La temporada de 1986-1987 fue excepcional en la isla de Lanzarote, todo lo contrario de la anterior. Adolfo Santana (“el Pichón”) repetía en Teguise, pero ahora frente a un gallero de gran categoría, a pesar de que solo estaba iniciando su trayectoria, Quico Acosta. Se pelearon muchos gallos de la isla, el público volvió y solo en la última jornada se resolvió la contienda.
Presidía
el partido de Arrecife Pedro Rodríguez, y el de Teguise Juan Delgado.
Tras
varias temporadas en Tías, esta se celebró en el Centro Social Cultural
Deportivo de Teguise. A mitad de temporada, un aficionado le escribía a Pablo
Amador: “Esto por aquí está emocionante, ya que la cosa está reñida este año.
Creo que hay unas apuestas del carajo, ya que aquí en Lanzarote hay por lo
menos tres mil palmeros trabajando”.
En
el semanario Lancelot hubo buenas crónicas de Fecele, entre las que
seleccionamos la correspondiente a la mejor jornada, que fue la quinta,
considerada la mejor de los últimos 25 años:
Los
dos cuidadores se comportaron como señores toda la temporada, y en la última
jornada, al proclamarse campeón Teguise, Quico felicitó a Adolfo y este a su
vez levantó la mano del joven cuidador tazacortense. Subráyese que ambos eran
discípulos del último gran cuidador clásico de Canarias, el citado Pablo
Amador.
El
gallo estrella de la temporada fue el colorado de Lope Acosta a nombre de Juan
y Montelongo, es decir de Juan Bautista y Bernardo Montelongo, quienes
casteaban en Teguise por estos años. Este gallo es el que aparece en la crónica
reproducida encabezando la tanda de Teguise, con el peso de 4-4, y es el que
vemos en esta conocida foto en manos de Adolfo, quien se la mandó a La Palma a don Lope:
En el I Campeonato Regional, celebrado en La Palma poco después, este gallo le ganaría en gran pelea a un colorado de don Agustín Cabrera por Gran Canaria. Y según mis datos, todavía ganaría dos riñas más, en 1988.
Adolfo
tuvo gallos excelentes de Domingo Ramírez y Felipe Villalba, de Díaz y Pérez y
de Manuel Tavío, aparte los de Lope Acosta. Y Quico de los hermanos González
Díaz, de Zenón Borges, de Eustaquio Acosta, de los hermanos Negrín y de los
hermanos Coll.
Al
año siguiente, Adolfo se iría a Arucas y Quico le ganaría con facilidad a su
paisano Arnoldo. Por desgracia, con Quico por tercer año en Arrecife, la
temporada se suspendería al final por las típicas disputas en las pesas. Aquí
vemos al cuidador palmero con la motillo con que se desplazaba:
*
Mientras,
en la Banda, Toño “el Rebotallo” proseguía su racha asombrosa, ganando por onceava
vez consecutiva (récord absoluto en toda la historia gallística de Canarias), y
repitiendo en Tazacorte. Nada menos que 20 riñas le sacó a Roberto, que era un
muy buen cuidador. Pero lo que quiero destacar aquí es que si Lope Acosta se
consagraba con su colorado en Lanzarote, aquí con Toño hizo su “Embalado”
cuatro riñas este año, que se sumaban a las dos de la temporada anterior.
Especialista en repetir gallos, a Toño le hicieron este año su quinta un blanco
del Venezolano y un melado de Antonio Gómez Camacho y su cuarta un colorado
también del Venezolano y “el Etarra” de Díaz y Pérez. No es que a Los Llanos le
faltaran grandes gallos, y un colorado de los hermanos León ganó su cuarta y
dos fantásticos gallos su tercera; “el Machete” de Neno Pereira y “el Loco” de
Pepín. Este último, un retinto, aún ganaría dos más al año siguiente. Aquí
vemos al “Loco”:
“El
Embalado” era propiedad de los Hermanos Acosta Martín, y aquí lo vemos en manos
de don Lope:
Lope Acosta fue uno de los mayores casteadores de Canarias a lo largo de todo el siglo XX. Por algo aprendió de don Saturnino, lo que le permitió destacar con gallos desde los años 40. Pero sus grandes décadas fueron los 60, los 70 y los 80. Sus gallos que hicieron época se cuentan por decenas, y aquí apretadamente podríamos nombrar al “Mala Uva”, el “Cochinera”, al gran giro que le peleó Pablo en el Norte, al retinto de Bernabé Marcelino, a los “cara sucias”, al “Trapecista” o a los “embalados”, ya que hubo muchos “embalados”: un hijo del que peleó Toño este año ganó otras siete peleas y un nieto repitió la proeza, prosiguiendo esta casta durante mucho tiempo (por ejemplo, de los embalados procedía el gallino pinto “el Sheriff”, del inolvidable aficionado Israel Riego, otra bellísima persona con quien yo hice amistad en Los Llanos).
Don
Lope era un aficionado respetadísimo por toda la afición canaria, por su saber
y por su persona. Un detalle curioso es que era el único aficionado de
Tazacorte que podía visitar la gallera de los eternos rivales de Los Llanos, en
la pretemporada.
Los
casteos de don Lope los seguiría su hijo Manolo Carracote y finalmente el yerno
de este, Nesmel Acosta, hasta el presente. Veamos esta curiosa foto del
“Trapecista” (creo que llamado también “el Leopardo”), ganador de cinco peleas
y que entraba él solito en el jaulón:
Y
esta otra, preciosa, del “Cara sucia”: