Hoy traemos fotográficamente a uno de los grandes aficionados que ha tenido la isla de Gran Canaria: don Cayetano Arocena Grondona, tío además de don Pedro García Arocena, quien en cierto modo fue su sucesor. La foto fue sacada en 1915, seguramente en la calle Pérez Galdós de Las Palmas, donde don Cayetano vivía.
Don Cayetano Arocena pasó de los 90 años, y fue uno de los aficionados que le contaron a don Pedro Cárdenes historias gallísticas del siglo XIX, ya que su afición comenzó cuando era un niño.
Militó siempre en el partido de San José (su sobrino, en cambio, lo haría en el de Triana), y así, a fines del siglo XIX, lo tenemos peleando gallos junto al poeta Domingo Rivero. Su gran época de casteador fue de esa última década del XIX a la tercera del XX.
En la primera década del siglo siguió teniendo grandes gallos, preparados además por grandes cuidadores, como Adolfito, Pedro “el Brujo”, el Foño o Manuel Morales. Adolfito le preparó un gran colorado. “El Brujo” se lució en 1903 con “el Caballete”, y Pedro Cárdenes precisamente cita los recuerdos que don Cayetano tenía del legendario gallero palmero:
“Don Cayetano Arocena Grondona, con noventa años, nos narraba cómo don Pedro Fernández Felipe, llamado «el Brujo», era un preparador tan excepcional como enigmático en el arte de cuidar gallos. Nos contaba don Cayetano que «el Brujo», a los jaulones que quedaban vacíos de la tanda que reñía los domingos, les ponía una lata llena de ron de las que usaba para darles de beber agua a los gallos; que no asistía nunca a las peleas y se enteraba del resultado por un recadero. Si los gallos eran vencedores, alzaba la lata de ron y se la bebía, pero la lata de los perdedores la vertía por el salón para romper los posibles maleficios”.
Por estos años sacó don Cayetano la casta de los “piletas”, una de las más famosas de Gran Canaria. Pero demos de nuevo la palabra a don Pedro Cárdenes:
“Vamos a contar cómo los célebres piletas que sacó don Cayetano Arocena y que se riñeron en la gallera de Santa Bárbara salieron por casualidad al mundo gallístico. Don Cayetano combatió con una casta de gallos que, si bien no se huían, sí ponían el culo a los adversarios; ninguno ganó. En cierta ocasión fue a recoger un gallo que había engendrado con una gallina inglesa una bonita echadura, y que estaban en una finca de Piletas; don Cayetano los observó como posibles candidatos para el caldero, porque era muy aficionado a este tipo de carne. Al año siguiente, cuando fue a recoger otro gallo que tenía en Piletas, vio la echadura tan bonita que optó por dejarla. Los indultó y los repartió para la próxima temporada. De esa echadura salieron los célebres piletas, unos gallos completos en espuelas, sangre y combatividad.”
El más célebre “piletas” fue un giro que peleó el Foño en 1905. Le buscaron un gran gallo para tumbarlo, un giro de don Pedro Medina, pero el “piletas”, con la pelea perdida, logró darle la vuelta y hasta acabó haciendo huir al otro gallo. El periódico La Mañana le dedicó nada menos que una nota especial, señalando que había alcanzado “una ovación pocas veces vista”: “Entró perdiendo en reñida lucha con el giro de don Pedro Medina, muy afamado también. Pero de dos tiros certeros, el giro quedó enloquecido, y el Piletas victorioso. Su propietario, don Manuel Guerra, recibió ayer muchas enhorabuenas.” El propio Manuel Guerra tuvo luego un gran gallino “piletas”, que acabó perdiendo en 1907 ante “el Sardina” del legendario casteador de Tenoya don Nicolás Lezcano, aunque al año siguiente sería vengado por otro “piletas”, llamado “el Místico”. En esas grandiosas temporadas (1907 y 1908) en que cuidó Manuel Morales (hermano del poeta Tomás Morales), don Cayetano tuvo también dos grandes giros, uno de ellos “el Loco”, que hizo una gran pelea con un melado también de don Nicolás Lezcano. Otros de sus gallos que hicieron época por aquellos años fueron el giro pinto “Andoriña” y el giro “Mal Empelado”, que le preparó el Foño.
Ya en los años 10, don Cayetano saca “el Caramelo”. Tanto impacto produjo, que hasta hubo un cronista que adoptó su nombre. Fue descrito este fenómeno como “uno de los más castizos ejemplares que verse puede, repechudo, gallardo, jaquetón, valiente y ladino si los hay”.
En la década siguiente tuvo un colorado invencible... o casi, ya que en 1927 acabó cayendo en riña extraordinaria ante un gallo de don Antonio Montesdeoca preparado por el Pichón, que obtuvo mucha gloria en lo que aún eran sus inicios como gran cuidador y como fundador de una dinastía de cuidadores.
Don Cayetano seguía al pie del cañón en los años 30. En el 34, su terciopelo “Fuente del Hierro” le ganó a un gallo de Pancho, aludiendo “Golilla Blanca” en la prensa a los “procedimientos maquiavélicos y enigmáticos” de castear que tenía don Cayetano, sin que sepamos bien a qué se refiere. Sea como sea, fue un excepcional aficionado y un gran casteador, en una época verdaderamente dorada de nuestra historia gallística.
Don Cayetano Arocena pasó de los 90 años, y fue uno de los aficionados que le contaron a don Pedro Cárdenes historias gallísticas del siglo XIX, ya que su afición comenzó cuando era un niño.
Militó siempre en el partido de San José (su sobrino, en cambio, lo haría en el de Triana), y así, a fines del siglo XIX, lo tenemos peleando gallos junto al poeta Domingo Rivero. Su gran época de casteador fue de esa última década del XIX a la tercera del XX.
En la primera década del siglo siguió teniendo grandes gallos, preparados además por grandes cuidadores, como Adolfito, Pedro “el Brujo”, el Foño o Manuel Morales. Adolfito le preparó un gran colorado. “El Brujo” se lució en 1903 con “el Caballete”, y Pedro Cárdenes precisamente cita los recuerdos que don Cayetano tenía del legendario gallero palmero:
“Don Cayetano Arocena Grondona, con noventa años, nos narraba cómo don Pedro Fernández Felipe, llamado «el Brujo», era un preparador tan excepcional como enigmático en el arte de cuidar gallos. Nos contaba don Cayetano que «el Brujo», a los jaulones que quedaban vacíos de la tanda que reñía los domingos, les ponía una lata llena de ron de las que usaba para darles de beber agua a los gallos; que no asistía nunca a las peleas y se enteraba del resultado por un recadero. Si los gallos eran vencedores, alzaba la lata de ron y se la bebía, pero la lata de los perdedores la vertía por el salón para romper los posibles maleficios”.
Por estos años sacó don Cayetano la casta de los “piletas”, una de las más famosas de Gran Canaria. Pero demos de nuevo la palabra a don Pedro Cárdenes:
“Vamos a contar cómo los célebres piletas que sacó don Cayetano Arocena y que se riñeron en la gallera de Santa Bárbara salieron por casualidad al mundo gallístico. Don Cayetano combatió con una casta de gallos que, si bien no se huían, sí ponían el culo a los adversarios; ninguno ganó. En cierta ocasión fue a recoger un gallo que había engendrado con una gallina inglesa una bonita echadura, y que estaban en una finca de Piletas; don Cayetano los observó como posibles candidatos para el caldero, porque era muy aficionado a este tipo de carne. Al año siguiente, cuando fue a recoger otro gallo que tenía en Piletas, vio la echadura tan bonita que optó por dejarla. Los indultó y los repartió para la próxima temporada. De esa echadura salieron los célebres piletas, unos gallos completos en espuelas, sangre y combatividad.”
El más célebre “piletas” fue un giro que peleó el Foño en 1905. Le buscaron un gran gallo para tumbarlo, un giro de don Pedro Medina, pero el “piletas”, con la pelea perdida, logró darle la vuelta y hasta acabó haciendo huir al otro gallo. El periódico La Mañana le dedicó nada menos que una nota especial, señalando que había alcanzado “una ovación pocas veces vista”: “Entró perdiendo en reñida lucha con el giro de don Pedro Medina, muy afamado también. Pero de dos tiros certeros, el giro quedó enloquecido, y el Piletas victorioso. Su propietario, don Manuel Guerra, recibió ayer muchas enhorabuenas.” El propio Manuel Guerra tuvo luego un gran gallino “piletas”, que acabó perdiendo en 1907 ante “el Sardina” del legendario casteador de Tenoya don Nicolás Lezcano, aunque al año siguiente sería vengado por otro “piletas”, llamado “el Místico”. En esas grandiosas temporadas (1907 y 1908) en que cuidó Manuel Morales (hermano del poeta Tomás Morales), don Cayetano tuvo también dos grandes giros, uno de ellos “el Loco”, que hizo una gran pelea con un melado también de don Nicolás Lezcano. Otros de sus gallos que hicieron época por aquellos años fueron el giro pinto “Andoriña” y el giro “Mal Empelado”, que le preparó el Foño.
Ya en los años 10, don Cayetano saca “el Caramelo”. Tanto impacto produjo, que hasta hubo un cronista que adoptó su nombre. Fue descrito este fenómeno como “uno de los más castizos ejemplares que verse puede, repechudo, gallardo, jaquetón, valiente y ladino si los hay”.
En la década siguiente tuvo un colorado invencible... o casi, ya que en 1927 acabó cayendo en riña extraordinaria ante un gallo de don Antonio Montesdeoca preparado por el Pichón, que obtuvo mucha gloria en lo que aún eran sus inicios como gran cuidador y como fundador de una dinastía de cuidadores.
Don Cayetano seguía al pie del cañón en los años 30. En el 34, su terciopelo “Fuente del Hierro” le ganó a un gallo de Pancho, aludiendo “Golilla Blanca” en la prensa a los “procedimientos maquiavélicos y enigmáticos” de castear que tenía don Cayetano, sin que sepamos bien a qué se refiere. Sea como sea, fue un excepcional aficionado y un gran casteador, en una época verdaderamente dorada de nuestra historia gallística.