El
partido de La Espuela siempre tuvo grandes aficionados palmeros. Entre ellos
recordamos hoy a los hermanos Anselmo y Luis Sánchez, quienes, naturales de
Tazacorte, formaron en Tenerife la Peña Llano del Moro, nombre debido a que era
en este rincón esperancero donde tenían una finca en que criaban sus gallos,
después de haber comenzado en la de Horacio Pulido, ubicada en Santa Cruz,
concretamente en El Chorrillo.
Tuvieron
grandes melados y giros negros y entre los gallos individuales un canabuey de
cinco riñas y un giro de cuatro, siempre en La Espuela. Pero también pelearon
buenos gallos en el partido de Güímar.
Luis
Sánchez era uno de los hombres de confianza de La Espuela, en cuya directiva
supongo que habrá estado muchas temporadas. Los últimos recuerdos que tengo de
él son vendiendo las entradas a la puerta de la casa de gallos y departiendo
conmigo sobre cigarros puros: debían tener una buena “tripa”, como los que él
recibía de La Palma (una vez miró para uno que yo llevaba y en seguida me lo
descalificó). Se movía mucho por Tenerife, ya que era representante de máquinas
de juego, y creo que vivía en San Andrés.
Anselmo
era policía, pero no me lo imagino entre los de mala uva, Era una persona muy
sosegada y educada, que acudía a las peleas con su deslumbrante mujer de pelo
plateado. Lo que mejor recuerdo de él eran sus enojos cuando las peleas eran
malas: “No hay espuelas”, me decía entonces con vehemencia.
Para
completar el recuerdo de estos dos grandes aficionados, veamos estas dos fotos.
En la primera, sin duda sacada sobre la valla de la gallera capitalina, vemos a
Anselmo en posición central. El primero por la izquierda es Fiti y el segundo
Elías, muy buenos casteadores y aficionados. A la derecha, dos inolvidables
cuidadores de Tenerife: Jorge Benítez y Álvaro Tapia.
En
la siguiente, el protagonista principal es su hermano Luis, quien acaba de
recibir (puro en mano) una placa por parte de su paisano Mederos y de Tato
Reyes, dos de los motores del partido de Güímar durante décadas. Estamos pues
ahora sobre la valla de la gallera guïmarera. Entre los aficionados en torno a
la valla, nada menos que Agustín Delgado, don Alonso Lecuona y Antoñito Martín,
tres aficionados también de primera categoría.