miércoles, 31 de octubre de 2012

Aficionados en el recuerdo: Tenerife (2)


Hoy, nuevamente, traemos a esta página a auténticos sabios de los gallos. Allá por los últimos años del siglo que ya pasó, me asombro hoy de haber podido disfrutar la compañía de aficionados tinerfeños tan extraordinarios como Antonio Casañas, Ramón Trujillo y Agustín Morales. En más de una ocasión, acabadas las peleas del Norte y La Espuela, me iba con ellos a almorzar, por ejemplo al pueblo marinero de San Andrés las temporadas que se celebraron en Valle Jiménez.
Antonio Casañas no precisa de presentaciones. Se lo recuerda como una persona del más elegante trato y como uno de los grandes soltadores que tuvo la isla de Tenerife en los años 50 y 60, soltándole los gallos a Pancho “el Músico”, o sea los gallos de La Espuela, partido del que fue presidente algunas temporadas. Por suerte, tenemos aquí la entrevista que le hice en 1998, y en la que nos dice mucho de su vida gallística y de sus ideas sobre los gallos, aunque más sea lo que falte por contar:


El chófer de nuestro equipo era Agustín Morales, familiarmente conocido como Chicho. Yo venía a Santa Cruz desde La Orotava, en guagua, y me daba un salto a la plaza aledaña a la redacción del periódico “El Día”, que era donde él tenía su piso. Íbamos a recoger a Casañas a su casa del barrio de Salamanca, y luego a Ramón Trujillo por la Avenida de Anaga. Ramón era como un hermano mayor de Chicho, y recuerdo que yo me tenía que pasar al sillón de atrás para que él fuera más cómodo. Detalles que me parecían, y siguen pareciendo, muy graciosos. Ramón Trujillo fue otro aficionado a los gallos de toda la vida, y casteaba con sus hermanos, que tuvieron grandes gallos con Pancho allá por los años 50. Era una persona muy señorial, pero a la vez muy simpática, simpatía que prodigaba conmigo, porque le gustaba hablar con la gente joven. Sin duda el que a mí me interesaran tanto los gallos, y me preocupara por su pasado y por su historia, le debía resultar tan grato como a Casañas. Cuando murió, en 2002 (aún iba a las peleas), el periódico “El Día” le dedicó una larga columna de obituario, que muestra lo apreciado que era en la ciudad santacrucera. Aquí tenemos el comienzo de esa nota, muy merecida, donde además no deja de aludirse a su afición a los gallos, ya que, pese a que unos desalmados hubieran arremetido contra esta noble afición una decena de años antes, Ramón Trujillo, a diferencia de otros, ni se retiró de los gallos ni dejó nunca de hacer gala de su afición.
Agustín Morales era un personaje de órdago. Extraordinario. Verdadero genio y figura, hasta la sepultura. Fue un amigo íntimo, insuperable, y ya he dicho que, con Ángel Bolaños y José Luis Melquiades, el más grande que he tenido en los gallos. Me llevaba a mí 24 años, pero eso la verdad es que no significaba nada. Fue él quien me animó a escribir de gallos, lo que yo hice a condición de que me ayudara y firmara conmigo. Escribimos juntos un par de temporadas, él con el apodo de “Perillón”, ya que ese gallo legendario era su favorito de todos los tiempos que llevaba viendo peleas, o sea desde niño, porque su padre había sido hasta presidente de La Espuela. Algunos lo llamaban “Caruso”, porque había sido un gran cantante de ópera. Tenía una energía y una vitalidad asombrosas, y a veces podía ser sumamente colérico. En el mejor sentido de la expresión, puede decirse de Agustín Morales que estaba “medio loco”, pero con lo que de genialidad tiene cierta locura. Loco era sin duda por las mujeres, y nunca olvidaré una vez que íbamos caminando y de pronto, como quien actúa ante la platea de un público de teatro, o sea más dirigiéndose a ese público ideal que a mí, dijo: “A lo largo de mi vida, me he montado a más de MIL mujeres”. Tal proeza donjuanesca sin duda que era hiperbólica, pero es cierto que, con su voz de barítono, que prodigaba cantando por ejemplo boleros en las salas de fiesta del Puerto de la Cruz, debió derretir muchos femeninos corazones.
Hombre de carácter muy abierto, bastó conocer a mi amigo, colega y escritor Nilo Palenzuela Borges, que iba de vez en cuando a los gallos, y que este le dijera cuánto le gustaría criar un gallo, para que se lo regalara, y precioso, de la casta más fina. Porque aún criaba sus gallitos, junto a Eusebio Luzardo, en la finca de los Mascareños, donde yo le saqué la foto casi bíblica con que encabezo este capítulo evocativo de hoy (por desgracia, ya perdí el original y solo puedo reproducir la copia de “Jornada”). Le da, regocijado, de comer a los pollitos, que era lo que más le gustaba de su afición.
En los últimos años de su vida, Agustín Morales, que estaba hacía años separado, reencontró el amor con una mujer, estupenda, de Güímar. Disfrutó unos buenos y serenos años, pero que no fueron todos los que se merecía, falleciendo a los 71 años el 31 de mayo de 2002. Una de las últimas veces que lo vi fue en unas peleas en Güímar. Siguiendo ese repugnante vicio de no quitar los gallos cuando se encuentran en un estado deplorable, aquel día volvió a pasarse la frontera que va del espectáculo a la vergüenza. Agustín Morales, que además había ido a las peleas con su mujer, tuvo uno de sus grandiosos accesos de cólera y se levantó protestando, hasta incluso decir que los gallos, a tenor de los que allí se estaba viendo, harían muy bien en prohibirlos.
Por suerte, guardo este recorte de una entrevista que le hizo Óscar Zurita, y donde el gran Chicho Morales queda perfectamente retratado:


En la foto de Casañas viendo unas peleas, aparece a su lado otro histórico de La Espuela, don Luis Miranda, que era general. Pero a él solo lo conocí de vista. En la siguiente fotografía, de 2002, aparecen otros dos grandes aficionados de La Espuela también desaparecidos: Antoñito Martín (primero por la izquierda) y José Fortuny (segundo por la derecha, de pie). El primero sabía mucho de gallos, y sobre todo era un maestro haciendo espuelas para su partido. De Fortuny hablé hará un año, con motivo de su muerte, que todos sentimos mucho, porque era hombre de la más extrema simpatía, siempre de buen humor. Por estos años, Fortuny era también partidario de Güímar, y son aficionados güimareros quienes aparecen aquí, entre ellos Agustín Delgado, Adrián Mederos, Felipe López, Iván Darias, el cuidador José Carlos Rodríguez, Tato Reyes y el amigo galdense Antonio Montesdeoca.


Por último, en esta otra foto de conjunto, año 2008, sacada en la gallera de La Espuela, aparece a la izquierda otro muy apreciado aficionado de ese partido, aunque él, como su hermano Anselmo, procedía de Tazacorte. Se trata de Luis Sánchez, gran animador de la afición, y que hasta se ponía a vender las entradas a la puerta de la gallera. Junto a él, Carlos Camacho, Chicho, Eduardo Fernández de la Puente, el coronel Tabares, Vicente Sosa, el cuidador Valentín Lorenzo y Rogelio Galván. Luis Sánchez murió hace tres años, habiendo sido la última gran pérdida del histórico partido santacrucero. Era un gran fumador de puros palmeros, que con solo ver la tripa conocía la calidad, y alguna vez me asesoré yo con él. Ni que decir tiene que, como los nombres hoy traídos a colación, sigue bien vivo en el recuerdo de los buenos aficionados.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La despedida gloriosa del “Gato Maruca”


Pocos cuidadores han tenido un adiós a los gallos más grande que el que tuvo Manuel Torres “Gato Maruca”. En 1963 doblegó a Pancho por 15 riñas, la mayor ventaja que en 50 años de cuida nadie le sacó al “Músico”. Al año siguiente, como ya vimos, le ganó por 1 riña, en la jornada decisiva, a Domingo Prieto, que esperaba desquitarse de la derrota de su maestro. Pero no solo eso, sino que en esta temporada le ganó a todos los partidos con que se enfrentó.
Aquí tenemos para empezar un programa de la contrata complementaria que el partido de San Cristóbal celebró con el de Garachico, donde cuidaba Antonio Salud, como había hecho el año anterior y haría el siguiente. Se trata de un bonito programa, y valioso además porque no tenemos muchos de Garachico. Lo curioso de esta jornada es que el gallo de la tercera iba con 4 onzas de más, lo que obligó a ir subiendo los gallos... y a pelear dos veces el gallino de Luis Machado... que ganó las dos. Algo muy poco visto en los anales gallísticos. Manuel Torres le tumbó este día un 4 peleas del grancanario Luis Cabrera Brito a Antonio Salud, lo que también debió hacerlo saltar de alegría.


Pasamos de marzo a mayo. La temporada está acabando y de Lanzarote viene con sus gallos Álvaro Tapia, quien, pese a perder por 1 riña ha hecho una gran temporada (aparte dejar allí un reguero de simpatías). No sé si le ganó el de la última, pero sí lo hizo el giro de sus mejores casteadores, los Hermanos Blancas (Julio Blancas fue quien lo contrató). “Gato Maruca” le ganó por mantilla, o por mantilla rabona, que es lo único que podemos saber por lo apuntado en este programa de don Antonio Monteverde, quien de su gallo ha escrito: “Bien. Jugador a lo largo”, sin duda una bella manera de pelear. El gallo de la quinta de San Cristóbal era sin duda del palmero don Francisco Lavers, cuyo nombre aparece mal escrito.



Ya en junio, recibe "Gato Maruca" la visita de los otros dos grandes discípulos del “Músico”: Julián Castillo y Pablo Amador. En una temporada irregular, con muchas enfermedades de los gallos, Julián había ganado por 9 riñas. Entre Triana y San Cristóbal, no sabemos el resultado de la última riña, por lo que pudo darse un 3-3 o una victoria por 4-2 o 4-3 para el gallero tinerfeño. Por esa mala costumbre de no apuntar la última riña, tampoco sabemos el resultado final de las peleas con Pablo, pero “Gato Maruca” ganó 4 riñas y por tanto la confrontación.
En las peleas con Triana, llaman la atención los gallos grandes de San Cristóbal: un giro de 3 riñas de Francisco González Casanova que ganó, un gallino de 5 de Luis Machado (dos en 1963 y tres en 1964) que entabló y un melado de 4 de Pérez de Ascanio que hizo huir a un pinto de una pelea. Peleó luego Julián tres gallos seguidos de uno de sus mejores casteadores: el doctor don José Cuyás.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Valentín en el Norte

Decíamos la semana pasada que estaba en el Norte como gallero José Carlos, pero al final se trató de un típico bulo.
¿Cómo nacen los bulos? Aquí tenemos un ejemplo. Pedro el de las Tapias, conocido soltador del Norte (también conocido por su carácter bromista), recibe una llamada de Cecilio Acevedo, ahora algo distanciado del partido, y cuando este le pregunta que quién va a ser el cuidador este año, Pedro le dice que José Carlos. Cecilio lo comenta, y así llega a oídos de los aficionados de La Espuela, diciéndomelo a mí a su vez Arquímedes Acosta, el ex presidente de este partido. Ahora, ya de fuente directa del Norte, nos informan que está apalabrado Valentín, pero sin confirmarnos nada. Recordemos que en La Espuela va a cuidar, en principio, Samuel Acosta, quien ha hecho buenas campañas recientes en La Lucha.
En mis tiempos de "El Día", nunca le hice caso a Pedro el de las Tapias, un muy buen amigo para tomar unas copas por los guachinches del Norte y para hablar de gallos horas y horas, pero también un trolero de mucho cuidado. Otra cosa es Arquímedes Acosta, un hombre serio, de cuya palabra me fío, aunque aquí le venía ya la batata caliente.
En La Palma, Josito el Menso repite en Tazacorte y Quico Acosta va a Los Llanos. En la Nueva está Toño y en la Guerra sigue Pedrito. En El Pinito sigue Orestes y en La Choza cuida Óliver. La Lucha no sabe, mientras que en El Paso estará Samuel Mateo. En La Orilla cuida Pedrín y en El Laurel iba a estar el decano de nuestros cuidadores, Roberto Hernández, pero la salud quizás no se lo permita. Argual y la gallera Pulido pudieran unirse.
Bulos aparte, agradecemos a estos amigos sus informaciones, sobre las que ya volveremos. Hasta que comience la temporada seguiremos en la brecha, iniciando hoy mismo el primer capítulo de recuerdos de casteadores tinerfeños ya desaparecidos físicamente, pero no en la memoria de los buenos aficionados.

