viernes, 10 de febrero de 2012

Una foto extraordinaria

Aún siguen apareciendo grandes fotos del pasado gallístico canario. La que presentamos es un documento excepcional, facilitado por nuestro amigo, y colaborador constante de la página, José Carlos García Artiles, a quien se la hizo llegar su familiar Juan Esteva Arocena. Es otra foto que hubiera ido de cajón al Diccionario gallístico de Canarias.
Fecha: viernes 31 de mayo de 1963. El domingo concluía la temporada entre San José y Triana, con victoria de los trianeros por 14 riñas de ventaja. Este era el primer año de Julián Castillo al frente del partido de Triana, donde ganaría cinco temporadas consecutivas, y siempre ante una casa de gallos más poderosa. En San José, regresado de Tenerife, cuidaba Domingo Morales (“el Boyero”). Julián mandó siempre, llegando a tener una ventaja de 16 riñas. Sus mejores gallos fueron los de don José Cuyás, y luego los de don Nicolás Díaz de Aguilar y don Pedro García Arocena. En la foto aparecen otros de sus puntales: don Pablo de León, don Juan Esteva y don Agustín Cabrera.
El primero por la izquierda es don Francisco López, que fue algunos años presidente de Triana y había tenido muy buenos gallos en los años 50, entre ellos el “Camurria”, que le peleó Pancho en La Espuela. A su lado está don Fernando X, ya que no sabemos el apellido. Siguen Antonio García Arocena, Juan Esteva Arocena, Pedro García Arocena, Juan Esteva Roca, Adolfo Pires Campoa, X, José Cuyás y tal vez uno de los hermanos Marrero Bosch (se trata de un amigo de don José Cuyás, que tenía fincas en Arucas).
Debajo están Pablo de León Espino, Agustín Cabrera, Ignacio de la Torre (que soltaba los gallos trianeros), un tío de Francisco López (tras él), Julián, su corredor Pepito (que ya había estado con Julián en San José), Juan Artiles Cabrera y José Morales. En primerísima línea, don Antonio Cuyás Díaz.
Lugar: el Campo de Golf de Bandama, donde se hizo el almuerzo de celebración. Todos lucen muy satisfechos, tras el gran triunfo en su gran afición. Y casi todos ostentan sus puros, señal de una época bastante más saludable, feliz y placentera que esta que vivimos. Y en la que los gallos eran gallos, de espuela y de cría naturales, y la afición era afición, haciendo rebosar casi siempre la legendaria gallera del Cuyás.