miércoles, 21 de diciembre de 2011

Teatro Atlante, La Orotava, 4 de mayo de 1958



En esta temporada, el Músico le ganó al Boyero por 12 riñas. Hubo jornadas que sorprenden por la duración de las riñas, muy grande. Pancho había caído en cierta rutina (los años además ya pesaban) y Domingo llevaba los gallos duros y poco espueleros. Esa fue una de las causas de que surgieran las peleas entre San Cristóbal y Garachico.
Esta fue una de las mejores jornadas, ganando Domingo por 4-2 y una tabla, y por tanto bajando a 12 la ventaja de La Espuela, ventaja que, como ya dije, sería la definitiva.
A La Espuela le ganaron el segundo y el quinto. Las tablas fueron en la sexta.
Veamos los casteadores del Norte. Don Eduardo Pérez de Ascanio, tras finalizar la temporada de San Cristóbal, le llevó los gallos al Boyero como refuerzo, peleándole Domingo un montón. En la cuarta aparece Domingo Hernández Luis, el padre de Argeo y uno de los grandes casteadores de La Orotava, como otro era don José Negrín. Fijémonos que Argeo ya se ha puesto a castear particularmente.
En las filas capitalinas, empezamos con los hermanos Trujillo López. Yo tuve el honor de conocer a uno de ellos, Ramón Trujillo, y de entablar con él una bella amistad, y hasta formamos un tiempo una entrañable peña Antonio Casañas, Chicho Morales, él y yo, que íbamos juntos a los gallos y luego a almorzar a San Andrés o a donde cuajara. Otros clásicos de La Espuela son Óscar Martín, José Santana y el general Luis Miranda Beautell. Pelan dos gallos palmeros, uno de Melquiades Pérez Díaz, sin duda que casteado por su hijo, ya que este aficionado fuera de serie había fallecido en 1952.
Hubo mucha calidad este día por parte de ambos bandos, enfrentándose grandes gallos, pero la pelea se sensación fue la de las tablas, considerada la mejor de la temporada. Don José Villegas era en los años 50 el mejor casteador de las islas, y uno de los pocos casteadores de quien se han peleado auténticos fenómenos en todas las islas, incluida la de La Palma, donde es muy raro que peleen, y no digamos que triunfen, gallos de otras islas, siendo las únicas excepciones los villegas de los años 60 y los posteriores de don Agustín Cabrera que preparó el Rebotallo. En Lanzarote, gallos de Villega hicieron época, como este día deja su huella este fabuloso colorado que además ya tenía dos riñas. El gallino de Argeo, en forma sensacional, lo acribilló, hasta acabar por meterle toda la espuela hasta la caña de la pata. En ese momento, el colorado de Villegas, de forma increíble, nivela con tres tiros la pelea y fuerza las tablas. Eso es un gallo de verdadera raza.