En esta temporada tinerfeña volvió a hacerse la liguilla del año anterior. Pablo Amador seguía en San Cristóbal y Álvaro Tapia en el Norte, mientras que en La Espuela, en vez de Domingo Prieto, estuvo otro gran cuidador: Arnoldo Pérez. Ahora Pablo mostró su superioridad total (recuérdese que el año anterior, aunque le ganó a La Espuela, entabló con el Norte). A Arnoldo le sacó 13 riñas, y a Tapia 3. Por su parte, Arnoldo derrotó a Tapia por 3. Las peleas se hicieron en el Viana de La Laguna y en El Penitente del Puerto de la Cruz.
Esta fue la última jornada entre
Pablo y Arnoldo. Al ganar por 4-1 y 2 tablas, la ventaja definitiva, en solo 6
jornadas, fue, como dijimos, de 13 riñas.
En la tanda de la capital, vemos
en primer lugar a un gran casteador palmero: José Pulido, más conocido como
“Carola”. Los Magníficos era una peña de aficionados de La Espuela, que estos
años pelearon muchos gallos, algunos con varias victorias. El resto son
clásicos de La Espuela: don Ángel Benítez de Lugo, don Robustiano Díaz, don
Alonso Lecuona y el veteranísimo don Pedro Tabares, que ya tenía gallos en los
años 30.
Por San Cristóbal, tenemos a dos
extraordinarios aficionados laguneros: don Juan Lisón y don Eduardo Pérez de
Ascanio, pero lo que llama más la atención son los tres gallos de Emilio de la
Cruz, histórico aficionado de Santa Cruz de La Palma, que fue uno de los
grandes amigos del maestro Pablo Amador.
A San Cristóbal le ganaron los
gallos de la 2ª, la 4ª, la 5ª y la 6ª. Repárese en que el tuerto de don Juan
Lisón ganó por tercera vez. El único que ganó del Norte fue el giro de
“Carola”.
Tres días después, Arnoldo se
desquitaba de su derrota con Pablo Amador. Dos riñas le llevaba Tapia, pero
Arnoldo obtuvo en la última jornada nada menos que una mantilla, que lo
adelantó definitivamente en 2 riñas. Ganó las cuatro primeras, perdió la quinta
y se hizo con las dos últimas, por lo cual todo se decidió en la última. Abrió
de nuevo con un gallo palmero, destacando en el resto de la lista la viuda de
Juan Santana Villalba, que entre este año y el 71 siguió llevando a la gallera
los gallitos de tan buen aficionado. Tapia naufragó en la jornada decisiva, y
eso que subió a la valla gallos de casteadores todos ellos punteros.
Destaquemos los nombres que llevaban todos sus gallos, una bonita costumbre que
hoy casi se ha reducido a La Palma. Entre los propietarios de los gallos
encontramos a don Pedro Rodríguez, casteador fundamental del Puerto (y que
tantos gallos peleó en San José), y a un muy joven Felipe Reyes, de todos los
nombres el único que aún asiste a las peleas, siempre apoyando al partido del
Norte.
Dos gallos de Pablo hicieron
cuatro peleas: un colorado de don Florencio González y otro de Joaquín Barreto,
mientras que el colorado tuerto de don Juan Lisón, como dijimos, hizo tres.
Tres le hicieron a Tapia un melado y un gallino de Luis Machado, un negro de
los Acevedo y un colorado de José González Pérez y Francisco González Casanova,
y a Arnoldo un retinto de Enrique Quintero, un melado de Los Magníficos y otro
del palmero José Roberto Pérez Yanes, que fue con el que le sacó la ventaja
definitiva a Tapia.
Varios gallos traían peleas de
años anteriores. El colorado de don Florencio, que había ganado cuatro, ganó
otra más. El gallino “Triste” de González Pérez y González Casanova, que ya
había ganado dos, sumó la tercera. En cambio, un retinto de Los Magníficos de
cinco peleas, perdió la que podía haber sido su sexta victoria.
En suma, una buena temporada, con
muchos buenos gallos.
Y ahora, como bonus, he aquí la
curiosa foto de una vieja cajetilla de cigarros chilenos, enviada por uno de
los buenos amigos de esta página: