Varias veces hemos hablado de la buena afición que aún hay a los gallos en la ciudad de La Laguna, una de las capitales gallísticas del Archipiélago desde hace siglos. Por la zona de la Manzanilla, cría los gallos muy bien el casteador de La Espuela Eduardo Fernández de la Puente, a quien visitamos periódicamente para admirar sus ejemplares y departir un rato de nuestra afición, partiendo luego hacia algún templo vinícola del Norte o de la cordillera de Anaga, espacios que además él conoce muy bien por su labor activa, o sea útil y no de gabinete, en los servicios de Protección Civil. Bellísimos melados, colorados y giros, entre ellos algunos veteranos con varias antorchas, se muestran allí ufanos y saludables.
En esta foto, lo acompaña otro de los puntales de la afición lagunera, que desde hace ya no pocas décadas no falta a una pelea: Pepe Amador, persona que, como Eduardo, es todo franqueza y entusiasmo, y que ostenta en su apellido sus créditos gallísticos, al ser familia del cuidador Pablo Amador, uno de los grandes entre los grandes. Añadamos que sus hijos también van con frecuencia a los gallos, como animosa claque de La Espuela. Y así se perpetúa la afición lagunera, una afición que, aunque mermada con respecto a eras anteriores, nunca podrá morir.