Aficionados en el recuerdo: Tenerife (1)

Hace dos semanas fallecía, a los 82 años, uno de los buenos aficionados de la Villa de La Orotava: Domingo García, quien fue, además de casteador, administrador de la casa de gallos del Norte durante toda la época de Domingo Morales “el Boyero”, o sea desde fines de los años 40 hasta principios de los años 60.
Conocí a Domingo García en su muy bonita casa de la calle Verde de La Orotava, tan llena de sabor antiguo, y donde yo mismo había vivido años atrás. Fue con motivo de la elaboración del “Diccionario gallístico de Canarias”, y él no solo me revivió la figura del “Boyero”, de quien guardaba un recuerdo maravilloso (hasta llegó el gran cuidador aruquense a quedarse en su casa), sino que me facilitó la hoja del reportaje que una revista alemana hizo en la gallera del Norte, con su tocayo en destaque y, sobre todo, la curiosidad de ser un reportaje a todo color.
Son muchos los gallistas que he de evocar en esta serie de recuerdos de aficionados desaparecidos, y, como hice en el capítulo de Gran Canaria, comenzaré por los más antiguos. En la siguiente foto aparecen juntos dos de los más grandes: don Eduardo Pérez de Ascanio y don Florencio González. Eran de ideologías políticas contrarias (franquista el primero, republicano el segundo), pero la amistad desde la infancia, unida a la pasión por los gallos, podía más que esas discrepancias que a veces nos envenenan. Al primero no lo traté, pero tampoco necesita presentaciones: fue uno de los casteadores más extraordinarios que tuvo la isla de Tenerife durante muchas décadas, y además su hijo, de todos conocido, continuó la afición con su mismo fervor. A don Florencio sí lo traté bastante, en las peleas tanto como en su pequeña joyería de la calle Herradores de La Laguna, donde por último solía estar leyendo el periódico como el gran señor que era, y merecedor ya de un buen descanso. Era un hombre serio, grave, de respeto, y también culto e inteligente. Lo entrevisté para “Jornada”, pero entonces yo no conocía bien la historia de los gallos en Tenerife, y hoy me queda pena no haber indagado más en su memoria, que venía de fines de los años 20. Esta foto fue realizada por Nicolás Lezcano en 1992, y tiene el interés de tratarse de la última jornada de riñas a que asistió don Eduardo, quien aparece a la izquierda.


La siguiente imagen no le va a la zaga en sabiduría gallística: nada menos que Asdrúbal Bethencourt, Totoño y Cecilio Acevedo aparecen reunidos en una foto que les saqué en una casa de comidas del barrio marinero de San Cristóbal, con motivo de su asistencia a un campeonato regional celebrado en Las Palmas. Se trata de tres verdaderos gigantes de la afición canaria, sobreviviendo solo Totoño, sabio aficionado de Tazacorte. Asdrúbal fue el cronista de muchas décadas y verdaderamente vivía para los gallos. Cecilio Acevedo, legendario soltador de las citadas temporadas del Boyero, era uno de los pilares del Norte, a diferencia de Asdrúbal, que era partidario de La Espuela. Como yo vivía en La Orotava, fue a don Cecilio a quien pude tratar bien, ya que, con más de 80 años, seguía yendo a las peleas, como había hecho toda la vida. Hombre de gran poderío físico, en su manera de ser poseía la misma fortaleza, yo diría que granítica. Era una persona también de mucha simpatía, y lo recuerdo con especial afecto.


Vemos por último a otro gran aficionado de Santa Cruz de Tenerife: don Alonso Lecuona, uno de los muchos médicos aficionados a los gallos (era un prestigioso pediatra). Con él hablé muchas veces en las peleas, tanto en las de La Espuela y el Norte como en las de Garachico y Güímar. Asistía a todas, en compañía de Antoñito Martín y de Monteverde. En esta foto lo vemos recibiendo una placa de homenaje. A su lado, Nayra Martín, Virgilio Pérez, Cecilio Acevedo (hijo) y Francisquito Martín. Don Alonso recibía un justo homenaje por sus años de aficionado, habiendo casteado muchos gallos, entre los que destaca, sin duda, el célebre “Manzanita” que le peleó “el Músico” en los dorados años 50.



miércoles, 10 de octubre de 2012

La entrevista a Adolfo

Hemos vuelto a publicar la interesante entrevista a Adolfo "el Pichón" en mejores condiciones de lectura. Aprovechamos para señalar algunas noticias. En Gran Canaria, Telde actuará esta temporada sin cuidador, como el Sur y Los Llanos. Se mantiene con cuidador Gáldar, que cuenta, al parecer, con los servicios del cubano Yougs. En Tenerife, se dio a Nerín como gallero de La Espuela, pero al final vuelve Valentín, quien ya hizo allí una gran temporada, aunque entonces tenía una galería de grandes gallos de Juan Díaz. En el Norte cuida el hijo de "Piquito". En La Palma, Toño "el Rebotallo" parece firme en la gallera Nueva.

