miércoles, 29 de junio de 2011

“Gallino Negro”

La temporada 2010-2011 se cerró con una polémica interna con “Gallino Negro”. Esta polémica, sobre todo por nuestra parte, no tuvo nada de ejemplar, y que haya quedado entre nosotros redunda en beneficio de la página, que debe ahorrarles a sus lectores la aspereza de las posiciones encontradas. Toda polémica es siempre muy desgastante y deja secuelas indeseables, cuando no resulta, además, inútil.
Resumiendo al máximo, la polémica con “Gallino Negro” evidencia la tensión, o contradicción, con que tiene que enfrentarse el blog de nuestra página. Por un lado, como es bien sabido, no nos agradan en absoluto las innovaciones que de modo acelerado se han venido haciendo, y se seguirán haciendo, en lo que fue una tradición muy bella, que permaneció incólume durante siglos. Por otro, si el blog se cerrara a esas innovaciones, la parte de actualidad tendría que desaparecer en su integridad, automáticamente. Hemos intentado un equilibrio, pero está claro que la balanza se inclina absolutamente contra nosotros.
Algunas posiciones de “Gallino Negro” no coinciden con las de esta publicación, pero también hay que decir que al manifestarlas en sus crónicas no ha habido nunca en él ninguna mala fe. Para nosotros, aparte una persona estimada a quien conocemos hace muchos años, es un aficionado extraordinario a quien solo guía el deseo de exaltar la afición gallística. Sus crónicas han sido inteligentes e imparciales, y a ellas hay que sumar el envío de una documentación fotográfica magnífica. En nuestra página, tras una discusión que, repito, no ha sido para nada pacífica, sigue gozando el crédito que le dimos en un principio, cuando se inició esta temporada, aunque sin duda nos hubiera gustado verlo más cercano a la línea editorial de este blog.
Le damos así punto y final a este enojoso intercambio epistolar. Nos hemos disculpado y hemos rectificado. Que él recupere la confianza en esta publicación, ya no depende de nosotros. Por nuestra parte, la cuestión queda zanjada con el mismo lema con que él concluía uno de sus correos: “¡Larga vida a los gallos!”.