Los gallos mejor preparados, y siempre irreprochablemente presentados, que yo he visto en mi vida, los subieron a la valla Pablo Amador en las dos temporadas que lo vi cuidar, Toño “el Rebotallo” la temporada que cuidó en el Norte y Quico Acosta en los campeonatos regionales y las veces que fui a ver peleas a la isla de La Palma, cuidando él en la gallera Guerra.
miércoles, 25 de agosto de 2021
Una entrevista a Quico Acosta, en 2005
lunes, 16 de agosto de 2021
Temporada de 1990
Esta es una temporada marcada por el inicio de la hostilidad política contra las riñas de gallos canarias.
Es una tarea enojosa
comenzar a relatar paso por paso esta batalla cuya consecuencia fue no la
prohibición sino una debilitación progresiva de la afición, dadas las
restricciones impuestas como mal menor. El tonto del culo que puso en marcha
todo esto llegaría a afirmar: “Bruselas intervendrá”, pero por suerte las
peleas sobrevivirían aún tres décadas, solo ahora mismo, por la dictadura
sanitaria en curso y un nuevo proyecto de prohibición por parte de la chusma
política, viéndose definitivamente amenazadas.
Me limito a reproducir al
final dos documentos. Un artículo espléndido del fino periodista Alonso
Plasencia y un reportaje en que intervienen aficionados palmeros. De todo lo de
este año, resta como lo más memorable la declaración genial de Toño “el
Rebotallo”: “Habrá que encerrarnos a todos y tendrán que hacer las cárceles más
grandes, porque de una forma u otra se seguirá con las riñas de gallos”. Estoy
convencido de que en el Valle de Aridane eso ocurriría incluso hoy.
El efecto paradójico de
esta sórdida campaña de los años 90-92 es que gracias a ella me animé yo a
escribir de gallos en la prensa de las islas (El Día y La Provincia)
y gracias a ella me puse a trabajar la historia gallística de Canarias, con el
resultado pocos años después de los libros del “Músico” y el DGC.
*
Pero vayamos a las peleas
de este año y empecemos por la Isla Bonita.
En la Banda, nueva proeza
de nuestro citado Toño: se cambia a Los Llanos y Maso a Tazacorte, ganándole
por 27 riñas... sin los gallos por tanto del “Venezolano”. Tomó el mando desde
la quinta jornada, para luego ampliar muchísimo la ventaja, que se cerró con un
capote en la jornada última. De nuevo tuvo gallos de muchas peleas: un colorado
de Peña Argual de cinco, un melado de Adelto Cabrera de cuatro y un gallino de
Rodríguez Acosta y un melado de Neno Pereira de tres. Este melado ganaría dos
más la temporada siguiente. El gallo campeón de Los Llanos fue un colorado de
cuatro de José Rodríguez “el Venezolano”.
Mientras, en la capital,
Quico cuida en la Guerra sacándole 6 de ventaja a Nerín. Fue una buena
temporada en que la Nueva fue casi siempre por delante para al final Quico
dominar la contrata.
Esta es la primera de las
tres grandes temporadas consecutivas de Quico en la Guerra. Se preparaba para
tomar el relevo de Toño como cuidador más importante del Archipiélago, lo que
se cumpliría en 1992, al ganarle a este que cuidaba en la Nueva.
El gallo campeón de Quico
fue un giro de Crispín, y por la Guerra hubo dos: un retinto de los Hermanos
Melini y un colorado de Silo Acosta.
*
En Tenerife, el Norte con
Francisco Falcón le saca cuatro riñas a La Espuela con Anastasio. Fue una
temporada llena de alternativas. Con dos mantillas rabonas, el Norte llegó a
tener seis de ventaja, pero una mantilla de La Espuela más adelante la puso por
delante en una riña. Se llegó a la última jornada con cuatro de ventaja para el
Norte, entablándose en ella y proclamándose campeón el partido de Valle con un
colorado de Neno Pereira. Parece que no abundaron este año los gallos en esta
isla, ya que el Norte se reforzó al final con gallos palmeros y La Espuela con
gallos que tenía encerrados don Eduardo Pérez Ascanio en Güímar. Curiosamente,
don Eduardo estaba en el Norte, dándose la situación anómala de que, en las
últimas jornadas, aparecían gallos suyos en ambos partidos. El gallo de más riñas
fue un melado suyo, mientras que tres hicieron un gallino de Emilio de la Cruz,
otro de Víctor Barreto y un retinto de Luis Machado. El gallero de Arucas peleó
buenos gallos también de Manuel León, Juan Díaz, los Crusanteros y Peña Las
Tapias.
La Espuela tuvo tres
gallos de tres riñas: un giro de Manolín Gómez, un melado de Díaz y Pérez y un
giro de Peña Gallardete. Son tres nombres que fueron durante muchos años
puntales del partido. En la cuarta jornada peleó un giro de Alfredo Martín muy
elogiado por “Pica y Bate” en El Día, pero al final de temporada se
deshizo este en críticas a Anastasio, por pelear muchos gallos de su pariente Agustín
Delgado y por sus propios métodos: “Anastasio Acosta sigue con su conducta de
trabajar él menos y destrozar a los gallos a base de pechas y más pechas. Las
peleas no se ganan en las charlas de la enfermería sino en la valla con un buen
lote de careadores. A las pocas semanas ya los animales estaban desplumándose
por el pecho por las continuas palizas. Un gallero este de La Espuela que
quiere que le lleven gallos de muchas fuerzas y luego los pelea arrastrándose
por el suelo”. Como “Pica y Bate” era de La Espuela y no se distanciaba nada de
esa condición, sus crónicas acostumbraban ser partidistas, aparte no decir la mayoría
de las veces nada concreto sobre las peleas, a diferencia de lo que hacían los
grandes cronistas de Las Palmas. Aquí se deja llevar quizás por el enojo de
perder su partido la temporada.
Las jornadas pares de
esta temporada las vi yo en el Parque San Francisco del Puerto, con mi amigo el
librero Paco Lemus, hijo de uno de los Hermanos Crusanteros, fallecido ya por
entonces. El ambiente era magnífico, con unas trescientas personas.
Al mismo tiempo hacían su
contrata Güímar y Garachico. En Güímar empezó Pablo Amador con Jorge Benítez,
lo que permitió a este partido sacar una rápida ventaja. Luego hubo no sé qué
problemas y al final estaba Álvaro Tapia. La ventaja final fue de 13 y la mayor
de la temporada de 15. En Garachico cuidaba Florencio Hernández (“Fisio”), de
quien lamentaba “Pica y Bate” que careciera de “experiencia”, como si la
mayoría de los cuidadores no hubieran empezado desde muy jóvenes. Experiencia
la va a obtener pronto, para convertirse en un cuidador clave de la última
década del XX y la primera del XXI. Fisio sería el cuidador por excelencia del
nuevo partido de Garachico, con temporadas muy buenas, y a la desaparición de
este partido pasaría a hacer muy buenas campañas en La Palma.
Pese a la ventaja amplia,
se trató de una buena temporada, y, como siempre en estos dos partidos, de una
extraordinaria deportividad. Además, tras las primeras siete jornadas, la
igualdad fue suma, de tal modo que, si la jornada octava comenzó con 14 riñas
de ventaja para Güímar, la última se cerró con 13.
Los gallos campeones
fueron un melado de Filiberto López y un retinto de Aníbal Velázquez por
Garachico y un giro de Peña Pío Pío por Güímar.
En la lista de Güímar,
abren y cierran la tanda dos “clásicos” del partido: Chicho y Mederos,
bellísimas personas que tuve el honor de tratar continuadamente. Como
propietarios de un gallo, Peña Las Lajas es también uno de los nombres
emblemáticos de este partido. Pérez Ascanio, Manuel Espejo y Emilio de la Cruz
no necesitan presentaciones, pero es que también contaba Güímar con gallos de
Eusebio Mora, don Alonso Lecuona y Gonzalo Alberto. En fin, una temporada que no
podía fallar.
*
Pasemos a la provincia de
Las Palmas. En la gallera del López Socas se vio una buena temporada, y muy
equilibrada. Suso en Telde le gana a Arnoldo en Arucas. Recordemos que Arnoldo
ya había cuidado en Telde la temporada de 1984. Creo que él ha sido el único
gallero de élite que ha cuidado en las cuatro islas gallísticas. La primera vez
que lo vi, en Los Llanos, recuerdo que le dije: “Tiene usted pinta de viejo
lobo de mar”. Persona muy simpática, formidable, y un verdadero conocedor; hoy
debe ser el decano de la afición. En cuanto a Suso, también lo traté, cuando
estuvo en el Norte, y era una persona excelente, muy sereno y sin esa afición a
la caña tan frecuente en los cuidadores de su isla adoptiva. Aunque nacido en
Santa Úrsula (Tenerife), se aclimató en Gran Canaria y fue un cuidador
emblemático del partido de Telde.