Teatro Viana, final de la temporada de 1964



En la temporada de 1963, cuidó por última vez en La Espuela Francisco Dorta. Tuvo una despedida sin gloria, ya que perdió por 15 riñas ante un buen gallero, pero muy distante de su genio: Manuel Torres, más conocido por “Gato Maruca”. Nunca antes había perdido “el Músico” por tanta diferencia. ¿Qué fue lo que pasó? Con 72 años, Francisco Dorta perdió el tino, y cuenta José Cabrera (Pepe “el Negro”) que cerraba la gallera antes de tiempo para quedarse solo y meter allí a una bella palmera –tan trastornado lo trajo que hasta pensó en vender su pequeña finca de La Orotava. Creo que ya no tiene importancia contar estas historias, que a fin de cuentas lo que hacen es humanizar a personas que son mitos con toda la razón del mundo, pero que también tenían sus flaquezas y cometían errores. Francisco Dorta cuidó 52 temporadas, algo que ningún cuidador ha hecho, pero es que, además, ganó 40 y entabló 2, contándose no pocas de ellas como las más extraordinarias de la historia gallística de Canarias. De las que perdió, solo dos se deben a él mismo, o sea al abandono de su proverbial seriedad, ya que en otras imperó la suerte o no tenía gallos: esas temporadas oscuras fueron la del 63 y la de 1948, cuando cayó ante su discípulo Pepe Palmero por convertir, junto a su ayudante Pablo Amador, la gallera de Barranco Seco en una fiesta, con entradas de bellezas negras incluida. Es otra historia que nunca contaron ni la prensa ni los libros...
“Gato Maruca” repitió triunfo al año siguiente, ahora frente a uno de los mejores discípulos del propio Pancho: Domingo Prieto. Domingo Prieto fue un gran cuidador, pero carecía de la regularidad de su maestro, o de condiscípulos como Pablo Amador o Julián Castillo, por no hablar de Pepe Palmero, que era muy superior a todos ellos. Perdía el “tilín”. Así, este año tuvo un declive fatal a fin de temporada, perdiendo la contrata y también, rotundamente, las peleas que hizo con Álvaro Tapia (Teguise), anunciadas precisamente en este programa.
Esta era la última jornada de la temporada, y debió haber una expectación enorme, ya que La Espuela llevaba solo dos riñas de ventaja y podía pasar de todo, ante un perro viejo como el “Gato Maruca” (valga la contradicción). “Gato Maruca” llegó a llevarle a Domingo 8 riñas, pero tras una mantilla pudo este adelantársele después en 2.
En la despedida y cierre, San Cristóbal ganó las tres primeras y por tanto se puso por delante. Las esperanzas renacen cuando La Espuela se hace con las dos siguientes, pero en las dos últimas gana el “Gato Maruca” la temporada. Tremenda de emoción fue la riña séptima, con dos grandes gallos frente a frente, y el colorado de don Eduardo Pérez de Ascanio matando al final al giro de una riña de don Felipe Zamora.
La tanda de San Cristóbal no deja dudas acerca de quiénes fueron los casteadores de punta laguneros, mientras que en la capitalina predominan los gallos de don Ángel Benítez de Lugo. Hubo muy buenos gallos, como un gallino de Luis Machado que ganó su quinta y entablaría ante Triana, el colorado “Albañil” de don Pedro Tabares que entabló su cuarta, un giro de don Juan Santana que entabló su quinta, un colorado de Pérez de Ascanio que ganó su quinta, un colorado de don Pedro Rodríguez que ganó su tercera y, con tres en la misma temporada, un bayo de Pérez de Ascanio y un melado palmero de Diego Olmos.
“Gato Maruca” cerraba así una trayectoria muy larga, ya que empezó a cuidar en 1928. Se retiró a su casa de Punta Brava, donde disfrutó sus últimos años en compañía de sus más de veinte nietos.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Una entrevista a Adolfo Santana (“el Pichón”)

Nos limitamos hoy a reproducir esta interesante entrevista que se le hizo a Adolfo Santana para la revista Lancelot, y que apareció el 14 de marzo de 1987. Cuidaba entonces en la gallera de Teguise, y ganó este año como lo hizo el anterior, pero las peleas fueron ahora muy superiores, con mucho público desde las primeras jornadas. En Lancelot, se publicaron crónicas detalladas de todas las jornadas, firmadas por Fecele.