miércoles, 1 de junio de 2011

Eduardo Pérez de Ascanio





Tal vez el aficionado de más solera con que contamos en Canarias sea Eduardo Pérez de Ascanio. Hijo de un gran casteador, desde la más tierna edad conoció el mundo de los gallos, y ha mantenido la pasión por ese mundo hasta la actualidad. Su partido ha sido siempre el Norte, y no ha habido temporada en que sus gallos –bonitos, y bien enrazados– no hayan sobresalido.
Eduardo Pérez de Ascanio ha sido no solo un extraordinario casteador, sino uno de los últimos verdaderos soltadores de las Islas. Su deportividad nos recuerda a don José Villegas, a quien él por lo demás conoció muy bien. Nunca le hemos visto sobre la valla una mala expresión, ni malas caras, ni marrullería alguna. A él nunca nadie lo podrá llamar “ventajista”. Él sabe que quienes pelean son los gallos, y que las trampas, aunque conduzcan a alguna parte, son indignas de un deporte que siempre quiso ser un deporte de caballeros.
Las dos fotos que presentamos nos muestran a Eduardo Pérez de Ascanio cuando era un zagalote y en esta misma temporada que ahora finalizó. En la primera lo vemos, de derecha a izquierda, con José Bethencourt, el teldense Manuel Betancort, Horacio Pulido, Juan Lissón Lozano (otro gran y nobilísimo soltador), Francisco Dorta (“el Músico”), Pedro Cárdenes, Alonso Castro, el señor Carrillo y, de espaldas, Florencio González (otro bastión de la afición lagunera). Está sacada en el Hotel Aguere, con motivo de un banquete en honor del mayor cuidador canario de todos los tiempos, que aparece dialogando con el inolvidable don Pedro Cárdenes.
La otra imagen la sacó este año Nicolás Lezcano en la gallera del Norte, y el magistral casteador aparece con un canabuey suyo de dos riñas.