En la máquina gallística del tiempo vamos a trasladarnos a hace cuarenta años. Muchos aficionados de entonces aún son bien recordados, y no faltan los sobrevivientes. Pero la razón principal es que de las temporadas 1979-1980 y 1980-1981 contamos con una impresionante información en la isla de Gran Canaria, gracias a las lujosas crónicas y noticias que sacó Martín Díaz en El Eco de Canarias y la Hoja del Lunes, con los seudónimos de Pollo Canabuey y Espuela de Oro. Nunca se volverá a ver en la prensa de las islas nada similar.
La
clave estuvo quizás en que en 1980 fue inaugurada la bastante fea gallera del
López Socas, que supuso un resurgir de la afición, al final efímero, pero que
albergaría a las riñas durante cuatro décadas.
Se
celebró en Gran Canaria un torneo triangular con los partidos de Telde, Las
Palmas y Arucas, cuidados respectivamente por Garrincha, Marcos Melián y (al
alimón) el Moño y Paco Falcón. Ganó Arucas en una gran temporada de Machín y de
Domingo Díaz, pero también con muy buenos gallos de Argeo Hernández, Juan
Rodríguez Drincourt y Orlando dos Santos. A todos estos casteadores yo tuve el
placer de conocerlos. Por Telde los mejores gallos fueron los de don Agustín
Cabrera, Antonio Hernández (con sus “vino tintos”) y Corpas y Betancor, y por
Las Palmas los de Nicolás Díaz de Lezcano, Miguel Jiménez y los señores García
y Mesa.
Veamos
este artículo de Pollo Canabuey tras la segunda jornada. Interesa sobre todo
por la foto de uno de los patriarcas de la afición canaria, don Pedro Cárdenes,
que llevaba los gallos en la sangre incluso desde antes de los tiempos
trianeros del Músico, y por la referencia a don Nicolás Díaz de Aguilar. Más
discutible es la lista de galleros que debían ser recordados, ya que Solís no
me encaja en una lista de cuidadores de élite, donde sí debía estar al menos
Pepe Palmero:
La temporada avanza y las cosas no le corren bien a Marcos Melián, tan acostumbrado a ganar:
Resaltemos en la anterior minientrevista la pregunta sobre la duración de las riñas. Ya había provocado un artículo de Vinicio Marcos al principio de la temporada y sería una preocupación constante de Martín Díaz. Vinicio Marcos hasta acabaría, indignado, por dejar la afición, y no sería el único. Me gustaría (es una manera de hablar) que hubieran visto algunos bochornosos espectáculos a que tuve yo la desgracia de asistir en estas últimas décadas, con cuidadores y soltadores de segunda categoría, pero también con algunos de campanillas. Y es que, mirando los tiempos de estas dos temporadas que comentamos, no llaman especialmente la atención las peleas interminables con gallos en estado patético o incapaces de clavar las espuelas. Recuerdo una ocasión en Güímar, cuando, ante gallos moribundos que nadie retiraba, mi viejo amigo y egregio cantante de ópera Agustín Morales se levantó exclamando, en plena marea prohibicionista: “¡Que las prohíban! ¡Que las prohíban!”
Pero
dejemos los malos humores y veamos aquí al gran Miguel Machín, definido
estupendamente por Pollo Canabuey como “el hombre de las 300 espuelas”:
¡Bellos tiempos en que los casteadores y cuidadores se preocupaban por tener espuelas! Hoy es la miseria que se sabe. ¡Pero qué lección la de Machín, una lección tan enorme como su persona!
El
Moño era sobre todo un cuidador de brega, sin muchas finuras, pero esta
temporada contaba con Francisco Falcón, quien se convertiría en un gran gallero
ya durante sus siguientes años en el Norte de Tenerife. Martín Díaz habla
brevemente de él y recuerda su época boxística (y señálese que Martín Díaz
estuvo ligado a la Federación de Boxeo y fue también cronista de ese deporte):
La siguiente foto, en la crónica de la séptima jornada, nos presenta a un excelente aficionado que asociamos a Arucas, pero que en este año es ayudante de Marcos en la gallera de Las Palmas. Se trata de Manolo Ruiz, muy joven, empuñando su melado “Secuestro”. Recuerdo muy bien la simpatía y el entusiasmo de este gran aficionado, con quien coincidí en muchas ocasiones. Homenaje le sea aquí dado:
No traté en cambio a don Miguel Jiménez Jorge, porque ya había fallecido cuando yo comencé a escribir de gallos. Aquí, Pollo Canabuey le pregunta por los “ferralegios”, para que le explique el por qué de tan curioso nombre:
Pollo Canabuey lo llama “uno de los veteranos casteadores de Gran Canaria”, y es que había comenzado en el partido de Triana a fines de los años 30. Sí me lo recordaba mucho Genaro Martín, el gran bodeguero de Santa Úrsula a quien dedicamos hace unas semanas un artículo: “don Miguel Jiménez, el de la clavellina”, ya que iba por su bar y siempre llevaba puesto en la solapa un clavel rojo. No aludí en el artículo de Genaro a los aficionados de otras islas que por allí pasaban y que él recordaba: otro era don Pedro Montesdeoca, el inveterado apostador y comerciante de queso de Guía.