Lamento no tener
informaciones de esta temporada. Nadie, además, nos echa una mano en la
cuestión documental, porque seguro que alguien habrá guardado programas y
tendrá fotos. Sí que, por suerte, contamos con este espléndido registro
fotográfico, aparecido en uno de tantos reportajes periodísticos sobre los
gallos que avivó el furor prohibicionista (los políticos van de mal en peor, y
ahora mismo estos seres despreciables preparan aquí las normas que convertirán a los que,
por diversos motivos de lo más respetable, han decidido no pincharse, en judíos del III reich):
Suso Yanes y Arnoldo Pérez, Las Palmas, 1990 |
“Si cierro los ojos, de
todas las imágenes de esa época la que puedo ver con más nitidez es la de mi
tío abuelo, Pedro García Arozena, ya mayor, domingo tras domingo y siempre
temprano, bajando por las escaleras del López Socas, acompañado por sus hijos
Pepe, o Tolo, o por mi padre, y sentarse en su sitio que siempre tenía
reservado en las sillas de la primera fila tras la valla”.
Traigo este recuerdo a
colación no porque pude conocer, en compañía de su hijo, a don Pedro, casteador
extraordinario donde los hubo, sino porque entre las numerosas muestras de
apoyo a la afición gallística de aquel año de 1990, la del novelista J. J.
Armas Marcelo (“La guaracha del gallo Camacho”, en Canarias 7) se le
refería de esta manera: “El asunto de los gallos viene de antiguo, mucho más
que el fútbol, y recuerdo uno de los profesores más queridos de los jesuitas en
los años en que éramos felices e indocumentados, Pedro García Arocena, que
tenía gallos y, sin embargo, era sumamente civilizado”. ¿Es preciso añadir que
para el gran cuidador Julián Castillo las dos personas, de las muchas que había
conocido en su vida, que para él respondían perfectamente al concepto de
“caballero” eran Francisco Dorta y don Pedro García Arocena?
*
Terminamos en Lanzarote,
con una floja temporada. Adolfo vuelve a Arrecife y no tiene ni que quitarse la
chaqueta para doblegar al partido de Teguise, donde continuaba un José Carlos
(“Caballo de bastos”) aún bisoño. El resultado fue una temporada aburrida, con
Adolfo durmiéndose en las dos últimas jornadas, que permitieron a Teguise
reducir de 16 a 9 la ventaja de Arrecife, después de que Adolfo hubiera ganado
nueve jornadas y entablado una. Así al menos es como lo vio el cronista de Lancelot,
a quien hay que tirarle de las orejas por no poner en sus doce crónicas
semanales el nombre de los casteadores sino el de los propietarios de los
gallos. De este modo, la información se vacía, y solo gracias a que en
Lanzarote pude yo acceder a los programas, tengo algunos datos. Recuerdo que
una tarde en Garachico, cuando yo empezaba la afición, me comentaba Antonio el
Crusantero, con su desparpajo característico, al explicarme la diferencia entre
el “casteador” y el “propietario” del gallo, tal y como vienen en los
programas: “Este es un polla boba”, decía del propietario. Por supuesto, solo
es una manera gráfica de explicar la diferencia, ya que el propietario del
gallo tantas veces disfruta de un bonito rasgo de amistad, como a mí mismo me
ocurrió muchas veces con Eduardo Pérez Ascanio.
Todos los gallos con
varias peleas fueron de Arrecife. El giro “Chochito” de los Hermanos González
Díaz entabló su quinta, dos giros de los Hermanos Cabrera Santana ganaron su
cuarta y el colorado “el Tardío” de los Hermanos Negrín y un colorado de
Domingo y Felipe ganaron su tercera. Todas las peleas se celebraron en la carpa
de Tegueste, un espacio espléndido como saben todos los que allí han asistido a
peleas.
*
El cuarto Campeonato
Regional se celebró en Tenerife (Parque San Francisco y antiguo cine de
Garachico) y ganó La Palma, pero fue algo descafeinado, ya que por enfermedad
de los gallos no participó Gran Canaria, usándose un sistema de liguilla. Como
en todos o casi todos los campeonatos, Lope Acosta destacó especialmente, esta
vez con el gallo más rápido, preparado por Quico, quien siempre llevaba sus
gallos a los campeonatos en un estado primoroso.
*
sábado, 7 de agosto de 2021
Pablo Amador: una evocación
De todas las personas que he conocido en el mundo de los gallos, tantas de ellas magníficas y hasta extraordinarias, el de mayor categoría propiamente gallística fue para mí Pablo Amador. Era un cuidador venido de los tiempos gloriosos, que había aprendido con “el Músico” y tocaba su instrumento a la perfección.
Hoy
reproduzco la entrevista que le hice cuando murió y a la que la única
corrección importante que habría que hacerle es la de que los gallos no le
daban con las espuelas como a otros cuidadores de élite. Eso realmente no es
cierto. Tenía un sistema de trabajo que convertía sus gallos en duros y
briosos, pero cuando quería llevarlos ligeros y espueleros lo hacía, como
demostró muchas veces en Las Palmas y como demostró el día en que se enfrentó a
la poderosa gallera de Garachico en desafío que recuerdan todos los aficionados
tinerfeños. El único discípulo del “Músico” que lo superaba (a él y a todos)
fue Pepe Palmero, quien por llevar tantos años con Pancho acabó siendo tan
bueno como este.
Lamento
no haberlo tratado más, ya que lo conocí cuando estaba ya enfermo. Nos quedó en
el tintero una entrevista que podía haber sido un libro. Lo llegué a visitar en
su casa y tanto él como luego su mujer me facilitaron todo el material
gallístico que él tenía. El Diccionario Gallístico de Canarias lo debí
haber dedicado a su memoria.
Estamos en el día del desafío entre el Norte y Garachico, 24 de marzo de 1992. Florencio Hernández (“Fisio”) había aprendido con Pablo, y, al igual que muchos de los que estuvieron con él, llegó a ser un excelente cuidador, con grandes temporadas en la década siguiente. La última vez que hablé con Pablo Amador, en su propia casa, le pregunté (de la manera menos periodística posible) por los mejores cuidadores que para él había entonces en Canarias. Me dijo: “Quico y Florencio”, para añadir de inmediato: “...y el Pichoncito”.
domingo, 1 de agosto de 2021
Temporada de 1989
Viajamos por el túnel del tiempo esta vez a la temporada de 1988-1989.
Comenzando
por Tenerife y por la contrata histórica Norte-La Espuela, tenemos en el
partido del Valle a Pablo Amador y en el de La Espuela a Álvaro Tapia. Ninguno
de ellos terminó la temporada, por diferentes motivos. Pablo Amador tuvo que
operarse y lo sustituyó Paco Falcón, que logró subir la ventaja de 9 a 22
riñas. Álvaro Tapia, con demasiada desventaja, se marchó ocupando su puesto
Jorge Benítez, que era su sustituto. Jorge ganó por 4-2 y 5-2 ya hacia el final,
reduciendo pues en 5 riñas la ventaja que llevaba el Norte. Estas no fueron
todas las tribulaciones en el partido de la Vuelta de los Pájaros, ya que
comenzó como cuidador el palmero Miguel Acosta, que lo dejó al cabo de una
semana.
Las
peleas se celebraron en el Terrero de El Sauzal y en el Cine San Martín de
Santa Cruz. Los presidentes de los partidos eran Manuel Espejo por La Espuela y
Pedro Acevedo Castro por el Norte.
El
resultado clave fue sin duda la mantilla del Norte en la sexta jornada, última
con Pablo. Y si este llevó siempre los gallos con mucho fuelle, sanos, cuidados
y bien presentados, su sustituto aruquense no le fue a la zaga. Hubo tres
gallos que llegaron a las cuatro riñas: un naranjo de Víctor Barreto, otro de
Luis Machado y un canabuey de Peña Las Tapias. Por La Espuela, un colorado de
Francisco Martín ganó su quinta y un colorado de Juan Díaz y un melado de
Espejo su tercera.
Palomares,
Eusebio Mora, Manuel Espejo y Alfredo Martín eran puntales de La Espuela, y no
sé si Francisco Luis Martín es Francisco Martín, el gran aficionado y soltador
del partido capitalino, que era como persona pura simpatía.
El
programa registra como cuidadores los nombres de los que comenzaron la
temporada, pero realmente cuidaban en el momento Jorge y Paquito. En la
siguiente foto, vemos sobre la valla a Álvaro Tapia y Jorge Benítez, que es con
quienes comenzó La Espuela:
*
En
la Banda, Toño repitió en Tazacorte y se desquitó de su extraño tropezón con
Maso el año anterior. Ganó por 7 en una temporada muy regular, ya que desde la
segunda jornada tomó el mando, sin sacar nunca mucha ventaja. De nuevo peleó
muchos gallos de José Rodríguez “el Venezolano”, y también de Díaz y Pérez y
los Melini. Se recuerdan un gran blanco del primero, con cinco riñas, y un
colorado de Tito “el Cañero” por Los Llanos, así como un bragado de Miguel
Camachita y un pinto de Rodríguez y Martín, ambos por Tazacorte.
*
En
Gran Canaria, Martín Díaz informó jornada a jornada de la temporada, que es la
última que cubrió. Tanto él como Vinicio Marcos se quejaron repetidamente del
deprimente espectáculo de las peleas interminables.
Adolfo
en Arucas volvió a ganarle a Suso en Telde, por 9 riñas. La temporada estuvo
reñida, ya que esa ventaja solo se dio en la última jornada, mientras que casi
siempre la ventaja de Arucas fue de 2, 3 o 4 riñas. Soltaron Antonio Hernández
y Domingo Díaz, dos señores de los gallos. Las casas de gallos estaban en La
Pardilla (Telde) y la Trasmontaña (Arucas). Los presidentes, como en toda esta
época, fueron Antonio Hernández y Miguel Machín.
Esta
fue otra excepcional temporada de Juan Rodríguez Drincourt y de García y Mesa,
siguiendo en la clasificación de casteadores hecha por Martín Díaz el tinerfeño
Víctor Barreto, Gumersindo Toledo, Eugenio Ojeda, José Estévez Pérez, Argeo
Hernández y Esteban Rodríguez Olivares.
El
colorado de “La Única”, cuya historia ya hemos trazado aquí, ganó con Adolfo su
sexta y su séptima peleas, pero también Rodríguez Drincourt tuvo un sensacional
giro verde. El colorado había ganado cinco peleas el año anterior, en un tiempo
total de 28 minutos, siendo fuera de serie la quinta, de seis minutos, contra
un gran colorado de García Cuyás y Adolfo de la Torre que tenía también cuatro
peleas. Esta temporada gana en las jornadas cuarta y catorce, en la cuarta a un
melado de Pérez Vidal y en la catorceava a un giro de los Hermanos Acosta
Rodríguez. Esta fue su pelea más larga: 17 minutos, pero fue una pelea muy
interesante. El colorado, arriero como siempre, se las ve ante un gallo de
mucha espuela. Se castigan y pierden fuerza, caminando hacia las tablas, cuando
el colorado ajusta puntería y de certero tiro deja k.o. al giro en medio de un
enorme clamor.
Pero
se vieron otras peleas muy buenas. En la novena jornada, un colorado de tres
riñas de García y Mesa, pícaro, sortea y regatea al melado de Domingo Díaz
delante mismo de su pico, para luego, con salidas largas, obtener ventaja en
los encuentros. Este es el típico gallo canario “jugador”, el gallo sin lugar a
dudas que más me ha gustado siempre ver pelear.
En
la jornada catorce, el magnífico giro de Miguel Jiménez Jorge, que había ganado
una riña en la temporada anterior y ya tres en la presente, tuerto y cogido por
debajo, cuando ya se cantaba la victoria del giro de dos peleas de Rodríguez
Drincourt, de fenomenal tiro lo degüella y mata. Una jornada con dos peleas
extraordinarias no es muy frecuente.
Por
último, en la jornada siguiente hubo otra riña de órdago, entre otros dos
estilistas: el gallino de tres peleas de Argeo Hernández y un colorado de don
Agustín Cabrera, ganando aquel, aunque por primera vez en combate prolongado.
Todavía
los políticos sinvergüenzas (que hoy intentan en su bajeza fascista imponerle a
una parte de los canarios las mismas medidas que los nazis aplicaron a los
judíos) no habían empezado a hostigar a la afición de los gallos, de modo que
aún era posible ver una muestra de peleas en la fiesta del queso de Guía y en
la de los almendros en flor de Tejeda, esta dentro de un homenaje al popular
Díaz Cutillas (por cierto que un ejemplo de periodista honesto, hoy que no parecen
haber ya sino periodistas corruptos y cretinos, del mismo modo que ya no existe
NI UN SOLO periódico independiente en las Islas Canarias).
