En su última temporada como cuidador, año de 1992, Pablo Amador preparó un bonito giro de Felipe Reyes que le dio cuatro victorias al Norte, peleando siempre con maestría.
Este gran gallo le ganó
el primer domingo a un melado de Peña La Manzanilla. Volvió a pelear en la cuarta jornada,
imponiéndose a un giro de Manolín Gómez. En la jornada doce, logra su tercer
triunfo, ante un giro de dos peleas de Alfredo Martín propiedad de Armando el
Mecánico, popular aficionado y apostador teguestero.
Pero para mí su gran pelea
fue en el Campeonato de Homenaje a don Eduardo Pérez Ascanio, un mes después
(mayo de 1992). Venía en un estado pluscuamperfecto, tanto como el colorado de
Jenaro el bodeguero. Tuvo delante a un muy bien gallo, un melado de Filiberto
López, que ya había ganado dos riñas, y se deshizo de él con la misma soltura
con que lo habían hecho de sus respectivos rivales los otros cinco gallos que
le dieron aquel día a Pablo Amador uno de sus grandes triunfos.
Al año siguiente,
Anastasio volvió a subirlo a la valla en la jornada 11. Ya algo tuerto de
viejo, se impuso a un colorado de Francisco Martín y Carlos Arbelo de una
pelea, propiedad del luchador grancanario Santana, el célebre “Maestro de la cadera”.
Esa vez fue cuando peleó
con más peso: 3, 14 y medio. Con Pablo siempre cerró lista, y la tercera vez
tenía un peso de 3 libras y 9 onzas y media.
Venía este gallo a nombre
de Peña Las Tapias, que es lo mismo que decir Pedro Cabrera, soltador de solera
y, al igual que Felipe Reyes, aficionado insuperable durante muchas décadas, y siempre
en el partido Norte.
Hay varias fotos de este
gallo. Una en que aparecen Pablo y Felipe la publiqué yo en Jornada,
pero la he perdido. También publiqué y perdí (al principio dejaba las fotos en
el periódico y luego no las recogía) otra con Pablo y Jorge Benítez, un tándem
que en 1992 no tenía rival en todas las islas, ni volvería a tenerlo jamás. Por ello la reproduzco del
periódico:
En semanas futuras sacaremos aquí fotos de gallos célebres, continuando con el gallino negro de Luis Machado preparado por Álvaro Tapia en las temporadas de 1966 y 1967. Aunque a veces pueda repetirme, si yo me olvido de lo que he escrito, cómo serán nuestros lectores...