lunes, 3 de octubre de 2011

Segundo número de “El gallo de cría”


Recibimos el segundo número de la excelente revista venezolana “El gallo de cría”, de nuevo con riqueza fotográfica e informativa.
Este número se abre con otro interesante trabajo del doctor Peña González, “Renovación de águilas, gallos y hombres”, donde, entre otras cosas, señala cómo lo esencial para todos los aficionados a los gallos es “convivir con un animal que ha sido por siglos sinónimo de valentía y orgullo”.
Diferentes campeonatos de Venezuela reciben especial atención. Así, el del Club Gallístico Maturín, dedicado a los pollos de media cresta y que es el que abre la temporada en el país. Este Club Gallístico fue fundado hace ya 40 años. Mucho público vemos en otros dos campeonatos: el de Barquisimeto –en su cuarta edición– y el de la Partida de Santa Rosa de Lima, en Anzoátegui. Al VIII Campeonato Internacional de Cali dedica Germán Patiño un gran reportaje; aparte gallos colombianos, hubo representación de Puerto Rico, Aruba, Miami, Perú, Ecuador y, por supuesto, Venezuela.

Grandes aficionados reciben también atención. Curioso es el caso del Kid Rodríguez, ya que es una figura muy notable del béisbol y a la vez lleva como casteador la Cuerda Mampote. Un poco como los aficionados canarios que han sido grandes figuras de la lucha canaria. Edgar Martínez “el Ronco” es otro gran aficionado, que lleva, con su mujer Albanelis, la gallera El Recoleo, en la población de San Jaime, estado de Monagas. Esto nos lleva a una de las páginas más atractivas de este número, la entrevista que Luis Flores le hace a una maravillosa aficionada, Solanny Yaguaracuto, que es una de las excepciones al carácter predominantemente masculino de la afición gallística. El entrevistador nombra a otras muchas aficionadas, y recuerda en especial a la legendaria Eva Hernández, que era una gran apostadora de gallos y de mesas de juego hará medio siglo. Solanny, mujer joven, bella y despierta, tiene su cuerda en Guayabal de Piritu, estado de Anzoátegui, y, sorprendentemente, no es de familia gallística, lo que le concede más mérito aun. A la pregunta de cuál es su pluma preferida, responde: “las plumas gira y jabada, porque para mí mientras más feos mejor, ya que se tiene la ventaja de que todo el mundo le pone la mirada al más bonito”. Su mejor recuerdo gallístico es el de su gallo “Pata de Mula”: “Era un canagüey chatito, pero de fuerte corpulencia, y peleaba por debajo. Recuerdo que pegamos con un gallo gallino negro, que según los comentarios venía de ganar en un mundial en Maturín. Teníamos desventajas, pero la fe era tan grande que al principio de la pelea lo tumbaron, pero en un abrir y cerrar los ojos el gallo canagüey lo picó y lo mató”. A Solanny la vemos en la foto que aquí reproducimos.
Otros buenos aficionados de que nos habla la revista son el cuidador Kendry Pierre Ballesteros, natural de Barquisimeto, la familia Guillén, que lleva la Partida El Kilombo de Naricual, y el maestro don Pedro Figuera, que a sus ochenta años conserva intacta su afición en sus instalaciones de El Marañón, cerca de Maturín. Triste en cambio es la noticia de la muerte, en el propio Club Gallístico Maturín, de Manuel González “la Chiva”, un aficionado extraordinario y muy estimado.
Completan este número sendos trabajos sobre la sanidad en los gallos finos, obra de Carlos Cogorno, y sobre el oficio de gallero, por Pedro Vargas. Trabajos de los que siempre se aprende algo.

Desde el punto de vista histórico, llaman la atención distintas fotos de los años 60 tomadas de la revista “Gallerías” (una de las cuales, de 1961, reproducimos aquí) y, ante todo, del ensayo que Manuel Urbano ha realizado en torno a la Convención de Carora, celebrada en 1961. Como uno de los presentes era don Luis Márquez, autor de un reglamento gallístico que poseemos, hablaremos de este trabajo próximamente.
Un nuevo póster acompaña la revista: se trata de la foto de un apuesto gallo zambo propiedad de Adermo Rodríguez, de la Cuerda La Comunera de San Carlos Cojedes.
Gran trabajo, en fin, este segundo número, hecho, como es costumbre en Manuel Urbano, con la cabeza y con el corazón. Y viva siempre la afición gallística.