*
De
nuevo la provincia de Las Palmas se llevaba la palma en información gallística,
ya que en Lanzarote el semanario Lancelot siguió la temporada jornada a
jornada.
Hubo
buenas entradas y comenzaron los cuidadores del año anterior, o sea Quico en
Arrecife y Arnoldo en Teguise. Lamentablemente, la temporada, que fue buena,
acabaría muy mal.
En
la jornada octava, Arnoldo llevaba 8 riñas, pero no subió a la valla, a causa de
los problemas que tenía con la gallera de Arrecife. Gana Teguise por mantilla
rabona y reduce la ventaja a 4 riñas. En las cuatro últimas jornadas, el
cuidador que lo sustituye es José Carlos (“Caballo de bastos”). Entablados en
la última jornada, gana Teguise las seis primeras peleas y la directiva de Arrecife
se retira y abandona en la última. En esta jornada, oprobio: una riña, la
primera, de... 45 minutos, una verdadera vergüenza, que deja chico todo lo que
estaba ocurriendo en Las Palmas.
Lo
que nos interesa es que en esta temporada se vieron sensacionales colorados de
José Rodríguez “el Venezolano” por Teguise y de Domingo y Felipe por Arrecife.
Lo del “Venezolano” es asombroso: ¡ser el mejor casteador de las contratas de
la Banda y Lanzarote en la misma temporada! Si por estos años los casteadores
de bandera en toda Canarias eran Lope Acosta, Rodríguez Drincourt y Luis
Machado, él se lleva este año la palma.
Otros
casteadores que deben mencionarse fueron Juan y Montelongo por Teguise y, por
Arrecife, los Hermanos González Díaz, la Pena Tarragona y los Hermanos Negrín.
Un
gallo memorable fue el melado manzanilla de Adelino Acosta preparado por Quico;
ganó cinco peleas en nueve jornadas.
Aquí
tenemos la crónica de la jornada novena, con Arnoldo dando su opinión y una
gran foto en que aparecen estos extraordinarios cuidadores palmeros que eran él
y Quico Acosta.
También
el Campeonato Regional acabó como el rosario de la aurora. Se celebró en el
López Socas y gracias a las crónicas de Martín Díaz tenemos información de las
dos confrontaciones de la selección grancanaria.
La
Palma le ganó a Lanzarote por 4-2 y Gran Canaria a Tenerife por 4-3, en las semifinales.
Por
Gran Canaria, un colorado de Juan Rodríguez Drincourt de una riña le gana en la
primera a un gallino de tres de Agustín Delgado. En la segunda, un colorado de
Antonio Hernández le gana en “chaparrón de estocadas” que no pasó del minuto y
medio a un colorado de una riña de Peña El Boquerón. Las dos siguientes son
para Tenerife, con un colorado de tres peleas de Alfredo Martín y otro de
Agustín Delgado. Se adelanta de nuevo Gran Canaria con un colorado de una pelea
de Domingo Díaz, que le gana en dos minutos a un colorado de dos riñas de
Manolín Gómez. Y se califica Gran Canaria con un colorado de Cuyás y de la
Torre de dos riñas que se impone a un giro muy bueno de Juan Díaz. Un giro de Manuel
Espejo deja en 4-3 el tanteo final. Buenos tiempos en estas peleas, ya que la
última, de 9 minutos, fue la más larga.
Lanzarote
le gana a Tenerife y se llega a la final con Gran Canaria y La Palma. La Palma
gana la primera con un colorado de Álvaro Rodríguez Pérez, que le gana en
cuatro minutos a un colorado de don Agustín Cabrera. Empata Gran Canaria con el
mismo colorado de Antonio Hernández peleado el día anterior. ¡Casi nada!
Tuertos los dos, el de Telde mata a los cuatro minutos al melado de Adelino
Acosta. Gran Canaria se adelanta en la tercera con un giro de Rodríguez
Drincourt, pero La Palma se adelanta luego con un giro de Díaz y Pérez y un
melado de los Melini. Llegamos a la sexta, y resulta que el gallo palmero
sobrepasa su peso en más de dos onzas. La pelea la tiene pues perdida y resulta
que no hay sustituto. En vez de pasar a la última, La Palma se retira.
Continuaremos estas retrospectivas con un vistazo próximo a la temporada de 1990.