El pasado verano me ocupé de la temporada 1987-1988 al nombrar los formidables gallos que entonces tenía don Juan Rodríguez Drincourt. De todos los extraordinarios casteadores de la época “clásica” de Gran Canaria, o sea la que va de los años 30 a fines de los 60, el último en mantenerse fue don Ramón Rodríguez, pero es que además tras su fallecimiento las fenomenales ligas que tenían fueron mantenidas hasta comienzos de los años 90 por su hijo, otro gran señor de los gallos, con cuya ayuda entusiasta conté para la consecución del DGC, facilitándome, sin ir más lejos, invalorable documentación fotográfica.
Si
Adolfo “el Pichón” barría en Gran Canaria, veamos hoy lo que ocurría mientras
en las otras islas.
En
Tenerife cuidaba este año el partido Norte quien era el mayor cuidador de
Canarias, y que también venía de la época “clásica”, ya que fue, a excepción de
Pepe Palmero, el mejor discípulo del “Músico”: Pablo Amador. Es sin duda la
principal personalidad gallística que yo tuve el privilegio de conocer, y a
quien he guardado devoción perenne. Cuidando en una casa de gallos de
inmejorables condiciones como la del Norte, era prácticamente imposible que
nadie la ganara ya a “Pola Vieja”. Se enfrentaba a uno de sus mejores
discípulos, Jorge Benítez, quien regentaba una gallera muy complicada como era la
de La Espuela. El Norte sacó una gran ventaja de entrada y luego hubo cierto
equilibrio. La Espuela ganó cinco jornadas, pero acabó sucumbiendo por 28 riñas
a causa de dos duros capotes, en las jornadas cuarta y duodécima. Hubo peleas
en el Teatro San Martín (Santa Cruz), en el cine de Santa Úrsula, en el Parque
de San Francisco (Puerto de la Cruz) y en el cuartel de San Agustín (La
Orotava). Menos en el cine de Santa Úrsula, yo vi peleas en todos estos sitios,
que reunían buenas condiciones.
Vemos
aquí el programa del primer capote de “Pola Vieja”:
Volvió
a las lides periodísticas el inefable Vicente Fernández, que se hacía pasar por
venezolano y al final no era otro que Horacio Pulido. Hacía crónicas muy
buenas, más interesantes que las de “Pica y Bate”, que valen sobre todo por sus
retrospectivas históricas. Entre otras cosas diría este que echaran a Jorge
Benítez y que llevaba los gallos drogados. En cambio, de Pablo comenta en una
de sus crónicas que había aprendido en la escuela de correr los gallos todos
los días (o sea en la escuela de Pancho) y que por ello llevaba los gallos
“como campanas”. A Pablo se le reprochó en ocasiones llevar los gallos duros, y
que por ello no le daban mucho con las espuelas. Ahí estaba la diferencia con
Pepe Palmero, pero cuando era necesario Pablo sí que los llevaba espueleros.
Entre
tanto, Güímar y Garachico celebraban su contrata. Algunos aficionados hablaban
ya de hacer una liguilla, a lo que “Pica y Bate” respondió (creo que con buenas
razones) que estas habían sido siempre un fracaso. Lo cierto es que esta otra
contrata estuvo más reñida y emocionante que la otra. Anastasio estaba en
Güímar, con la casa de gallos repleta de gallos peleados el año anterior, y
Leopoldo Barroso (“Polo”) en Garachico. Aunque Anastasio había ganado de manera
apabullante las dos temporadas precedentes, esta vez perdió por 2 riñas, en la
última jornada. Tuvo Garachico su mejor gallo en un gran giro de cuatro peleas
ganadas en seis jornadas, casteado por la Peña El Boquerón, que animaba el
infatigable Diego Tabares. Presidía Güímar Antonio Pérez y Garachico Filiberto
López. Garachico comenzaba a anunciar su época de gran gallera levantada y
sostenida por un puñado de admirables aficionados, que sacaron gallos tremendos
en la década siguiente.
En
Lanzarote, Quico se consolida en Arrecife ganándole por 15 riñas nada menos que
a su paisano Arnoldo. Fue una buena temporada, con buenas peleas y en la que
nunca se dieron mantillas ni capotes. Arnoldo tuvo como mejores casteadores al
tándem de Domingo Ramírez y Felipe Villalba, y Quico se lució con estupendos
gallos de los Hermanos González Díaz, los Hermanos Negrín (un gran melado), la
Peña Barranco y Lope Acosta, entre otros.
En
La Palma Lilo en la Nueva y Nerín en la Guerra hacen una temporada reñida, pero
que se encharca al final por un problema de pesas. Los ojos estaban vueltos
hacia la Banda, donde Toño parecía ir a ganar por doceava vez consecutiva (¡!),
pero algo le pasó porque tras llevar una ventaja de 10 riñas en la jornada 12,
sufre un capote en la penúltima y acaba perdiendo en la última, a la que había
llegado empatado ante los gallos de Maso, que es quien cuidaba en Los Llanos (y
a quien derrotaría en las dos temporadas siguientes, siendo un hecho muy poco
frecuente en contratas de alto nivel que se hayan mantenido durante tres temporadas
seguidas los mismos cuidadores en los mismos partidos). La filmación de esta
final, con el Camilo León repleto de público, la tenía yo subida a esta página.
Algún malnacido “animalista” denunció uno de los capítulos (cuando se
trataba de un documento de valor histórico) y me lo eliminaron esos censores
que hoy, amparados por la farsa de la “pandemia”, ya están enseñoreados de la
red. Recientemente yo quité los restantes, pero puedo enviárselo todo a quien
me lo pida.
En
esa última jornada (tengo el programa, pero en muy malas condiciones), Maso
ganó las cuatro primeras, con un colorado de tres riñas de Tito “el Cañero”, un
colorado de tres de Ignacio “el Palmero”, un gallino de una de los Hermanos
González Paiz y un melado de Tomás Martín que le dio la ventaja. El declive de
Toño era obvio, ya que entre los perdedores estaban dos colorados de cuatro
riñas de José Rodríguez “el Venezolano”, su puntal de estos años. Gana
Tazacorte la quinta con otro colorado (no peleado) del “Venezolano” y la sexta
con un colorado de José G. León Sánchez, y por fin Los Llanos deja en dos riñas
la ventaja con un melado de Neno Pereira.
Aparte
los nombres citados, Los Llanos tuvo muy buenos gallos de Adelto, los Adelino y
Pepín, entre los de este “el Loco”, que ganó su cuarta y su quinta, y del que
hablamos muy recientemente.
Esta
final coincidió con el Campeonato Regional, por lo que La Palma fue mermada, lo
que no resta mérito a la selección anfitriona de Lanzarote, que contaba por
cierto con dos fenomenales cuidadores palmeros. He aquí el reportaje final
aparecido en Lancelot:
Como
no tengo programa de ese Campeonato Regional, presento aquí dos buenos
documentos del anterior, que como se sabe fue el primero.
Este
es el programa de la semifinal entre La Palma y Tenerife. Imagínense ustedes la
tremenda emoción que debió haber en la sexta y la séptima riña (emoción que era
lo mejor de lo mejor de estos viejos campeonatos):
Y
este es un reportaje de Horacio Pulido, con buenas fotos en que vemos entre
otros ilustres a Julián Castillo, Totoño, Lope Acosta, Pérez Ascanio y,
presidiendo un ágape en el Puerto de Tazacorte, don Luis Miranda: