miércoles, 26 de octubre de 2011

El Ramblero


Tenemos aquí a uno de los gallos más legendarios del último medio siglo en la isla de Tenerife. Ganó cuatro peleas, preparado siempre primorosamente por Pancho el Músico en la gallera de La Espuela.
El Ramblero se llamaba así por haberse criado en la finca de don Antonio Ruiz, alcalde de San Juan de La Rambla. Era hijo del Asturiano de don José Ramos Ferraz, uno de los mejores casteadores de La Palma. Muchos de los gallos de Ramos Ferraz, cuando en 1957 desapareció la gallera de Abajo, fueron comprados por Asdrúbal Bethencourt y Antonio Casañas, quienes, con el Músico y don Ángel Benítez de Lugo, formaban una verdadera peña. El Ramblero fue el gran gallo de este último, un aficionado sumamente estimado, que fue alcalde de la ciudad de La Laguna. El Ramblero peleaba a nombre de los “señores Casañas y Bethencourt”.
De color colorado, hizo su primera pelea de pollo el 21 de mayo de 1961, en el Cine Avenida de Santa Cruz de Tenerife, jornada 13 de la temporada. Pancho le llevaba 13 riñas de ventaja a Pablo Amador, que cuidaba en San Cristóbal, y ganó esta jornada por 5-2. Con un peso de 3.9, su rival fue un gallo de Isaías Pérez Lorenzo, y ya este día mostró el Ramblero ser un gallo de espuelas. Es recordada esta como una pelea de espuelas por ambas partes. El ayudante de Pancho era Julián Castillo. Pues bien: al año siguiente, cuando el Ramblero se hizo famoso, Julián Castillo, que se había ido a su isla de La Palma para cuidar en Los Llanos (donde hizo una temporada de sensación), al oír que un gallo de don Ángel Benítez de Lugo era el mejor en Tenerife, en seguida recordó al pollo: tenía que ser aquel.
Las otras tres peleas las ganó a la siguiente temporada, última en que se enfrentaron Pancho y el Boyero, ganando aquel por 14 riñas.
Sube a la valla el 11 de marzo de 1962, en el Palacio de Deportes chicharrero, con un peso de 4.2. Delante tiene nada menos que al giro de tres peleas de Domingo Hernández Luis, uno de los mejores casteadores de la isla. Sueltan los gallos y un peninsular, llevado de la fama del giro o porque ya lo había visto pelear, grita: “Mil pesetas al Norte”. El Monchi, aficionado de La Espuela, dice: “¡Van!”. Y cae muerto el giro al primer tiro. El peninsular dijo: “Es el segundo más caro de mi vida”. El Monchi era albañil, y trabajaba en la Refinería, uno de tantos grandes aficionados que ha tenido el partido de la capital.

La pelea de consagración del Ramblero fue la tercera. Viaja ahora al Puerto de la Cruz, en concreto al Teatro Topham. 15 de abril de 1962. Peso de 4.1 y delante un precioso pinto de Eduardo Pérez de Ascanio propiedad del orotavense Domingo Negrín. Esta fue una pelea descomunal. El pinto cogió al Ramblero y le partió el cachete. Otro gran aficionado de La Espuela, el Zúñiga (era apostador, pero formando parte de una vaca), le seguía apostando, pese a que la tenía claramente perdida. “Que gana”, seguía diciendo. Y de hecho, desde que el Ramblero pudo coger al pinto, lo destrozó a puñaladas.
Con un 4.1 y medio reaparece en el Topham el día 13 de mayo, ya recuperado por el cuidador que mejor ha sabido curar los gallos en Canarias en todos los tiempos (Pancho era el mejor en todo: poniendo espuelas, dándole con ellas los gallos, corriéndolos, seleccionándolos, curándolos, dosificando la temporada, etc.). Delante, trae el Boyero a otro gallo famoso, el giro de Antonio Monteverde, de varias peleas. Esta pelea duró 4 minutos y medio. Recibe el Ramblero una puñalada en el pecho y sale con la boca abierta, pero se rehace y acaba matando al giro por el oído. El Boyero, tanta confianza tenía en su gallo, se puso a darle masajes, pero nada de nada.

En las fotos que se hicieron Pancho, Asdrúbal, Antonio Henríquez, Domingo Prieto y Orlando Dorta con el Ramblero (y en la que encabeza este artículo), se aprecia cómo el gallo tiene el pecho pelado, ya que fueron sacadas tras esta pelea. El Ramblero aparece en las manos de una aficionada.
Algunos aficionados sugirieron que se le enviara el gallo a Villegas, ya que este, cruzándolo con una de sus gallinas, seguro que sacaría maravillas. Pero no se llegó a hacer, y no se conoce gran descendencia de este fantástico gallo. De broma decían en La Espuela: “No, no le mandes ese, mándale el del Monchi”. ¿Cuál era el gallo del Monchi? Con motivo de unas peleas en Las Palmas, llevaron un melado suyo. Los cañonazos se oían en Tafira. En Las Palmas, que estaban acostumbrados a gallos quebrados que metían las espuelas, se quedaron perplejos con aquel tiesto que ni palos daba. De un gallo palero se dice que a ver si se le escapa una espuela. Del melado del Monchi se dijo que a ver si se le escapaba un palo. Y en una de estas le da un palo en la cabeza al gallo de Las Palmas y lo deja saltando. Cosas de los gallos.
Y esto es lo que queríamos contar del Ramblero, dedicando esta página a nuestro buen amigo Ángel Benítez de Lugo, hijo del gran aficionado y casteador, que con todo entusiasmo y entrega ha seguido la afición de su padre, por supuesto que siempre en el entrañable partido de La Espuela.