Esta fue la última temporada en que se enfrentaron Domingo “el Boyero” y Pancho “el Músico”, y la última del gallero de Arucas en Tenerife. Ganó “el Músico” por 14 riñas, pero la temporada fue muy buena, y con gallos de gran calidad por ambas partes. El Norte se unió este año a San Cristóbal. Recordemos que el año anterior el Norte, con “el Boyero”, peleó con el partido Nuevo de Tapia, mientras que La Espuela lo hizo con San Cristóbal, donde cuidó Pablo Amador (“Pola Vieja”).
En Santa Cruz se celebraron las peleas primero en el Palacio de los Deportes (recova) y luego en el Cine Avenida. Las peleas anfitrionadas por el Norte fueron todas en el Teatro Topham.
Cuando se llegó a este domingo, llevaba La Espuela 7 riñas de ventaja, que subieron a 9 tras el 4-2 y una tabla.
Esta jornada destaca por haber supuesto la cuarta y última victoria de uno de los grandes gallos de la época, “el Ramblero” de don Ángel Benítez de Lugo. Una riña tenía del año anterior, como pollo, y tres sumó esta temporada. Fue una pelea sensacional, ya que casó con otro gallo fantástico: el giro verde “Relámpago” de don Antonio Monteverde, que había ganado el año anterior dos veces de dos tiros, como recordamos al comentar la jornada del 28 de mayo de 1961. Por suerte, disponemos del programa del propio casteador, quien escribió por detrás del mismo, tres días después:
“Ante una expectación enorme, con un lleno completo del teatro, se llegó a la tercera pelea. Mi gallo perdió por una puñalada en un sitio muy raro, encima de la espuela de la pata izquierda, lo que le restó el 50% de sus posibilidades en los comienzos de la misma. A pesar de ello, tenía la pelea ganada, pues el contrario estaba todo apuñalado, cuando súbitamente, de un tiro inesperado, lo dejó tendido en el suelo como muerto”.
El “Relámpago” era un gallo muy bonito, con una forma muy particular de revolear. El “Ramblero” lo mató de oído, y al subir a la valla Domingo “el Boyero” le estiró el pescuezo para ver si reaccionaba, pero nada había que hacer.
Otra riña esperada debió ser la última, ya que peleaban dos gallos de dos antorchas, y además de dos puntales de sus respectivos partidos: don Horacio Pulido y don Domingo Hernández Luis (quien, por cierto, hizo una temporada extraordinaria). También aquí se llevó la victoria el veterano del “Músico”, mientras que “el Boyero” logró tumbarle a Pancho los dos gallos que contaban una pelea. Uno de estos era un “cascarita” de don Felipe Ravina. ¿Por qué se llamaban así? Porque su casteador dijo en la gallera que lo mejor para los pollos eran las cascaritas, y Asdrúbal, que se lo tomó a la chacota, bautizó así a sus gallos, que hicieron bastantes peleas, pero sin ser nada del otro mundo. Don Felipe Ravina, suegro del capitán Hodgson, era un hombre modesto, que trabajaba en el Cabildo, y tenía ocurrencias peregrinas, recordándole a Orlando Dorta la manera de ser de don Rafaelito Massieu, el gran aficionado de Las Palmas.
En la tanda de La Espuela, los nombres, aparte los dos citados, son muy conocidos: Vicente Fortuny, Manolo Henríquez (que casteaba con Sebastián Gil), Óscar Martín. La lista del Norte se abría con uno de los grandes de Gran Canaria: don José Araña. A Luis Machado le ganaron este día sus dos gallos, pero su época gloriosa estaba por llegar. Por último, no podían faltar los principales casteadores del Norte y San Cristóbal respectivamente, o sea don Pedro Acevedo (por la familia Acevedo) y don Eduardo Pérez de Ascanio. El gallo de don Eduardo va a nombre de Rogelio Galván, quien actualmente, con Luis Machado, creo que es el único sobreviviente de todos los nombres que hay en el programa. Destaquemos también al extraordinario aficionado lanzaroteño Domingo Negrín, recientemente fallecido. La verdad es que fue una jornada pintoresca, pues aparte del “Ramblero” y el “Cascarita”, hubo un “Mirlo”, un “Caoba” y un “Volcán”.
Aparte el “Ramblero” hay que recordar de esta temporada a dos fenómenos. Uno fue el colorado de Montañés, un gallo que ganó seis peleas y llegó a muy viejo. Pancho lo consideró una vez como uno de los mejores gallos que había cuidado. El otro era un melado de don Eduardo Pérez de Ascanio que ganó esta temporada tres riñas para sumárselas a las otras tres del año anterior.
Una gran jornada y una gran temporada, en suma, hace ahora exactamente medio siglo.