Torre de dos riñas que se impone a un giro muy bueno de Juan Díaz. Un giro de Manuel Espejo deja en 4-3 el tanteo final. Buenos tiempos en estas peleas, ya que la última, de 9 minutos, fue la más larga.

Lanzarote le gana a Tenerife y se llega a la final con Gran Canaria y La Palma. La Palma gana la primera con un colorado de Álvaro Rodríguez Pérez, que le gana en cuatro minutos a un colorado de don Agustín Cabrera. Empata Gran Canaria con el mismo colorado de Antonio Hernández peleado el día anterior. ¡Casi nada! Tuertos los dos, el de Telde mata a los cuatro minutos al melado de Adelino Acosta. Gran Canaria se adelanta en la tercera con un giro de Rodríguez Drincourt, pero La Palma se adelanta luego con un giro de Díaz y Pérez y un melado de los Melini. Llegamos a la sexta, y resulta que el gallo palmero sobrepasa su peso en más de dos onzas. La pelea la tiene pues perdida y resulta que no hay sustituto. En vez de pasar a la última, La Palma se retira.

Continuaremos estas retrospectivas con un vistazo próximo a la temporada de 1990.