miércoles, 4 de enero de 2012

Una carta de don Alonso Castro a Francisco Dorta



Don Alonso Castro era un hombre muy estimado, lagunero trabajando en Las Palmas desde los años 40 como jefe de la policía (se jubilaría en 1958), y amigo íntimo de Pancho. Por esta condición, el partido de Triana le encomienda contratarlo para la temporada de 1958.
En esta del 57, Pancho perdería por 2 riñas. La “tremenda desventaja” a que se refiere Alonso Castro es que una epidemia de difteria le había afectado el 70% de los gallos, lo que incluso llevó a postergar un mes el comienzo de la temporada. En las dos jornadas de que habla su amigo, Pancho redujo nada menos que 6 riñas, pero no eran suficientes.
El giro verde de don Rafael Guerra había peleado en la tercera riña del domingo anterior, ganando en minuto y medio; ya no pelearía más esta temporada.
La merma de grandes cuidadores ya se aprecia, y hay que reconocer que ni Antonio Gutiérrez, ni Alejo, ni Julián podían hacer olvidar las temporadas del Músico y Pepe Palmero.
Tras la respuesta negativa de Pancho, que a su edad ya no tendría ganas de nuevas aventuras, los trianeros pensaron en su hijo Orlando, quien sin duda hubiera sido un gran gallero. No quiso serlo, y al final Triana, sin duda que siguiendo los consejos de Pancho, contrataría a Domingo Prieto, su ayudante en La Espuela. Don Alonso Castro le envía esta simpática carta el 3 de agosto de 1957:
“Querido Orlando:
Debes irte acostumbrando a recibir cartas mías todas las semanas, pues toda la afición de aquí me lo exige y no queda otro remedio, hasta que te canses y te decidas a venir.
Ayer recibí la tuya y esa salida tuya de que no puedes venir ha caído como la bomba H, o más todavía. Todos esperaban que este asunto estaba resuelto con venir tú, pero al ver esa negativa todo se ha venido a tierra y esta es la hora que no existe una persona que pueda hacerse cargo de la casa de gallos. Así que en nombre de todos, San José y Triana, me encargan te diga que no admiten de ninguna manera tu negativa, y que si no vienes por las buenas, te irán a buscar y te secuestran. Esto me han asegurado y eso te digo. Ahora tú verás lo que haces; piénsalo bien, que creo te conviene en todos los sentidos, pues si te consideras con pocos conocimientos todos sabemos que es un error tuyo, ya que de sobra saben aquí que puedes desenvolverte a las mil maravillas, máxime cuando el contrincante no es enemigo temible para nadie. Y si lo haces por suponer que sales perdiendo económicamente, me dicen te advierta que pongas condiciones y todo se arreglará.
También te proponen que, si es por no cuidar en Triana, todos de acuerdo en que cuides en San José, si así lo prefieres, y nosotros nos arreglaremos con Julián.
Piensa que no hay nadie que pueda hacerse cargo de una casa de gallos, y que la hora se acerca para ver si se puede o no contratar las peleas. Todo depende de ti; si persistes en no venir esos pocos meses, no habrá peleas aquí este año por falta de cuidadores.
Ahora están todos esperando que contestes a este ultimátum, por lo que debes y espero lo hagas con la rapidez que puedas. No dejes de contestar y espero lo hagas solucionando este problema que se presenta pavoroso. Ellos no admiten esa posición tuya. Verás cómo el día menos pensado se te presentan ahí los de Triana y San José y te embarcan a la fuerza; por eso vale más que vengas y hables aquí con todos y expongas tus pretensiones, que de seguro serán aceptadas.
Con un fuerte abrazo a tu padre, y saludos a todos los tuyos, quedo en espera de tus noticias y creo verte pronto. Un abrazo de tu buen amigo Alonso Castro.