miércoles, 3 de agosto de 2011

Teatro Atlante, 11 de abril de 1948

En esta temporada, debutó “el Boyero” en el Norte, nada menos que ante “el Foño”, que tenía una buena casa de gallos, pero que acabó perdiendo por 7 riñas.
Los programas muchas veces no nos dicen lo esencial. Y lo esencial en este es que el gallo de La Espuela que peleó en la segunda no era otro que el famosísimo “Perillón” de don Adolfo “el Tejinero”, en su quinta pelea. Tal impacto causó en la afición que al año siguiente su estampa aparecería en los programas de La Espuela, y por muchas temporadas.
Orlando Dorta recuerda aun hoy estas riñas perfectamente. El primer gallo era un hermano del “Perillón”, grande, cabezón, que ganó de tres o cuatro tiros.
La pelea del “Perillón” dejemos que nos la cuente “Pica y Bate (“El Día”, 14 de abril de 1948), añadiendo tan solo que el gallo del Norte venía preparado para él:
“El silencio es enorme. Se encuentra en la valla el célebre Perillón, de don Adolfo González Rivero, por Santa Cruz, y por el Norte un colorado de los señores Domínguez y Casanova. El público del Norte está a la expectativa para armar la de San Quintín si pierde el gallo tejinero. No se cruzan apuestas, dada la calidad del Perillón. Sueltan los bichos y desde los primeros revuelos se observa que ya el colorado está herido. El público se levanta de sus asientos. La emoción aumenta por segundos, al aparecer el Perillón con sangre en un cachete. Está herido cerca del pico. Mete el pico y falla. La herida ha surtido efecto. Bate el de La Orotava, pero materialmente está desarmado, muy herido en el pecho, y carece de energías. El Perillón pierde su característica acometividad. No sabemos si será por no tener ganas de pelear o por heridas internas. El público grita, como deseoso de alentar al colorado, pero la extraordinaria calidad del bicho de don Adolfo no tiene límites. Tan pronto se nota herido, acaba con su rival, rindiéndolo muerto a sus plantas a los 6’34 minutos, entre la gran ovación de todos los buenos aficionados”.
Tras tanta euforia, La Espuela perdió todas las restantes, subiendo a la valla por el Norte tres gallos de los Acevedo, que esta temporada tuvieron, como de costumbre, gallos fabulosos en cantidad, y la estrella del Norte: el colorado de Juan de la Cruz. Este gallo ganó este año cuatro riñas, y volvería a pelear a la temporada siguiente. En esta largó a su rival patas arriba, tras no dejarlo ni pestañear.
El giro de Mateo Trujillo había peleado en la tercera jornada, y lo recuerda Orlando Dorta como un giro pinto maravilloso. Si la otra vez empleó hábiles salidas, ahora, herido en los revuelos, le cede el terreno picador al giro de los Acevedo y pierde a los 8 minutos. Pero ojo, porque no solo “el Foño” lo volvió a pelear, sino también “Caballerito” al año siguiente. Era un gallo de espuelas naturales enormes, pero esta vez, por malos consejos, “el Foño” se las recortó y no dio ni un tiro. Buenos gallos tenía Mateo Trujillo.
El de la sexta era del propio “Foño”, un buen giro negro picón, de patas negras. Pero cogido de oído, se queda dando vueltas. Dos riñas tenía ya el de los Acevedo, que entró con unos magníficos revuelos.
Orlando Dorta nos dice que el del Norte era un “bailarín” y el de La Espuela un gallo “ruin”. Vamos a las crónicas, y leemos en Asdrúbal: “Un bailarín y un penco”. Con razón hemos dicho más de una vez que Orlando Dorta es la persona con más memoria que hemos conocido en la vida!