En
la noticia siguiente, Pollo Canabuey anuncia el resurgir del partido de
Cardones, auspiciado por Gregorito, que acabaría fundiéndose con el de Arucas,
como es archisabido
Pollo
Canabuey se equivoca ahora en sus predicciones, ya que da por vencedor a Telde,
a mi juicio por aún no saber la categoría de quién estaba cuidando en Arucas (y
no me refiero al Moño, sino a Paquito). Pero la foto y la semblanza de Antonio
Hernández valen la nota:
Este otro artículo da noticia de la placa dedicada en la gallera del partido de Las Palmas a don Nicolás Díaz de Aguilar, y evoca a su gallo más famoso de la gran liguilla interinsular de 1959:
Y ahora, he aquí el programa de la temporada que he seleccionado:
Fue un gran día de Domingo Díaz, ya que le ganaron por cuarta vez su gran colorado “Cola Larga” y un melado. No sé si el colorado de la sexta de Antonio Hernández es el famoso “Pimpi”, que llegó a ganar ocho peleas y acabó inmortalizado por la paleta de Vinicio Marcos en una de las mejores pinturas de gallo que se han hecho nunca. De ser así, esta fue una jornada antológica, con el “Cola Larga” y el “Pimpi”.
Pollo
Canabuey le hace una rápida entrevista a Maestro Andrés, motivada por los
éxitos de su gallino veloz:
Y también le cede la palabra a uno de los hijos del Pichón viejo, quien explica el origen de un apodo que llegaría a su sobrino, el gran Adolfo Santana, quien por cierto este año cuidaba de nuevo en su emporio de Teguise, donde acabó la temporada entablando con Alejandro Niz en Arrecife:
*
¿Y
en la provincia de Tenerife?
En
Santa Cruz de La Palma, Piquito, en la Guerra, le saca 21 riñas a Roberto, en
la Nueva. Pese a la diferencia tan abultada, fue una gran temporada, con un
primer tramo muy igualado.
En
la Banda, Toño el Rebotallo, con Quico como ayudante, en Tazacorte, le saca una
ventaja de 13 riñas a Maso y Miguel Acosta en Los Llanos, que esta temporada
por cierto inauguraba su magnífica gallera. Toño comenzó con uno de sus típicos
capotes y, como siempre, logró que sus mejores gallos le hicieran cuatro, cinco
y seis peleas.
En
Tenerife, la contrata histórica La Espuela-Norte fue favorable al partido
capitalino, que cuidaba Anastasio, quien logró sacarle 23 riñas a un Norte muy
flojo donde empezó cuidando Arnoldo, para ser sustituido por su ayudante, Suso
Yánez, cuando llevaba 8 riñas en contra. Fue un año de grandes gallos de don
Ángel Benítez de Lugo, pero el mejor gallo lo tuvo el Norte, un gallino de Los
Fogueteros.
Esta
temporada fue la primera de las dos que hizo el partido del Palenque, cuya
presidencia ostentaba don Domingo de la Rosa. Álvaro Tapia le ganó por 2 riñas
a Carmelo Acosta en Garachico. Al final de la temporada el Palenque peleó con
Tazacorte. Solo tengo el resultado del primer enfrentamiento, favorable al
Palenque, con una tanda de siete gallos de Pérez Ascanio, cinco de ellos
peleados y ganando uno su cuarta riña y otro su quinta. Toño no parece haber
traído su batería pesada, pero no hay que restarle mérito a Álvaro Tapia, que
siempre se lució en este tipo de “duelos”. Tapia y Toño son otras dos personas
que ha sido para mí un privilegio haber conocido. Veamos el programa de esta
jornada, anunciando para una próxima entrega el comentario de la temporada
1980-1981: